Se acercan las elecciones presidenciales en Brasil y el líder de la izquierda, Lula Da Silva, sigue preso. Pese a su historial delictivo todavía tiene mucho respaldo. Por eso crecen dudas de su retorno a la carrera presidencial y cómo otros candidatos pueden usar su martirio como ventaja política.
PanAm Post consultó con Rafael Ribeiro, máster en Relaciones Internacionales y activista liberal-conservador al respecto. Actualmente es coordinador de la campaña de Priscila Chammas, candidata libertaria para el Congreso Nacional en el estado de Bahía.
¿Cuánto poder tiene Lula dentro del cuerpo electoral de Brasil?
Lula es una figura política muy poderosa en Brasil y en América Latina. Incluso dentro de prisión, es capaz de coordinar las acciones electorales de su partido y asistir a otras organizaciones de izquierda. En el caso de Lula, con un truco de magia, promete resolver todos los problemas de Brasil. Aunque no puede presentarse legalmente, Lula ejerce influencia en las elecciones de este año.
¿Cree que es posible que Lula, de alguna forma, alcance la libertad antes de las elecciones?
No creo en esa posibilidad. Y, para ser sincero, creo que el propio Lula no espera que esto suceda. Electoralmente hablando, él es capaz de sacar más ventaja estando preso y creando la narrativa de condenado político, que suelto. El candidato que le apoye, dentro de prisión, tendrá un aumento de votos sustanciales. Después de las elecciones, sin embargo, si alguien de la izquierda es elegido, el riesgo de que sea liberado, desafortunadamente, es enorme.
¿Cómo es posible que el 30% de los brasileños quieran un presidente condenado por corrupción?
Gracias al PT (Partido de los Trabajadores), dada su máquina de hacer propaganda y crear narrativas, la corrupción siempre fue considerada un crimen justificable en Brasil. El mito de Lula posee un salvoconducto para practicar ilegalidades y ser deshonesto, mientras el pueblo se sienta prestigioso y protegido por su figura populista.
¿Qué tipo de propuestas políticas motivan a los electores brasileños (las mayorías y ciertos sectores)?
El brasileño en general todavía ve al Estado como la entidad responsable de garantizar sus oportunidades y conceder privilegios. Todo político que endosa un discurso nacionalista y proteccionista acaba siendo bien visto por la población. Todos quieren la garantía de sus privilegios y de su sector, sean los médicos, policías, camioneros, etc.
Hay una aversión muy grande al capitalismo de libre mercado por aquí también. Entonces, basta que el candidato prometa resolver todo con más leyes y regulaciones, que el pueblo siente confianza, porque creen que estarán a salvo del salvajismo del capitalismo.
Pero nadie piensa que todo lo que el Estado puede ofrecer es sacado del bolsillo del pagador de impuestos. Y toda inversión pública es generalmente mal hecha y da margen a la corrupción. Quien paga la cuenta del perjuicio, al final de cuentas, somos nosotros, y no los políticos.
Es como decía el economista francés Bastiat: “Todos quieren vivir a costa del Estado, pero nadie se da cuenta de que el Estado vive a costa de todos”.
¿Cuál es el pronóstico de las próximas elecciones?
Es la elección más imprevisible de los últimos 30 años. Quien dé algún tipo de certeza estará dando un mero pálpito o mintiendo.
En el ámbito legislativo, apuesto a las renovaciones puntuales, pero, desgraciadamente, no creo que haya un gran porcentaje de nuevas figuras elegidas.
La máquina electoral en Brasil es injusta y perversa, y favorece tanto a las izquierdas como a las oligarquías populistas. Para la presidencia, hay una oportunidad real de ruptura sistémica representada por la candidatura de Jair Mesias Bolsonaro.
Es interesante notar que la mayoría de los candidatos ya adoptó, al menos en discurso, ideas más pro-mercado y menos estatizantes. Sin embargo, Bolsonaro es el único que apuesta en un enfrentamiento valiente al marxismo cultural y hace denuncias contundentes del Foro de São Paulo y de la violencia generada por el narcotráfico.
La economía es un elemento importante de la política, y necesitamos medidas liberales para salvar el presupuesto público de nuestro país y generar más oportunidades de empleo y renta, pero incluso los comunistas entienden de leyes de mercado y las aplican cuando les convienen. El próximo presidente deberá ser combativo en el ámbito cultural, para que los brasileños aprendan a simpatizar con el liberalismo económico de forma espontánea y continua, y no sólo en momentos de crisis.
Rafael Ribeiro ingresó en la política partidista en 2016, cuando fue jefe de campaña de la entonces candidata a concejal (ahora para diputada) Priscila Chammas. Entre 2017 y 2018, residía en Estados Unidos, donde actuó junto al movimiento libertario de aquel país en organizaciones como Young Americans For Liberty y Turning Point USA.