Hace exactamente cuatro años, Juntos por el Cambio recuperaba la mística luego de una primaria terrorífica. Es cierto que no le alcanzó para revertir la historia, pero la coalición logró levantar varios puntos con la emotiva campaña del “sí se puede”, que tuvo a Patricia Bullrich y a Miguel Ángel Pichetto como grandes protagonistas. En la PASO, Mauricio Macri, que iba por la reelección luego de un flojo desempeño en lo económico, había sacado poco más del 31 %. Aunque no fue suficiente, la coalición superó el 40 % de los votos en octubre y pudo mantenerse unida como la única fuerza opositora ante el inicio del cuarto gobierno kirchnerista. Pero todo cambió cuando perdieron el monopolio de la disidencia con la irrupción del liberalismo en 2021.
En las primarias de hace dos meses, el caudal de votos de JxC fue todavía menor que en las votaciones de 2019. A pesar de que hay más opciones competitivas en el cuarto oscuro, Patricia Bullrich alcanzó el 16 % de los votos, mientras que su rival interno, Horacio Rodríguez Larreta llegó solamente al 11 %. Aunque la coalición terminó segunda, el primer puesto de Javier Milei (de casi el 30 %) los desencajó. Las encuestas incluso señalan que el peronismo ya estaría en el segundo lugar y que la exministra de Seguridad se ubicaría tercera, sin poder acceder a un eventual balotaje. Con la presión en contra, JxC por estas horas no expresa ni el entusiasmo ni la esperanza que albergaba hace cuatro años, cuando buscaron la remontada épica frente a Alberto Fernández. Por el contrario, a pesar de lo que dicen a los micrófonos, las caras de sus principales dirigentes son de total desazón.
Lejos de lo que Juntos por el Cambio necesitaría por estas horas, el cierre de campaña en Lomas de Zamora fue opaco, anticuado y estuvo plagado de los clichés de la política, que evidentemente hartaron ya a buena parte del electorado no kirchnerista. Como bien dijo el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba, el espacio político quedó “viejo” y ya no representa el “cambio”, que sí interpreta mucho mejor Javier Milei.
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La banda de sonido fue, una vez más, Tan Biónica. Al acto al aire libre le faltaron nomás los globos amarillos, mientras se escuchaba por los parlantes que “ella tiene un look, tiene un look” y que “ella dibuja mi destino con rouge“. Pero siguiendo la estrofa del clásico ya retro de 2010 al acto de hoy le falto swing. Mucho swing.
Para empezar, JxC y Patricia Bullrich cayeron en la vieja receta de mostrar muchos “dirigentes” apilados en el escenario. Allí estaban su exrival Horacio Rodríguez Larreta y el muy cuestionado por estas horas Carlos Melconian. El tema es que en el rejunte estaba el candidato local, que hasta nada era la mano derecha de Martín Insaurralde, intendente devenido en la cara de la corrupción nacional. El micrófono desfiló por varios, pasando por un tradicional, aburrido y deslucido discurso del candidato a gobernador bonaerense, Néstor Grindetti. Ni siquiera el mismo Mauricio Macri logró despertar emotividad al invocar y desempolvar el viejo “sí se puede”, que pasó de ser una consigna inspiradora a un recordatorio que las segundas partes pueden no ser buenas.
Cuando le tocó el turno a Bullrich tampoco hubo nada destacado. Arremetió como siempre contra Sergio Massa, pero también lo hizo duramente contra Milei. Insistió con el tema de los órganos y la venta de niños y solamente hizo referencia a algo real de la plataforma del libertario al rechazar una vez más el sistema de vouchers. Lo curioso es que, justo después de criticar la propuesta para el ámbito educativo, dijo que es necesario mejorar la asignación de los recursos del Estado en la salud. Justamente lo que optimiza el sistema de vouchers. Pero, a esta altura, en JxC solamente hay manotazos de ahogado. La coalición ya está jugada.
Patricia Bullrich sabe que tiene abrirse camino a un próximo balotaje en noviembre, pero el escenario para ella es realmente complicado, por todos los traspiés que arrastra su formación política. Sabiendo esto, “la piba” y su equipo apelaron a una especie de actitud forzada de imitar lo que se sucede de forma espontánea en lo actos de Javier Milei. Fue tanta la vehemencia con la que pretendía emular lo que ocurre en las concentraciones del libertario, que en un momento la exministra dijo “la mafia tiene miedo” y, posteriormente, los asistentes empezaron a entonar esto con la misma melodía de “la casta tiene miedo”.
Ahora, si los resultados se acercan a lo que vaticinan las encuestas (un Milei en primera vuelta o un balotaje con Massa) habrá que ver cuál es el destino de esta coalición, que no tuvo las herramientas para reinventarse al perder el monopolio de la oposición ante el kirchnerismo. Es que puede ser que, en el fondo, ese era el único capital que tenían y que los mantenía unidos.