Decenas de obispos, sacerdotes y académicos se sumaron a un llamado convocado por el nuncio apostólico, el arzobispo Viganó, junto a los cardenales Pujats, Muller y Zen con el fin de detener el avance de prácticas —a las que llaman totalitarias— que se están instaurando en naciones históricamente cristianas por causa de la pandemia de la COVID-19.
“No permitamos que con la excusa de un virus se borren siglos de civilización cristiana, para instaurar una odiosa tiranía tecnológica en que personas sin nombre y sin rostro decidan la suerte del mundo confinándonos a una realidad virtual”, exclaman mediante un documento referentes de la jerarquía eclesiástica dirigida a todas las personas de buena voluntad.
Advierten que mediante el pánico se está aumentando e incluso justificando la restricción de las libertades, el control de las personas y la vigilancia de sus movimientos. Denuncian que esta forma de imposiciones antidemocráticas preludian de manera inquietante un Gobierno Mundial que escapa a todo control.
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— Dr. Fernando Secin (@f_secin) May 8, 2020
Cardenal chino que escapó del totalitarismo encabeza la denuncia
Cabe destacar que el Cardenal Zen ha vivido el totalitarismo en carne propia, nada menos que la cuna del coronavirus: China, donde se propagó el brote, precisamente mediante la censura a los médicos que lo advirtieron.
Zen tuvo que exiliarse de China continental, donde el Estado regula el discurso de la Iglesia e incluso decide quienes pueden dar misa. El Cardenal es Obispo Emérito de Hong Kong, donde es parte del éxodo de refugiados acogidos por la Iglesia Católica. Lleva años denunciando el arresto y envío a campos de trabajo forzado de católicos y otros creyentes. «Yo volví a China en 1974 durante la Revolución Cultural, y la situación era terrible, peor de lo que puedan imaginar. Era una nación bajo la esclavitud y olvidamos estas cosas fácilmente. También olvidamos que nunca se puede tener realmente un buen acuerdo con un régimen totalitario”, lamentó.
China aprovecha la pandemia mundial para acabar con el cristianismo https://t.co/f2bUwY9kKc
— InfoVaticana (@Infovaticana) May 5, 2020
El Estado no tiene derecho a interferir en la soberanía de la Iglesia
Por eso y más ahora forma parte del documento junto a sus pares donde declaran que “la criminalización de las relaciones personales y sociales debe considerarse asimismo una parte inaceptable del proyecto de quienes promueven el aislamiento de las personas para manipularlas y dominarlas mejor”.
Afirman que el Estado no tiene el menor derecho a interferir por motivo alguno en la soberanía de la Iglesia y solicitan que sean retiradas las limitaciones a la celebración del culto público.
Piden a los Gobernantes que garanticen evitar medios de control como el rastreo electrónico o cualquier otra forma de ubicación. Los firmantes reconocen la gravedad de la pandemia e insisten que el combate al COVID-19 no debe servir de pretexto para respaldar turbias intenciones de entidades supranacionales.
Aunque instan a la comunidad científica a trabajar por una cura y/o vacuna, no están de acuerdo con la aplicación obligatoria de ningún tipo. Aclaman que los gobiernos deben permitir a los ciudadanos la posibilidad de rechazar toda limitación a las libertades personales, sin imponer forma alguna de penalización para quien no desee beneficiarse de las vacunas, de los métodos de localización y de cualquier otro instrumento análogo.
En cuanto a los valores cristianos que están en peligro mediante el desmedido control estatal, está ante todo la cooperación (tanto a nivel familiar como entre clientes y vendedores), las libertades individuales y la capacidad de hacer el bien sin intermediarios como el Estado.
Instan a los católicos y a toda persona de bien a no dejarse intimidar ni asustar por quienes nos hacen creer que somos minoría: “el bien está mucho más difundido y es mucho más poderoso de lo que el mundo quiere que creamos”.
PanAm Post para comprender el vínculo entre la libertad de culto y las demás libertades, se comunicó con Gabriel Zanotti, profesor universitario de filosofía y director académico del Instituto Acton, cuya misión es «promover una sociedad libre y virtuosa, caracterizada por la vigencia de los derechos personales y la economía de mercado, en armonía con la Fe Católica».
¿Por qué es importante que quienes defienden la libertad, independiente si son religiosos o no, reconozcan la importancia de la libertad de culto?
La libertad religiosa siempre ha sido la base de todas las demás libertades. La libertad religiosa implica que la verdad no se pueda imponer por la fuerza, lo cual es el fundamento de las libertades de enseñanza, de expresión, de libre asociación y obviamente el reconocimiento de la propiedad privada de todos para ejercer esas libertades. Que esta libertad esté tan en peligro —hace ya mucho tiempo, antes del coronavirus— es un síntoma del “olvido de la libertad” que padece Occidente hace bastante tiempo. Con lo cual va hacia su autodestrucción, si no reaccionamos ante este totalitarismo masivo en el cual estamos inmersos ahora por el famoso virus.
¿Cuál es la relevancia política social cultural de un pronunciamiento así por parte del clero, tanto dentro de la institución y hacia el mundo?
Son sólo tres cardenales, pero ellos son importantes, tienen autoridad moral y además son seguidos por un número importante de firmas. Y la importancia radica en que permanentemente se refieren a la libertad individual. Todo el tiempo. Es como si definitivamente ya habitaran en el mundo del liberalismo clásico constitucional. Esa confluencia es un signo de esperanza. La verdad, este pronunciamiento ha sido una de las pocas buenas noticias de los últimos tiempos. Espero que más católicos se sumen a este pronunciamiento.