Hay una señal clara que el kirchnerismo, aunque forma parte de la alianza gobernante en Argentina, tiene fecha de vencimiento. Mientras el espacio de Cristina Fernández se pelea con los socios de su coalición (al punto que Máximo Kirchner podría votarle en contra del presupuesto a Sergio Massa), el “relato” político y cultural que impusieron por casi dos décadas se hace agua,incluso durante el fallido interinato de Mauricio Macri. Sin embargo, la nueva revalorización y reivindicación de Julio Argentino Roca en Argentina es la muestra más clara que CFK y su séquito pasaron de moda y perdieron la batalla cultural.
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Durante los dos períodos presidenciales de Cristina Fernández y el primero de su fallecido marido, Roca fue objeto de duros cuestionamientos por parte de la poderosa maquinaria gubernamental. En el marco de la reescritura de la historia, se lo trató insólitamente como un supuesto “genocida”. Lo mismo hicieron con otro prócer de la patria, Domingo Faustino Sarmiento. Ambos presidentes destacados de la Argentina de oro que fue el destino elegido para millones de inmigrantes de todo el mundo.
Julio Argentino Roca fue dos veces presidente de la República. La primera de 1880 hasta 1886 y la segunda de 1898 hasta 1904. La izquierda y el kirchnerismo le cuestionan la supuesta “masacre” de la denominada Conquista del Desierto, donde el Ejército Argentino se impuso a los tehuelches y mapuches, conformando las fronteras actuales del país con la Patagonia argentina. La lectura ideologizada y partidaria de la historia pudo hacer, gracias al soporte de los recursos gubernamentales, que Roca sea mala palabra por más de una década. Sin embargo, la historia pone todo en su lugar. En el aniversario de su fallecimiento, este 19 de octubre se leen más homenajes que cuestionamientos para el expresidente argentino.
En sus presidencias se consolidó el proyecto de la Argentina exitosa que fue envidia y admiración del mundo. Se incrementaron las instalaciones portuarias, se desarrollaron enormes y ambiciosos proyectos de infraestructura, crecieron los ferrocarriles, se incrementó exponencialmente la inversión extranjera y se expandieron los terrenos dedicados a la agricultura. Por todas estas cuestiones, Roca se ha ganado el merecido título del “arquitecto” de la patria.
Pero, más allá de sus innegables logros políticos y económicos, el principal inconveniente que tiene el kirchnerismo y la izquierda a la hora de pintar a Julio Argentino Roca como un “facho” fundacional es su verdadero progresismo. El expresidente fue el que se le plantó a la iglesia (en un momento que tenía un considerable poder político e influencia real) para quitarle potestades monopólicas que se arrogaba de facto. Así comenzó la educación pública laica y creó el Registro Civil.
Fue Roca el que le arrancó a los curas del momento el conteo de nacimientos, muertes y los registros de casamiento. Para él, eso tenía que estar bajo la órbita del Estado laico, del que fue el gran constructor. Decir hoy “iglesia y Estado, asunto separado”, como dicen los “progres” de hoy, es sinónimo de reivindicación absoluta de uno de los presidentes que más repudian.
Hoy, ante el silencio del kirchnerismo en retirada, en medio de un nuevo fracaso político y económico total, varios dirigentes de la oposición levantan sin complejo las banderas del uno de los hombres más importantes de la historia argentina.
En el aniversario de su muerte, manifiesto mi reconocimiento a ese héroe argentino, fundador del Estado moderno, conquistador de la Patagonia. Sancionó la ley 1420 de Educación Común, impulsó el Ferrocarril. Me refiero a Julio Argentino Roca, a quien la historia reivindicará. pic.twitter.com/SnVUkzJjcs
— Miguel Ángel Pichetto (@MiguelPichetto) October 19, 2022
El mejor Presidente de la historia argentina. https://t.co/IzCcJArJd7
— José Luis Espert (@jlespert) October 19, 2022