La “nueva realidad” que la clase política argentina buscó normalizar tiene (menos mal) algunas resistencias. La excusa de la pandemia y la cuarentena de la COVID-19 le dio en bandeja la oportunidad al peronismo para atemorizar a la sociedad con una finalidad concreta: incrementar la dependencia de las personas para con el Estado.
Claro que los dirigentes que hicieron del coronavirus el eje de sus discursos y la justificación de sus políticas intervencionistas son más que contradictorios. En cámara aparecen con barbijo y se saludan chocando los codos, pero luego aparecen las evidencias de reuniones, asados y comidas, sin ningún protocolo de los que ellos mismos ordenan al resto de los mortales.
Fue el mismo presidente Alberto Fernández el que justificó la falta de barbijo en las selfies que le piden sus seguidores, cuando visita las provincias inútilmente, para reuniones que podrían ser virtuales. El mandatario, completamente desconectado de la realidad, dijo que no podía dejarse el tapaboca para las fotos con sus fans, ya que él se enojaría si le pide una selfie a Bob Dylan y el cantautor aparece con media cara tapada. Con esa impunidad se maneja la dirigencia argentina, que a medio año de cuarentena fallida, no deja pasar la oportunidad para seguir metiéndole miedo a la gente.
En este contexto, las manifestaciones lógicas que tienen algo de sentido común son actos de valiente rebeldía política. Sabiendo la picadora de carne que la prensa progresista iba a encender, el director técnico de River Plate, Marcelo Gallardo, dejó un claro mensaje en la conferencia de prensa de anoche.
Tras la victoria de local contra el San Pablo 2 a 1 y la clasificación a octavos de final de la Copa Libertadores, el DT más exitoso de la historia del club millonario hizo como que no sabía que las cámaras grababan y el micrófono transmitía para dejar un mensaje que, en medio de esta locura, puede ser considerado como de resistencia civil.
“¿El barbijo sigue siendo obligatorio? Me parece una cosa totalmente estúpida, pero bueno”, dijo el “muñeco” antes de comenzar el intercambio con la prensa deportiva.
Cabe destacar que la cuestión no es “barbijo sí” o “barbijo no”, como los periodistas oficialistas pretendieron discutir el tema. El técnico es constantemente testeado, como el resto del equipo, y la conferencia de prensa se realizó con la distancia que indican todos los protocolos. Incluso más. Una vez sentado en la silla, no había otra persona a varios metros de distancia de Gallardo. Aunque sus palabras llamen la atención, no hay motivo científico lógico que indique que, aislado y respondiendo y muy lejos de todos, tenga que tener la boca y la naríz cubierta.
Si algo demanda esta “nueva realidad” con urgencia, además de repensar los sistemas de salud, incrementar los cuidados y ser responsable, eso es pensar por nosotros mismos. Lamentablemente, demasiados argentinos han suspendido su sentido común y el pensamiento crítico, para reemplazarlos por los discursos políticos de un Gobierno autoritario y sus comunicadores afines.