
En la tarde de hoy, la Cámara Federal dictaminó que la muerte del fiscal Alberto Nisman fue un homicidio. Lo que era de conocimiento general desde enero de 2015 ahora es oficial, tras la firma del magistrado Julián Ercolini, que se expidió en este sentido con base en las pruebas presentadas por la Fiscalía.
El año pasado, Gendarmería Nacional presentó sus pericias que confirmaban que la muerte fue producto de un homicidio, por lo que el reciente fallo de Cámara no es ninguna sorpresa. La madre de las hijas de Nisman, la también funcionaria judicial, Sandra Arroyo Salgado, mantuvo desde un primer momento la tesis del homicidio. Sin embargo, durante el final del kirchnerismo no era muy claro que el fallo de hoy, que resulta lógico, podía ser dictaminado.
Ante la muerte de Nisman, la primera carátula judicial del caso fue la de “muerte dudosa”. Aunque la exmandataria, que había sido denunciada días antes por Nisman por encubrimiento del atentado de la AMIA, no abrazó una única teoría ante la opinión pública, los voceros del kirchnerismo salieron a insistir con la tesis del suicidio.
Esta estrategia fue utilizada en varias oportunidades por el último Gobierno, que cuando había un tema lo suficientemente polémico como para abrazar una teoría descabellada, el régimen utilizaba voceros que sí la defendían. Una de las voces en este caso fue la del famoso actor Gerardo Romano, que no se cansó de repetir en todos los medios de comunicación que Nisman se había suicidado.
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La tesis de estos portavoces estaba relacionada con la idea de que Nisman había sido estafado por sectores de inteligencia, que le prometieron pruebas que relacionaban a Kirchner con el encubrimiento a los funcionarios iraníes. Según esta historia, finalmente los agentes no le dieron nada, ya que las pruebas no existían. Esto fue lo que para los kirchneristas ortodoxos sucedió con el fiscal, que en un ataque de desesperación antes de tener que presentarse en el Congreso, se habría volado la cabeza de un disparo.
La patética cadena nacional de Cristina
Aquel enero de 2015, y ante las inevitables referencias a la entonces presidente, Cristina Fernández, esta realizó una comunicación oficial. En una de sus tantas cadenas nacionales, Kirchner se mostró en esta oportunidad en silla de ruedas, por una lesión menor en una de sus piernas. Esta usual victimización fue muy cuestionada, ya que con un plano más corto se podía no mostrar la silla, o su pierna en alto. Sin embargo, la grabación comienza con un plano general, mostrando el cuadro de supuesta fragilidad de la jefe de Estado.
En sus palabras no se escuchó un pésame ni para las hijas ni para la madre de Nisman, pero abundaron las loas a su propio Gobierno en materia de derechos humanos. Luego de varios minutos autorreferenciales, Cristina se limitó a decir que la persona que le prestó el arma con la que se efectuó el disparo era “ferviente opositor” a su Gobierno. Cosa que pudo comprobarlo leyendo el Twitter de Lagomarsino.
Ese mismo año el kirchnerismo perdería el poder en Argentina en un marco de repudio generalizado. La muerte de Nisman fue uno de los puntos sin retorno del espacio político que gobernó el país por doce años.
La salida de Cristina y la investigación real
Aunque todavía no se sabe si la muerte del fiscal fue ordenada por la expresidente, si fue ordenada por otra persona para defenderla (con o si su autorización u orden) o si los responsables fueron los sectores de inteligencia que “le tiraron un muerto”, como se dice en la jerga, a Kirchner, lo cierto es que con el peronismo en el poder la investigación no iba a ver la luz del día.
Tuvo que caer el kirchnerismo para que comenzaran las pericias serias y una investigación adecuada. Hoy, las investigaciones judiciales tienen más probabilidades de llegar a buen puerto, no solo en relación con la muerte del fiscal, sino a la denuncia del fallecido. Cuando Cristina todavía era presidente, había logrado que la justicia desestimara la denuncia, cosa que quedó sin efecto ante la llegada de Mauricio Macri al poder.
Hoy, el Poder Judicial deberá establecer finalmente qué pasó con la AMIA, con Nisman, pero también si Cristina Kirchner fue parte del encubrimiento del atentado, tal cual denunció el fiscal antes de morir, ahora se sabe, asesinado.