Luego de la temporada veraniega, en Uruguay y Argentina en abril ya es momento de sacar las frazadas del placard y comenzar a encender las estufas. Los que gustan de los vinos tintos corpulentos no reciben al frío de muy mala manera. Aunque haya que empezar a abrigarse, también llega la hora de comenzar a descorchar esas botellas que no tienen mucho que ver con las altas temperaturas del verano. Como todos los 14 de abril, hoy por este rincón del mundo se celebra el día del Tannat y el clima acompaña para volver a esos sabores intensos y decirle adiós a los blancos y espumosos que hicieron la segunda los últimos meses.
Aunque la llegada del otoño le vaya como anillo al dedo a esta cepa, esta celebración no fue pensada por este motivo, sino que fue casual. Se trata del natalicio del vasco francés Pascual Harriague (1819-1894). Aunque comúnmente se dice que fue él el responsable de las primeras versiones del Tannat en Uruguay, la historia es distinta. El responsable fue otro y el suceso tuvo lugar del otro lado de la frontera; en Argentina.
El inmigrante vasco Juan Jaugueri allá por el siglo XIX se instaló en la provincia de Entre Ríos, cerca de la frontera uruguaya. Aunque el Tannat se utilizaba en Europa (proviene del suroeste de Francia), no se trataba de una variedad importante en el Viejo Mundo. Como ocurrió con el Malbec, la cepa encontró por estas latitudes su lugar para dar el mejor producto, gracias al clima húmedo y la amplitud térmica de esta región. Jaugueri le compartió el descubrimiento a Harriague, que comenzó a plantar en Salto, al norte de Uruguay. Y allí comenzó la historia del vino insignia uruguayo, que hoy se exporta a 47 países.
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Con el correr de los años, el Tannat se encuentra cada vez más presente en las catas de vino del mundo. Es que los enólogos han aprendido a tratarlo, para satisfacer los paladares más exigentes. Una de las lecciones que ha dejado la cepa es el tiempo que la uva debe permanecer en el viñedo. Los especialistas hoy coinciden que para conseguir la mejor versión de la cepa, es necesario darle tiempo a la fruta, para que con ella, maduren sus rebeldes taninos y dejarlos en su punto justo.
En copa, se trata de uno de los vinos más lindos para servirlos y apreciarlos. De color rojo profundo, llega hasta ofrecer matices negros que ofrecen una gran experiencia para los amantes de los vinos con cuerpo. En nariz hay intensidad alta, con notas de moras y cerezas negras. Se trata de una posibilidad ideal para los amantes de los vinos con madera, ya que las barricas son fundamentales para domar esos taninos tan característicos de la cepa. Es por eso que probablemente encuentren en estos vinos algunas notas ahumadas, de chocolate, tabaco o café.
A diferencia de otras cepas, el Tannat, por sus taninos y astringencia, se “banca” todas las opciones de la parrilla, incluyendo las achuras y los cortes grasos con hueso. También es ideal para quesos duros y fiambres condimentados. Va muy bien con los platos tradicionales, no solamente del norte argentino, sino para los guisos picantes y especiados de toda la región. Acompaña también de forma ideal las pastas con salsas que posean sabores muy penetrantes, los risottos de hongos y carnes como el cordero o el chivito.