Alberto Fernández se va quedando solo. Luego de los últimos cambios en el gabinete, le dejan como único aliado, y último representante del albertismo fallido a su canciller, Santiago Cafiero. En la mañana de hoy, se confirmó el desembarco de Victoria Tolosa Paz a Desarrollo Social, de Kelly Olmos a Trabajo y de Ayelén Mazzina al ministerio de Mujeres Diversidad y Géneros. Su antecesora había renunciado la última semana, en repudio a los desalojos de los supuestos mapuches en Villa Mascardi. Sin embargo, a pesar de ser mujer y lesbiana, en materia política, Mazzina no considera a la diversidad como una cuestión relevante.
“Volví a nacer cuando pude decir que me gustaban las chicas”, dijo la nueva ministra, que tiene que lidiar en lo personal con una abuela anticuada que reza para que se “cure” del lesbianismo. La historia podría ser entretenida para una nota de color, pero no parece suficiente currículum como para ejercer el mando de una cartera, que en realidad debería der eliminada de inmediato. Ella dirá que no, que tiene las herramientas suficientes como para ser ministra. Por ejemplo, recientemente, organizó en su anterior puesto el “35° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries”.
¿Dónde es que se desempeñaba Mazzina hasta hoy? En el poco diverso gobierno de la provincia de San Luis, donde desde el retorno de la democracia gobierna el mismo espacio político. Como si fuera poco, está comandado por dos hermanos: los Rodríguez Saa. Aunque sean los dueños de la provincia, que no se diga que no hay diversidad. Puede que no la haya en lo político, pero al menos hay encuentros para “No Binaries”. Estos mamarrachos son indignantes para todos los contribuyentes argentinos y puntanos, pero más ofende a la comunidad homosexual y a las mujeres, que ven como son llevados como bandera política para vivir de la teta del Estado.
Aunque parezca increíble, desde la llegada de Raúl Alfonsín a la presidencia que los Rodríguez Saa gobiernan la provincia de San Luis, donde ponen ministerio de diversidad para fingir un progresismo intrascendente. Adolfo Rodríguez Saa estuvo al frente de la provincia cinco mandatos consecutivos, dejando el puesto recién cuando fue elegido por el Congreso como presidente interino. Su primer mandato fue en 1983, el segundo en 1987, el tercero en 1991, el cuarto en 1995 y el quinto en 1991, cuando asumió su vice para completar el turno. ¿Vino la diversidad política luego en la provincia? Claro que no. Ocupó la gobernación su hermano Alberto, que tuvo dos mandatos consecutivos en 2003 y 2007. ¿Adolfo fue entonces a trabajar al sector privado? Bajo ningún punto de vista. Se fue al Senado, donde hasta el día de hoy ocupa una banca.
Claudio Poggi, en alianza con los Saa, tuvo un período entre 2011 y 2015, pero Alberto Rodríguez Saa le dejó muy en claro que solamente era para cuidar las formas, postulándose nuevamente a gobernador para el turno siguiente. Poggi hizo un intento para tener una elección independiente en 2019, con el espacio de Juntos por el Cambio, pero fue anulado por el aparato clientelar del feudo. Al día de hoy, como hace casi cuarenta años, los Rodríguez Saa están al mando: Alberto en la gobernación y Adolfo en el senado.
Argentina es un país libre, respetuoso y tolerante. Acá los homosexuales gozan de los mismos derechos que el resto, por lo que la cuestión de la “diversidad sexual” como bandera política no es más que una excusa para otros fines. Pero, más allá del marco legal absolutamente liberal, en Argentina se respira tolerancia. En muchos países del mundo, diversas minorías sufren el acoso de intolerantes, que no tienen ningún respeto por el prójimo.
Una de las mejores cosas que tiene la golpeada Argentina es una sociedad abierta y respetuosa. Sin embargo, se insisten con estos ministerios inútiles para la sociedad, que para lo único que sirven son para darles fondos públicos a sus funcionarios.
El país no precisa un ministerio de mujeres y diversidad sexual. Argentina necesita, entre otras cosas, democratizar sus feudos provinciales, curiosamente todos en manos del peronismo. Sin embargo, con el despotismo y el nepotismo en el interior del país, y la nula diversidad política, Mazzina no tiene problema. Incluso fue funcionaria del más representativo de ellos hasta ahora.