
Desde los sectores de izquierda se suele hacer una simplificación total a la hora de cuestionar al liberalismo por la supuesta defensa corporativa de la clase empresarial, como si se tratara de eso, de una clase social. Probablemente, dada la estructura mental marxista (que en Argentina afecta gravemente hasta a la socialdemocracia), esto sea una consecuencia lógica del paradigma mental socialista. Sin embargo, al igual que la plusvalía y la explotación capitalista, el empresario como miembro de una clase homogénea, no existe.
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A pesar de estas acusaciones simplistas, el liberalismo, como tradición filosófica y corriente político ideológica, siempre tuvo bien en claro que la realidad pasa por otro lado. Desde los escoceses hasta la Escuela Austríaca. Cualquier autor liberal tiene muy en claro lo que Adam Smith ya advirtió en 1776: cuidado con los hombres de negocios que se sientan al costado del rey. Lo que el autor de La riqueza de las naciones advertía en Escocia, con palabras más didácticas lo señala José Luis Espert en la Argentina actual: “los empresaurios”.
“El empresariado argentino es un empresariado noble. Ejemplar. Los comerciantes, los industriales… son gente que rema a diario en dulce de leche. Pero vos tenés una mancha en esa leche que es el empresariado argentino. Son los empresarios como Paolo Rocca, que son empresarios de rapiña. Son carroña. No paran de hacer negocios con el Estado”, señaló anoche en televisión el diputado liberal.
Además de los rankings de libertad económica, crecimiento, inflación o nivel de salarios, hay un índice que explica muy bien la sanidad de las economías: la de las personas más ricas de los países. En las economías más abiertas, la lista es dinámica. Nunca se repite año tras año y, con el correr de las décadas, el mercado genera depuraciones totales del listado. En Argentina, los millonarios y las empresas “exitosas” son siempre las mismas. Techint, una de las que menciona Espert, es una de las clásicas.
El empresariado argentino es noble, ejemplar; los comerciantes, los industriales que reman en dulce de leche.
Pero tenés una mancha, que son los Rocca, empresarios de rapiña. No paran de hacer negocios con el Estado. Arman emporios pero previamente se deglutieron un país entero pic.twitter.com/d9DoaQwAs8
— José Luis Espert (@jlespert) June 7, 2022
Curiosamente, los “empresaurios” no tienen problemas en asociarse con regímenes populistas, financian y hacen negocios con gobiernos que hablan pestes de las empresas, de los empresarios y del capitalismo. Todo show para la tribuna. Son socios de una clase parasitaria que, a diferencia de la clase empresarial en general, esta sí existe.
El liberalismo, y la economía de mercado en particular, se trata de capitalizar ganancias a costa del riesgo. Pero también requiere hacerse cargo de los quebrantos. El empresariado prebendario pesca en la pecera que le otorga el Estado (con el que comparte sus ganancias inmorales) y nunca pierde. El liberalismo no tiene absolutamente nada que ver con esto.
La izquierda podría plantear muchos temas interesantes como la moralidad detrás de las mega fortunas de los empresarios que dan en la tecla o las problemáticas aparentes detrás de la innovación tecnológica en el mercado laboral. Claro que para todo esto hay argumentos, pero al fin y al cabo, serían debates productivos e interesantes. Asociar al liberalismo con el capitalismo prebendario es ignorancia o deshonestidad intelectual.