Alberto Fernández no puede con su lado “compadrito”. Cuando no tiene tiempo para bajar un cambio y contar hasta diez, tiene problemas para contener sus impulsos. Esto quedó demostrado en más de una entrevista en tiempo real y se volvió a repetir en la última cumbre virtual del Mercosur, donde se cruzó con su par uruguayo, Luis Lacalle Pou.
Aunque compartieron un asado hace poco del otro lado del río, y más allá de las diferencias políticas aparentaban una buena relación, todo se fue al tacho en un instante. Con mucha razón y sentido común, el presidente de Uruguay hizo referencia al “lastre” que sufre el bloque regional, que impide acuerdos comerciales con el resto del mundo. Y si, son uruguayos, no boludos.
La actitud es digna de valorar, ya que el jefe de Estado dejó de lado el complejo del país pequeño, del que los argentinos nos mofamos durante décadas tildando de “provincia”. Aunque Argentina siga pretendiendo ser el hermano mayor, no es otra cosa que la decadencia personificada en forma de país. El problema es que, al pertenecer a un bloque regional, cuando hay mandatarios con sentido común alrededor, queda en evidencia que el problema somos nosotros.
Cuando en Brasil estaban Lula da Silva y Dilma Rousseff, y en Uruguay José Mujica y Tabaré Vázquez, podíamos seguir pateando la pelota hacia adelante haciendo tiempo, con un Mercosur que no servía para mucho más que para viajar a los países vecinos con el documento de identidad, sin necesidad de usar el pasaporte. Pero con Jair Bolsonaro y Luis Lacalle Pou, las ansias lógicas de los países hermanos de crear nuevos vínculos comerciales con el mundo, nos deja en evidencia. Mejor dicho, deja en evidencia a un Gobierno que insiste con el proteccionismo fracasado, para cuidar el favor de empresarios prebendarios y sindicalistas corruptos.
Alberto Fernández aguardó hasta un encuentro con la prensa oficialista para expresarse con respecto al debate con Lacalle Pou. Como si no fuera suficiente sufrir por sus políticas proteccionistas, el presidente nos usó de excusa para justificar su desubicada respuesta, cuando invitó a los países vecinos a retirarse del Mercosur. “Yo soy el presidente de Argentina y no tengo que soportar que a mi país lo llamen lastre”, aseguró. Para el socio de Cristina Kirchner, son injustas las acusaciones que lo señalan de “patotero”. En su opinión, el del discurso “inusualmente agresivo”, “poco educado” y “destemplado” fue de su par uruguayo.
Presidente: los argentinos no estamos ofendidos con Pou por sugerir que somos un “lastre”. En todo caso podemos pedirle la gauchada que sea un poco más concreto con su apreciación, y que haga referencia a “los gobiernos de los países” que hacen del Mercosur un lastre. Más ofendido estamos por usted y sus políticas que nos empobrecen cada día más y solo benefician a los amigos del poder. En todo caso, le agradecemos al uruguayo la claridad de concepto, para exponer internacionalmente la locura que usted y su socia política nos imponen todos los días.