Venezuela ha recorrido un largo camino para convertirse, primero, en “una república” y luego en “democrática”. Las dos palabras, en verdad, algunas veces se han usado combinadas y en otras separadas. Los episodios revelan, asimismo, que se les ha tratado como antitéticas.
En el interesante trabajo de Rafael Arraiz Lucca, destacado discípulo en nuestras clases de derecho, del cual se alejó apasionado por la historia y en la cual cuenta con merecidos galardones, formula clarividentes acotaciones en lo relativo al proceso histórico venezolano: 1. La república nació sin enfrentar un dilema y el camino a la democracia ha sido dilatado (700 años), pero, además, accidentado, 2. Se mutó entre una “república federal y presidencialista”, como la de EEUU, pues “la democracia parlamentaria” de Inglaterra resultaba contraproducente, 3. Bolívar, opuestamente a Juan Manuel Roscio, lidera “la necesidad de un mando central para enfrentar el desafío de la guerra, 4. El libertador tanto en Bolivia como en Colombia se resteo por oponerse a la estructura federal, no yéndole bien, 5. Y a pesar de su admiración por el federalismo norteamericano, a su juicio, inaplicable en Caracas. Bolívar termina, sin embargo, calificando a los EEUU de excepcional por haberse consolidado bajo el federalismo. Otros de los aspectos a los cuales Arraiz Lucca atribuye importancia es al “militarismo” el cual se nutre de la concepción de los guerreros por la libertad de la patria y de que los civiles no tienen idoneidad para gobernar, evidencia de lo cual es el golpe de Estado contra el presidente José María Vargas, al cual se opone José Antonio Páez, restituyéndolo al poder. La constante histórica para los hombres de uniforme en lo que a su preferencia para gobernar se refiere, pareciera justificar el hecho de que no se les sancione con el peso de la ley por la intentona golpista. Y Vargas termina renunciando. El destacado discípulo estima, como copiamos, que así quedó establecido un pésimo antecedente en el país: “Se podía violar la constitución y las leyes, desplazar del poder a un civil, y luego ser condonado y seguir adelante”.
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A nuestro juicio nunca ha dejado de ser una constante histórica, evidencia de lo cual es que después de cuarenta años de democracia, una arremetida castrense terminó convirtiendo a Hugo Chávez, una vez indultado, mediante el voto popular en “el 47º presidente”, camino para la delineación de una presunta “democracia participativa”, la cual se inicia en 1999 terminando en 2013 con la muerte del primer magistrado. Pensando en Vargas pareciera oportuno concluir que lo de Chávez evidencia “la repetición de la historia”, más frecuente de lo que imaginamos. La propuesta, “una real intervención de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas vs. la indirecta de los regímenes democráticos representativos”. Sería engañoso sostener que el jefe de Estado tuviese ya elaborada antes de ser electo “una república novedosa y distinta a la estructurada en la ley de leyes democrática de 1961”, así como la tipología de gobierno que ejecutaría, más bien ambas cosas fueron con posterioridad al golpe militar y en la campaña electoral y con la asistencia de venezolanos que se sumaron al movimiento, pero, también, de algunos académicos extranjeros. El nuevo régimen, el cual terminó asumiendo “el carácter de revolucionario”, en criterio de sus mentores, ante “la perentoria, pero para unos cuantos hipotética, necesidad de refundar a la república”. En la BBC, la periodista Alicia Hernández escribe que Chávez cambió el modo de hacer política. Pero también propició la alta polarización del país, se enfrentó al sector privado, cerró medios de comunicación, fue calificado de autoritario por sus rivales y afianzó las bases de una economía que al poco de morir se hundió, con el resultado de en una crisis que persiste (BBC, Marzo, 2023).
Una de las polémicas que no ha de olvidarse es la relativa a “las sanciones” que los EE. UU., al cual se sigue mirando como “el garante de una buena humanidad”, suele aplicar a gobiernos no democráticos y sindicados como transgresores de los derechos humanos. Venezuela ya lleva algunos años sometido a este régimen, no habiendo unanimidad, no únicamente, en cuanto a su eficiencia, sino, también, con respecto a los efectos que producen. Para el académico Francisco Rodríguez, debilitan los gobiernos sancionados. Los efectos los experimentan más bien aquellos que moran, por ser los que realmente sufren las consecuencias por la depresión económica, fiscal y de otra índole. La cautela se impone si se quiere ser objetivos en la definición de los mecanismos de lucha contra regímenes atípicos, como se ha calificado al de Caracas.
No está demás que los venezolanos releamos el libro Tiempos Recios del nobel Mario Vargas Llosa, en cuyas paginas encontraremos estrategias utilizadas por los gobiernos de países desarrollados, inclusive, el de EE. UU., cuando se sabe vender una determinada situación en la que se perciba que un país ha decidido enrumbarse a regímenes atípicos que generen riesgos para las inversiones americanas. El poder del denominado lobby que tales intereses ejercen en los ejes de poder ha sido históricamente determinante para el derrocamiento de jefes de Estado. Recordemos el caso de Juan Jacobo Árbenz, vigésimo quinto presidente de Guatemala, quien como se lee su gobierno se basaba en tres objetivos: 1. Hacer de su país uno económicamente autosuficiente, 2. Sustituir la economía feudal en una de mercado. En 1954 fue derrocado, hecho que se imputa al Gobierno de Estados Unidos, con el patrocinio de la empresa United Fruit Company. Bajo esa mira, como dirían los buenos cazadores, han de mirarse lo que pudieran hacer las empresas petroleras que han recibido la permisión para realizar actividades en Venezuela. No sabemos si calificar esto como geopolítica, pero su eficiencia con respecto a los cambios de regímenes, pareciera que no es aconsejable dejar de tomarlo en cuenta. Particularmente, porque lo pueden utilizar los gobiernos extranjeros o la oposición.
Este es el escenario grosso modo que tipifica a la Venezuela que dentro de un par de días sufragará para seleccionar al candidato de las presidenciales de 2024. Se trata de un proceso suigeneris calificado como “primarias autogestionadas”, esto último, por no realizarse bajo la tutela del Consejo Nacional Electoral, con relación al cual las fuerzas opositoras no tienen confianza. “El cálculo de probabilidades” ilustra con respecto a la segura escogencia de María Corina Machado, quien declarándose “demócrata liberal” ha recorrido al país denunciando como negativo “el socialismo” que para muchos, sin saber a ciencia cierta en que consiste, practica el gobierno. Su promesa “ir hasta el final”, entendido como la convicción que tiene de que los venezolanos han de deshacerse del actual régimen, único camino para abrazar políticas adecuadas en aras de su recuperación como nación sustentada en corrientes modernas para su desarrollo.
La ingeniera Machado no cree en los diálogos con el régimen, escenario en el cual los partidos e individualidades restantes de la oposición tienen puestas sus esperanzas, como instrumentalidades que demanda la reconciliación entre los venezolanos. Este sector, ha de tenerse presente, es el más afectado por la polarización, enemiga, como se escucha, en lo relativo a la eficiencia política. Evidencia es que no obstante las reales posibilidades de Machado de salir victoriosa en las elecciones primarías, representantes del sector que con ella compite, denominada “Plataforma Unitaria”, acaba de suscribir “el Acuerdo de Barbados” en lo relativo a las elecciones presidenciales, las cuales no se adelantarán, pues tendrán lugar en el segundo semestre de 2024. Para Geraldo Blyde, opositor: 1. Desarrollar un proceso electoral con garantías concretas para el cambio político”, 2. Hay una ruta para que los inhabilitados y partidos recuperen sus derechos, 3. Garantía de la observación electoral y la seguridad, libertad de circulación y reunión para los participantes. Para la periodista Florantonia Singer prosigue sin resolverse el tema de las inhabilitaciones de los candidatos opositores, usados para bloquear a la disidencia política, el tema más polémico (El País, Oct. 17, 2023).
Se hace difícil concluir sin dejar de mencionar que en la Venezuela de hoy parecieran haber tres conflictos o por lo menos divergencias: 1. María Corina Machado y el régimen, 2. La oposición tradicional y María Corina Machado y 3. El régimen y algunas individualidades y partidos opositores. Si a ello agregamos la multiplicidad de reuniones vía dialogo en México y ahora en Barbados, con todo respecto, tal vez, convenga suspender lo formal acudiendo a la canción “Despacito”, de Luis Fonsi.
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