La violencia es el arma de los que no tienen razón. Por esto, al verse sin argumentos para justificar la incoherencia de condenar la dictadura de Pinochet y alabar la de los Castro, Gustavo Petro se despojó de su investidura de dignatario para responder con frases tan violentas como delirantes a un válido cuestionamiento público del expresidente Iván Duque en las redes sociales. El hombre que hoy rige los destinos de Colombia no solo superó todo alegato infame, repugnante y miserable de su vida política sino que además destapó ante el mundo quien realmente es: un guerrillero que desprecia la democracia.
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Decir que “los Castro cuidaron que los niños tuvieran comida, salud y educación” ha sido, sin duda, la mentira más nefasta de Petro. No fue suficiente con haberse tapado los ojos en La Habana para no ver la miseria en que viven los cubanos, limitándose a mostrar una foto de las fachadas de edificios históricos restauradas recién llegó a la isla para lavarle la cara a la tiranía haciendo su aporte mediático a la romantización del comunismo. En su despedida fue un paso más allá. Faltó poco para que hubiera pedido al Vaticano la beatificación de Fidel Castro. Pero más indignante aún fue el tono vulgar –impropio de un presidente– con el que se expresó públicamente: “Me importa un pito los que se creen demócratas (…)”.
Los Castro cuidaron que los niños tuvieran comida, salud y educación, en cambio tú, Duque, los bombardeaste. Creiste que si morían los niños moría el comunismo, tanta estupidez pensaste. Quizás sea peor la dictadura del que cree que es bendito el matar 6.402 jóvenes, pensando… https://t.co/84gearFgol
— Gustavo Petro (@petrogustavo) September 17, 2023
De la indignación a la preocupación
Sus palabras generan preocupación. No es poca cosa que el presidente de un país que ha tenido como norte la defensa de la libertad y la institucionalidad se declare defensor de una dictadura, alegando para tal fin que le importa “un pito los que se creen demócratas”. El desprecio por la democracia que hoy expresa Petro se convierte en el preámbulo de lo que serán sus próximos años de gobierno. Con sus dos últimos viajes ha demostrado desde Santiago y La Habana que su prioridad será la defensa del relato ideológico que le permita pasar la página del modelo “humanista” que lo llevó al poder a uno sin caretas en el que se sienta con autoridad para gritar frente a la Fuerza Armada: “Patria, socialismo o muerte”.
El manual no es nuevo. Es el mismo que puso en práctica Hugo Chávez en Venezuela, quien durante la campaña presidencial de 1998 negó ser socialista y simuló preocupación por el pueblo cubano que sobrevivía a una dictadura, para dar un giro a su discurso apenas se instaló en el Palacio de Miraflores y sus viajes a Cuba y la defensa de los Castros se volvieron frecuentes.
Cuba ha sido campo de entrenamiento de guerrilleros y terroristas de Latinoamérica. Son muchas las vidas que se perdieron gracias al apoyo de Cuba en la creación de grupos terroristas:
⚫️Nicaragua, Carlos Fonseca Amado creador del Frente Sandinista de Liberación Nacional después… pic.twitter.com/mSsV7vV71l— David Ghitis (@ghitis) September 17, 2023
Petro sigue los pasos de Allende y los Castro
Gustavo Petro parece haber pisado el acelerador en esta dirección en la última semana, pues pasó de “defender la democracia” en Chile, al condenar el golpe de Estado contra Salvador Allende –obviando datos históricos como el irrespeto a la separación de poderes, las expropiaciones, la escasez de alimentos y la inflación superior a 600 % que llevaba al país austral por el mismo camino de Cuba– a defender la dictadura impuesta por los Castro ocultando la realidad que se vive en la isla donde no hay alternabilidad del poder ni derechos políticos, la libertad de expresión es inexistente, el supuesto éxito del sistema de salud se alimenta de la exportación de un modelo esclavista, los servicios públicos son un lujo del que solo gozan los jerarcas del régimen, el racionamiento de alimentos es el pan de cada día y la represión y los juicios sumarios están a la vuelta de la esquina contra todo el que piensa distinto. Y los niños que Petro asegura que “cuidaron” los Castro son víctimas sin distinción de todas estas tragedias.
Los niños que Petro afirma que “cuidaron” los Castro
La brutal represión desatada en la isla para contener las protestas del 11 de julio de 2021 mostró el peor rostro de la dictadura contra la infancia y la juventud. Un total de 39 menores de edad fueron apresados y seis han sido condenados a penas de cárcel por el simple hecho de hacer reclamos justos en las calles, lo que la tiranía tipificó como delitos de “sedición, sabotaje, desacato y desorden público”, entre otros. Así se admite en un informe gubernamental del 30 de diciembre de 2022, presentado por la misión diplomática de Cuba ante el Comité de los Derechos del Niño, adscrito a la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Otro caso es el de Reniel Rodríguez, identificado como @LunaticoDebates en la red social X (antes Twitter), que en noviembre de 2021, cuando tenía 15 años, fue ingresado a una “escuela de conducta” a la que el régimen llama oficialmente Escuela de Formación Integral, tras haber sido trasladado en una patrulla por las fuerzas de seguridad de la dictadura por haber convocado a una protesta desde sus redes sociales. La “educación” que Petro asegura que han garantizado los Castro a los niños no ha sido otra cosa que adoctrinamiento.
Estas “escuelas de conducta” recuerdan lo que fueron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) que durante la década de los 60 sirvieron como campos de concentración para homosexuales, religiosos o artistas que la “revolución” cubana consideraba “débiles” o “antisociales” que había que “reeducar”. Se estima que por allí pasaron unos 25.000 hombres que en muchos casos no vivían para contarlo, en su mayoría jóvenes.
Cuando una peligrosa huida es la única esperanza
Tampoco se puede olvidar a los miles de cubanos que se han lanzado en improvisadas balsas al mar para huir del dictadura comunista. Solo en 1994, durante la llamada “crisis de los balseros”, llegaron de esta manera a Estados Unidos unas 35.000 personas, incluyendo niños. Pero esta tragedia no es cosa del pasado. Actualmente los cubanos siguen intentando llegar a suelo estadounidense por la frontera con México, en muchos casos luego de cruzar la peligrosa selva del Darién.
Según datos de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. (CBP, por sus siglas en inglés), solo entre octubre de 2021 y febrero de 2022 llegaron a la cuna del capitalismo un total de 46.000 cubanos. El año fiscal 2022 cerró con una cifra récord de 224.607 y hasta julio pasado, los números del año fiscal 2023 ya se ubican en 171.958, entre estos se encuentran 275 menores que llegaron acompañados y 1.264 sin acompañante.
La realidad de los niños en Cuba
La tragedia que padecen los niños en Cuba sigue siendo mayor a los peligros que asumen en su travesía para alcanzar la libertad. En una entrevista publicada en febrero del año pasado en el diario oficialista Granma, el presidente de la estatal Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) de la Industria Agroalimentaria, Juan Carlos Domínguez, admitió que desde hacía cinco meses no se estaba distribuyendo leche en polvo, incluso para colectivos vulnerables como embarazadas con dieta médica ni para niños con enfermedades que requerían de este producto por “falta de disponibilidad”.
Para ese entonces, el órgano de comunicación del Partido Comunista de Cuba (PCC, único legal) informó que había 29.189 embarazadas con dietas médicas que requerían este lácteo, mientras cifras citadas por Granma daban cuenta de que en la isla había 9.283 menores que deberían recibir el producto por tener dietas por enfermedades crónicas.
En enero de 2023 se conoció además la muerte de ocho bebés prematuros y con bajo peso en un hospital de La Habana –cuatro de ellos presuntamente con sepsis– que puso el foco de la opinión pública en el supuesto sistema eficiente de la sanidad cubana –que ha sido el mito que el régimen comunista ha vendido al mundo desde 1959– al punto de que la prensa progresista que ha sido funcional a la romantización de la dictadura, como la agencia EFE, expresó preocupación por la situación vulnerable de los niños en la isla.
El castrocomunismo en la Casa de Nariño
Esta es solo una pequeña radiografía de la realidad que viven los cubanos, incluyendo a niños y jóvenes, que el presidente Gustavo Petro oculta con el único objetivo macabro de alimentar un relato ideológico que le permita llevar a Colombia por el mismo camino, tal como hacía Salvador Allende en Chile hace cinco décadas cuando fue derrocado.
El infame mensaje con el que Petro ha decidido defender sin sonrojarse a la dictadura comunista en las últimas horas no es solo uno más de los tantos desaciertos que suma a su lista de mentiras que suelta sin confirmar, actuando más como un guerrero del teclado que como presidente. Es un serio llamado de atención a Colombia –que a pesar del rechazo al gobierno superior a 60 % en promedio en las cinco principales ciudades– parece no darse cuenta de que el castrocomunismo que se instauró en la vecina Venezuela hace más de dos décadas hoy tiene las llaves del Palacio de Nariño.