El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se pronunció nuevamente sobre ciertas diferencias que puede tener con su par argentino, Alberto Fernández, en cuanto al abordaje de ciertos temas. En esta oportunidad, el mandatario del gigante sudamericano optó por refererirse al uso del lenguaje inclusivo en Argentina, algo de lo que se burló en las redes sociales, al dejar implícito que medidas de esta naturaleza suelen estériles desde todo punto de vista.
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A través de su cuenta en Twitter, el mandatario brasileño, quien busca su reelección en octubre, se manifestó diciendo que «lamento la oficialización del uso del “lenguaje neutral” por parte de Argentina. ¿Cómo ayuda eso a su gente? El único cambio que se produce es que ahora hay “escasece”, “pobreze” y “desemplee”. Que Dios proteja a nuestros hermanos argentinos y los ayude a salir de esta difícil situación».
Bolsonaro también aprovechó la oportunidad para cargar contra su homólogo argentino con quien tiene marcadas diferencias ideológicas que se han puesto de manifiesto en varias ocasiones, entre ellas, en los encuentros que sostienen en Mercosur, bloque en el cual ambos países son miembros y ha terminado por ser la manzana de la discordia entre aquellos que tienen un pensamiento enfocado hacia el libre mercado, tal como el brasileño y el uruguayo Luis Lacalle Pou, frente a quienes defienden políticas paternalistas y eventualmente nocivas para la economía, como es el caso de Fernández, entre otros mandatarios.
«Buena suerte a los que creen que estas son las pautas más importantes para un pueblo. Mi compromiso es seguir reduciendo la violencia, creando un ambiente propicio para la generación de empleo, acelerando el crecimiento de nuestra economía y defendiendo los valores sagrados de nuestra patria», agregó.
Hoy Argentina está atravesando una situación económica devastadora. La moneda está devaluada y el hambre pulula, sobre todo en la primera infancia. Esto de acuerdo con la ONG Haciendo Camino, la cual indicó en 2021 que en Argentina 40 % de los infantes en esta nación sufren desnutrición. Sin embargo, el gobierno de izquierda “progresista” de Fernández ha priorizado desde sus inicios el plano ideológico, en lugar de las soluciones concretas.
– Boa sorte a quem acredita que essas são as pautas mais importantes para um povo. Meu compromisso é o de seguir reduzindo a violência, criando um ambiente propício à geração de empregos, acelerando o crescimento da nossa economia e defendendo os valores sagrados da nossa pátria.
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) August 3, 2022
Paralizar la economía produjo hambre en la región
A diferencia de la región, que optó por la paralización económica durante la pandemia, Brasil no ha parado de crecer. Ya advirtió hasta la ONU que la pandemia del hambre sería peor que el coronavirus y así fue. Sin embargo, Brasil ha sido la excepción. Si bien el gobierno de Bolsonario ha sido duramente criticado por el elevado índice de casos de COVID-19 en su país, estadísticamente han sido bajos.
Del total de 33.890.428 contagiados, 32.511.634 se han recuperado. Es decir, más del 95,93 % de los contagiados ha salido de la enfermedad. Asimismo, los casos fatales rondan los 679.063, una cifra alta sin duda, pero si se compara con una población de 212,6 millones de personas es menos del 1 % de la población (0,3 %).
Mientras, la economía ha despuntado. Brasil fue el primer país en el continente que superó los niveles prepandémicos. Es decir, mejor que febrero del 2020. A su vez, Brasil En cuanto a la violencia, como bien señala Bolsonaro, bajo su administración disminuyeron los crímenes.
«Logramos la mayor reducción de homicidios de la serie histórica en 2019 y la tasa de violencia más baja en 15 años en 2021, a pesar de que los ‘expertos’ pronosticaban un aumento de la violencia en mi gobierno. En 2022 los índices siguen cayendo. En caso de que fuera al contrario, ¿de quién sería la culpa?», celebró en su cuenta de Twitter.
Por ejemplo, en Río de Janeiro fueron más los delincuentes abatidos por la policía que civiles inocentes que murieron por parte de criminales. Es decir, Bolsonaro optó por soluciones reales, no discursivas. Por eso, agregó otra crítica a la ideologización de la política en su reciente burla al lenguaje inclusivo.
“En Brasil, la izquierda también parece obsesionada con destruir nuestros símbolos patrios. De hecho, esta es solo otra forma de dividir el país, irrespetando su cultura y tradiciones. El respeto se gana con carácter, con trabajo, con valores, no con esas tonterías”, recalcó en su oportunidad el mandatario.
Diccha afirmación quedó demostrada cuando una deportista sobresaliente quiso celebrar el triunfo de la selección femenina de fútbol con la bandera de la nación en la espalda. No obstante, no le permitieron, dado que es considerado propaganda política a favor de Bolsonaro, porque el mandatario ha usado los colores patrios en su campaña electoral.
Así lo reprocha Eduardo Bolsonaro, su hijo, el diputado más votado de la historia de Brasil. Al puro estilo espartano reclama entre comillas: “¡Esto es Brasil!”. De la mano de la campaña de reelección de Bolsonaro padre está “Dios encima de todo, Brasil encima de todos”. En dicho mensaje está implícito la lucha contra el globalismo y consigo agendas que subyugan a la nación y consigo los símbolos patrios.
Isso só vai acabar quando nós dissermos “basta!” É homem competindo contra mulher, proibição de bandeira nacional… A esquerda é contra o nacionalismo.
Queria ver se a atleta se negasse a dar a bandeira, o que o marmanjo iria fazer? Aqui é Brasil! Parabéns, Campeãs!!! 🇧🇷🇧🇷🇧🇷🇧🇷🇧🇷 pic.twitter.com/N27saSxHDi
— Eduardo Bolsonaro🇧🇷 (@BolsonaroSP) August 2, 2022
Desplazan a la mujer en el deporte
Eduardo Bolsonaro reclama cómo además, en nombre de una supuesta inclusión se excluyen los símbolos patrios. Y se incluye a hombres en deportes femeninos que las terminan desplazando. Esto se fue con cada vez mayor frecuencia. Mujeres deportistas quedan relegadas en el podio y su lugar es ocupado por hombres que se declaran mujeres trans. Y si una de ellas se atreve a cuestionarlo, queda excluida de redes sociales como Twitter.
De manera que la supuesta inclusión en el lenguaje excluye a las mujeres en el deporte, a los símbolos patrios y no afronta los problemas reales. Pero no es una cuestión meramente argentina. Ahora que Ecuador tiene la peor desnutrición infantil de Sudamérica (segunda en el continente después de Guatemala), sus legisladores están debatiendo si cambiar “sexo” por “género” en el documento de identidad.
Por eso y más, Bolsonaro se burla del lenguaje inclusivo. Pues no soluciona los problemas de la nación. Al contrario, impone una agenda ajena a ella. Cambia el lenguaje, cambia la cultura y no beneficia a la población sino que crea conflictos nuevos. Y sobre todo invierte el sentido de prioridad. Relega a los más necesitados y crea nuevas víctimas, afectadas por palabras, mientras en la nación abunda la escasez, la pobreza y el desempleo. Temas que Brasil combate, mientras donde impera el “lenguaje inclusivo” quedan relegadas en importancia.