El régimen de Nicolás Maduro ya asoma su intención de incumplir con su parte de los acuerdos firmados en Barbados. Tras el alivio temporal de sanciones a la industria petrolera y gasífera, Estados Unidos ha manifestado que –ingenuamente– espera que antes de finalizar noviembre el chavismo presente un calendario para el levantamiento de las ilegales inhabilitaciones y liberación de presos políticos. Sin embargo, las declaraciones de los altos funcionarios de la dictadura van en dirección opuesta.
Sin sorpresas, el canciller chavista, Yván Gil, dejó claro este viernes que no hay una disposición real de negociar. “Este primer paso que da el Gobierno de Estados Unidos (…) lo acogemos con beneplácito y debe marcar la ruta al levantamiento total y definitivo, y sin condiciones, de todas las medidas coercitivas unilaterales contra nuestro país”, dijo al canal oficialista VTV.
- Lea también: Maduro, entre la presión de EEUU y la puerta giratoria de los presos políticos
- Lea también: María Corina enumera razones para desconfiar de acuerdos con Maduro
Mientras tanto, el régimen se prepara para el ingreso de Venezuela al “mercado internacional energético”, aprovechando el beneficio que le ha concedido el gobierno de Joe Biden y la complejidad de la geopolítica mundial como consecuencia de las guerras en Israel y Ucrania.
Temas claves de la negociación entre el chavismo y Estados Unidos
Aunque inicialmente el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols, había adelantado que no se levantarían sanciones si se mantenían las inhabilitaciones y no se liberaban los presos políticos, a las pocas horas el Departamento del Tesoro anunció un alivio por seis meses de las sanciones al petróleo y el gas, advirtiendo que la medida se podría revertir si Caracas no cumple con su parte. Washington sostiene que “es clave solucionar esos dos temas (inhabilitaciones y presos políticos)”. Pero, ¿hasta donde está dispuesta a llegar la administración Biden si Maduro no responde a estas exigencias? ¿Habrá una presión real al chavismo?
El canciller del régimen no ha sido el único que ha dejado clara la falta de voluntad para una negociación real. Luego de divulgarse los resultados del acuerdo sobre “la promoción de derechos políticos y electorales”, el presidente de la Asamblea Nacional chavista, Jorge Rodríguez, se refirió al punto 11 en el que se indica que “se permitirá la inscripción de todos los candidatos en la elección presidencial que cumplan con los requisitos constitucionales”, reiterando que quienes estén inhabilitados no podrán inscribir su candidatura ante el Consejo Nacional Electoral (CNE).
María Corina tenía razón: el régimen no cumple acuerdos
Entonces, EE. UU. está siendo –por lo menos– ingenuo, si cree que habrá un cambio en el discurso y la posición de una dictadura que ve en María Corina Machado una amenaza real para su permanencia en el poder. Y como ella misma lo recordó en un comunicado en el que aclaró que no participó en los diálogos en Barbados, “en el pasado, el régimen de Maduro ha firmado acuerdos que viola reiteradamente”. ¿Cuál sería ahora la novedad?
En este momento hay que hacerse una pregunta: ¿En qué ha cedido el régimen de Maduro? En los acuerdos se estableció que las elecciones presidenciales se convocarán para el segundo semestre de 2024 y se permitirá la presencia de observadores internacionales. Acto seguido, la dictadura liberó a cinco presos políticos. En Washington aplaudieron los “avances”, pero la realidad es que el régimen no ha cedido nada extraordinario o que apunte a la celebración de unas elecciones libres y justas.
Lo que se acordó es algo establecido en la Constitución y las leyes. Las elecciones deben celebrarse cada seis año y para que sean legítimas deben contar con observación internacional. Además, la liberación de cinco presos políticos no significa un avance para la celebración de elecciones libres y la recuperación de la democracia, pues se trata de una fórmula conocida como “la puerta giratoria”, empleada también por la dictadura cubana, que consiste en liberar a unos para luego encarcelar a otros y seguir contando con una cantidad similar de rehenes para canjear cuando así lo requiere la tiranía.