En toda América Latina, agrupaciones de izquierda -con los sindicatos a la cabecera- toman las calles clamando que el Estado intervenga en las relaciones laborales, un lujo que los cubanos no se pueden dar.
Ahora que está en proceso la nueva constitución cubana, opositores y exiliados manifestaron su rechazo y propusieron a cambio el reconocimiento de derechos y libertades, entre ellos el derecho a huelga y sindicato, que hasta ahora no son reconocidos en Cuba.
Mientras en el resto del continente banderas del Che Guevara, la hoz y el martillo, incluso del rostro de Lenin, piden socialismo a gritos, en Cuba es posible solo si es en un acto autorizado por el Estado.
Muchos desconocen, otros eligen ignorar, que acorde mayor es la intervención estatal en las relaciones laborales menor es la oportunidad de manifestar inconformidad, pues no hay quien fiscalice a quien todo lo controla.
En el caso de Argentina, por ejemplo, sucede en contravención a la constitución que garantiza la libertad de movimiento, derecho que se ve obstaculizado por las marchas que colman las calles.
En Argentina, la izquierda y los sindicatos de la mano
Ya desde los años del primer peronismo existe un enfrentamiento entre el justicialismo y los espacios políticos de izquierda para controlar los sindicatos. Si bien los seguidores de Perón mantuvieron una hegemonía durante muchos años, en la actualidad los partidos socialistas han incrementado considerablemente su influencia dentro de las bases sindicales. Aunque la Confederación General del Trabajo sigue siendo peronista, en la mayoría de las empresas el delegado sindical reporta al Partido Obrero, de orientación trotskista.
En cada paro general o huelga en Argentina el color lo pone el PO, fuerza política principal del Frente de Izquierda de los trabajadores, espacio que cuenta con representación parlamentaria a nivel nacional.
La CTA (Central de los Trabajadores Argentina) también tiene un fuerte perfil socialista y en la actualidad su principal lucha es por la reapertura de las paritarias. Es decir, que los sindicatos puedan volver a negociar los aumentos en el marco de constante inflación.
El Partido Obrero tiene su rama especialmente dedicada a las cuestiones sindicales: La “Coordinadora Sindical Clasista”. Allí se agrupan los reclamos sindicales en una forma orgánica y se nutren las filas partidarias de nuevos militantes que se acercan a la política por medio de los contactos gremiales en diferentes empresas.
La comunión entre el sindicalismo y la izquierda en Argentina ha dado hasta candidaturas políticas a nivel nacional, provincial y municipal. Uno de los gremialistas más famosos del país, Rubén “el Pollo” Sobrero, además de su militancia sindical, pertenece a la Izquierda Socialista. Este partido forma una alianza con el Partido Obrero, espacio que lo ha llevado a competir electoralmente en Buenos Aires.
En Bolivia llevan el Che Guevara y Lenin son parte de la lucha obrera
Las causas obreras, conocidas como proletarias en los tiempos de Marx, llevan en sus emblemas, logos y banderas los rostros del Che Guevara y Lenin, líderes de revoluciones sangrientas y represoras que avanzaron con el ideario socialista en el mundo.
Sin embargo, pese a estar un coideario en el poder, a quienes respaldaron y quien abogó por su causa, Evo Morales, avanzó con legislación para criminalizar en el Código Penal la protesta social con prisión.
“Las personas que formen parte de una fuerza armada o grupos de personas que se atribuyan los derechos del pueblo y pretendan ejercer tales derechos a su nombre serán sancionadas con prisión de dos a cuatro años y, cuando corresponda, inhabilitación para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo”, planteaba originalmente el artículo propuesto.
No obstante, tras presiones de protestas sociales, a las que incluso se sumó la Iglesia Católica, fue abrogado el Código Penal.
Y es que aun sin estar en el Código Penal, la represión contra agrupaciones sociales ha sido constante.
En el 2011, por ejemplo, dimitió la Ministra de Defensa, por la represión contra una marcha indígena multitudinaria que exigía un alto a la construcción de vías en territorio ancestral, lo cual puso en duda la tendencia indigenista y ecologista que Evo Morales ostentaba hasta el momento, por lo cual pidió disculpas públicas.
Casos afines hay en el continente entero.
Cuando el socialismo es menor, la causa proletaria goza de libertad de expresión para levantar la hoz y el martillo para llevar adelante su revolución.
Pero cuando el socialismo está en el poder, se reprime el derecho a huelga y sindicato, salvo que sea autorizado por el Estado.
Tanto que ya se habla de Evo como «el nuevo Dictador», por hacer lo mismo que hicieron los socialistas que le precedieron (desde la Unión Soviética): reprimir a los mismos grupos que le llevaron al poder.
*Esta nota fue elaborada en coautoría con Marcelo Duclos.