Todos los números indican que Alberto Fernández puede ser el próximo presidente de la República Argentina. Los 15 puntos de distancia sobre Mauricio Macri en las primarias del 11 de agosto parecen haber decretado la historia. Aunque desde los dos bandos hay prudencia y nadie reconoce que las cartas están echadas, las especulaciones sobre el rumbo de un gobierno de Fernández son diversas.
Por un lado, sobre todo desde los sectores vinculados al macrismo, hay temor que el regreso de Cristina Fernández de Kirchner (que acompaña a Alberto como candidata a vicepresidente) pueda significar el camino sin retorno al autoritarismo. Pero también otras voces, bastante más optimistas, aseguran que la sorpresa que dará el ganador de las PASO será semejante a la que dio otro peronista a finales de los ochenta: Carlos Saúl Menem.
Los indicios que ilusionan
El candidato del Frente de Todos, ante el temor que despierta su eventual gobierno, sobre todo por su candidata a vice y responsable del armado político, brindó algunas declaraciones buscando despejar las dudas. En una entrevista televisiva aseguró que el tiene en mente “un modelo capitalista”, criticó el “autoritarismo” del chavismo y aseguró que no piensa “cerrar la economía”. Con respecto a la posibilidad de que Argentina vuelva a caer en default, señaló:
“Nadie padeció el default más que yo, porque yo manejé a la Argentina en default. Puedo ayudar dando estas certezas de que no soy una persona que miente. Lo que digo lo cumplo. Soy responsable y serio. Fui el único que se ocupó de que la Argentina no gastara más de lo que entraba. Todo mi mandato”.
La presencia del “ortodoxo” Guillermo Nielsen como uno de sus principales asesores económicos, que incluso ha chocado duramente con los más altos referentes kirchneristas como Axel Kicillof, es otro de los motivos que entusiasman a los optimistas de Fernández.
Pero no todas son buenas
Más allá del temor que despierta la figura de Kirchner presidiendo el Senado y como primera figura en la cadena de mando, Alberto también está dando algunas señales que encienden alertas. En la jornada de hoy, y con la excusa de la problemática de las fake news, el compañero de fórmula de CFK anticipó una ley que regule contenidos de internet. Para el ganador de las primarias, las “desinformaciones” pueden llegar a “manipular” a la gente. Aunque aclaró que no tiene en mente nada que no exista ya en Europa, el fantasma del kirchnerismo, que quiso aniquilar a la prensa independiente, está muy presente.
Otra cuestión que generó duras críticas en las últimas horas fue la promesa de Fernández de incrementar el número de ministerios. Ante una situación fiscal extremadamente delicada, con necesidad de achicar los gastos en lugar de incrementarlos, el candidato a presidente que se perfila para suceder a Macri aseguró que aumentará las carteras de la Nación. Quiere devolverle el status de ministerio a Ciencia y Tecnología, impulsar el de Cultura y crear el de “igualdad”, abocado a la situación de la mujer.
La limitación como incentivo y el peligro autoritario
Más allá de las ambiguas señales del por ahora candidato, hay dos cuestiones a tener en cuenta. Argentina no tiene margen para posponer las reformas necesarias. Si hay algo que Alberto no es, es tonto. La capacidad de emisión monetaria como recurso es nula. Acercar el dedo del Banco Central a la impresora de billetes es sinónimo de hiperinflación automática. No hay capacidad de incrementar la deuda, sino todo lo contrario: sobran las dudas acerca de la capacidad de pago de los compromisos asumidos. Definitivamente no hay lugar para incrementar los impuestos, por lo que la ortodoxia parece obligatoria. Siempre y cuando se quiera generar un proceso político exitoso, claro.
Más allá del contexto económico, la figura de Kirchner en un posible mandato de Alberto no será secundaria. La expresidente “armó” las listas de legisladores y, al menos el primer día, la dupla tendrá en la señora el mayor capital político. Si él quiere fortalecer su poder y su independencia necesitará contar con otros espacios, no justamente los que lo llevarían a la presidencia de la nación.