La igualdad entre los sexos es el quinto objetivo de la Agenda 2030 impulsada por la ONU, que hoy promueve que así sea para lograr un mundo más sostenible. No obstante, cuando China, la nación con mayor número de habitantes del mundo, excluye a la población femenina de los círculos de poder, esta organización guarda silencio ante la evidente discriminación en la cúpula comunista.
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En China solo existe un partido: el comunista, cuyas siglas son PCCh. En él predomina uno de los sexos: el masculino. Como este país es, en teoría, una república, tiene un equivalente al poder legislativo: el Comité Central. El parlamento del denominado PCCh cuenta con 205 miembros, de los cuales solo 11 son mujeres. En comparación con las anteriores elecciones, disminuyó la representación femenina del 5,4 % al 4,9 %.
Donde no hay mujeres es en los círculos de mayor poder. Por primera vez en 25 años, el Politburó, el segundo nivel de mando, estará compuesto únicamente por hombres. En el anterior había al menos una mujer. Luego que se jubiló a los 72 años no quedó ninguna. Sun Chunlan era conocida como “la Dama de Hierro”, igual que la líder conservadora Margaret Thatcher.
Desde 1948, un año antes de la instauración de la Revolución Comunista, el Politburó del PCCh nada más ha admitido a ocho mujeres, solo tres de ellas llegaron a ocupar un cargo de vice primeras ministras.
Lo mismo sucede en el Comité Permanente, a cargo de elegir a los integrantes del Politburó. Las siete personas que mantienen las riendas del poder son varones. Esto no refleja la realidad de un país donde el 48,8 % de la población es femenina, pero representan solo el 29,4 % de los miembros del Partido Comunista.
China no es la excepción, es la regla
La falta de representación política no es un caso meramente chino, sino que es la norma en los regímenes totalitarios de izquierda. Sucedió en la Unión Soviética y sucede hasta ahora en Cuba. No obstante, el movimiento feminista es en su mayoría portavoz de este tipo de gobiernos donde la mujer es desplazada.
Es más, el supuesto día de la mujer trabajadora, el 8 de marzo, en realidad celebra el día que inició la revolución comunista en Rusia. Aunque se usó la figura de la mujer para ventaja política, el sexo femenino no se vio beneficiado en la cúpula del poder soviético.
Lo mismo en Cuba donde, desde la revolución, el poder lo tuvo un solo hombre por décadas, luego fue sucedido por su hermano Raúl y ahora por Miguel Díaz-Canel. No ha habido ni una mujer al mando. Lo mismo en Venezuela donde el proceso socialista ha tenido apenas dos líderes que se perpetuaron en el poder, ambos varones.
Entre otros aspectos importantes a mencionar, el sistema de cuotas no lo ha subsanado. Desde 2001 China tiene un sistema de cuotas que exige la presencia de mujeres en todos los niveles del gobierno (salvo el Politburó). No obstante, no se cumple. Como existe un solo partido, no hay un sistema de fiscalización. Por ende, no hay quien asegure el cumplimiento de las cuotas.
A eso se suma el hecho que el sistema de cuotas tampoco es una garantía en sí. El ejemplo más claro está en México, donde la mujer solo sirve para cumplir con una cuota pero quien ejerce es el varón. También hay casos donde hombres se declaran mujeres para aprovechar estas medidas.
Es más, en Chile hubo casos donde mujeres electas tuvieron que entregar sus cargos a varones que no lograron suficientes votos. Pues las cuotas de género así lo exigían.
China entrega cientos de millones a la ONU
Según el sitio oficial de la ONU, “la igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible”. Pero la igualdad de género no existe en la cúpula comunista. Sin embargo, a China no le reclaman.
Dice la máxima en latín “cui bono”, quién se beneficia, para encontrar la raíz de una cooperación sospechosa. En las últimas dos décadas, China aumentó su aporte de 12 millones de dólares a la ONU en 2000, a 367,9 millones en el 2019. Con la amenaza de Donald Trump de retirar fondos de la ONU, el protagonismo de China se potenció.
Para el Centro Stimson, que promueve la seguridad internacional y la prosperidad, el compromiso global y la innovación política: “La influencia financiera emergente de China en la ONU plantea un desafío”. Sobre todo para EE.UU. que es el principal donante, China es el segundo.
Toda nación soberana tiene derecho a elegir a sus políticos y no admitir imposiciones de la ONU o cualquier organismo internacional. Lo curioso es cómo sí hay presiones sobre las naciones con más necesidad, mientras que para China hay impunidad.