Provincia de Jujuy, noroeste argentino. Una chica de 12 años acudió junto a su familia a un hospital por molestias estomacales, pero resulta que la niña no estaba enferma. Luego de los controles pertinentes los médicos corroboraron que estaba embarazada. Había sido violada por un hombre que ya se encuentra detenido y producto del abuso había una gestación en curso y en estado avanzado.
Dado que el delito estaba comprobado, la familia decidió ampararse en el Código Penal, que contempla el riesgo de la vida o la salud de la persona embarazada y abarca también los casos de violación. El caso de la niña, que ya contaba con seis meses de embarazo, tuvo impacto nacional y revivió la disputa entre “verdes” y “azules”, que no terminó con la votación en el Congreso el año pasado cuando se rechazó el proyecto de legalización.
Aunque organizaciones “pro vida” se hicieron presentes para ofrecer ayuda económica y posibilidades de empleo para los familiares de la menor, la decisión estaba tomada: se iba a realizar la “interrupción” del embarazo. Hasta ayer las organizaciones que defienden la legalización del aborto hablaban lisa y llanamente de eso, de un aborto.
Dado que la criatura ya tenía seis meses de formación en el vientre se decidió que el procedimiento a realizar sería el de una cesárea. Si bien hay una muchas personas seismesinas que han logrado sobrevivir, aquí la situación era diferente. No habría un parto anticipado por alguna complicación, sino una extracción forzosa cuando todavía faltaban tres meses de embarazo.
Hoy a las ocho y media de la mañana, en el hospital Materno Infantil jujeño “Héctor Quinatana”, la bebé fue extraída con vida del vientre de su madre con 703 gramos. Ya se confirmó su nombre, uno ideal: Esperanza. En declaraciones radiales, el ministro de Salud provincial, Gustavo Bouhid, confirmó que “es una bebé que ha nacido viva, que está en neonatología y será puesta en adopción”. El funcionario reconoció que la intervención fue ordenada por la Corte Suprema de Justicia.
Esperanza no la tiene fácil. Se le ha impedido que termine el proceso de formación, pero ya ha superado la asignatura más complicada: nacer con vida y sobrevivir. La bebé ya se convirtió en un símbolo y si logra la supervivencia su mera presencia será una complicación para los partidarios de la causa del descarte, los que hasta ayer la querían sin vida.