
La concentración de poder siempre es peligrosa. Sea de derecha o de izquierda, liberal o conservadora, demócrata o republicana. La separación de poderes de Montesquieu permite mantener el equilibrio político propio de las democracias representativas, pero no evita que los ciudadanos depositen toda su confianza en una opción electoral y le den un cheque en blanco al gobernante de turno. Esto es lo que ha ocurrido en Estados Unidos.
El demócrata Joe Biden fue certificado la madrugada de este jueves como presidente electo de la Unión Americana, casi al mismo tiempo que se conocían los resultados de la elección al Senado en Georgia, que suma los dos escaños necesario para darle al partido de gobierno el control de la Cámara alta. Con la Cámara de Representantes ya bajo domino demócrata, el mandatario que asume el poder el 20 de enero podrá hacer –dentro del marco legal– todo lo que le dé la gana.
A pesar de que el Partido Demócrata sufrió una reducción de 9 escaños en la Cámara baja, según los resultados de las elecciones del 3 de noviembre, mantiene el control con una relación de 222 representantes frente a 211 republicanos. Haber superado el umbral de 218 puestos le ha permitido mantener la mayoría con la continuidad de Nancy Pelosi en la presidencia.
El resultado de la segunda vuelta en Georgia suma un ajustado pero útil control del Senado al partido del presidente electo, Joe Biden. Con el triunfo de los demócratas Jon Ossoff y Raphael Warnock, la relación de fuerzas en la Cámara alta queda 50 – 50. Sin embargo, la legislación estadounidense establece que el voto de desempate le corresponde al vicepresidente, que en este caso será Kamala Harris.
Con mayoría demócrata en ambas cámaras, Joe Biden podrá aprobar sus propuestas sin mucho trámite. Esto incluye ratificar a sus nominados al gabinete, designar jueces de la Corte Suprema, nombrar embajadores y otros cargos de confianza.
Garantía de equilibrio democrático
Para ninguna democracia del mundo –en ningún caso– la concentración de poder en un solo partido es buena. Ahora, bajo esta premisa, hasta el más crítico del presidente Trump deberá reconocer que lo que en su momento pudo parecer un capricho ha terminado siendo lo más sano para la democracia estadounidense. Haber designado tres jueces a la Corte Suprema durante su mandato –incluso uno en la semana previa a las elecciones– puede considerarse el mayor legado del líder republicano para garantizar a futuro el equilibrio democrático.
A la polémica designación de Amy Coney Barrett –que los demócratas pedían se postergara para el próximo periodo presidencia– se suman los jueves Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch. Con estos nombramientos Trump hizo historia al convertirse en el único presidente que ha nominado tres jueces a la Corte Suprema.
De los 9 jueces que conforman el máximo tribunal del país, 6 son de ideología conservadora. Cabe destacar que aunque Joe Biden cuente con los votos necesarios en el Senado para designar jueces de la Corte Suprema, estos cargos son vitalicios, y solo se abren las postulaciones con el fallecimiento de algún magistrado.
La Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos constituye entonces el único contrapeso en la balanza de poder a partir del próximo 20 de enero. Es sin duda el muro que deja el presidente Trump contra la tentación de la tiranía que deriva inevitablemente de la concentración de poder.
Las tentaciones demócratas
Si bien luce poco probable que se produzcan al menos dos cambios en la Corte Suprema para voltear la balanza hacia el ala progresista, con la mayoría demócrata en las dos cámaras ronda el fantasma de la reforma el máximo tribunal para ampliar el número de jueces, como ya han asomado los demócratas.
Tras la ratificación de Amy Coney Barrett en sustitución de la fallecida Ruth Bader Ginsburg, el senador Ed Markey amenazó en su cuenta en Twitter con “expandir la Corte”.
Expand the court.
— Ed Markey (@EdMarkey) October 27, 2020
Pero la amenaza mayor vino de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, quien milita en el ala más izquierdista del Partido Demócrata. Apenas se ratificó en el Congreso el nombramiento de Barrett, la legisladora por el estado de Nueva York lanzó una dura y peligrosa advertencia en su cuenta en Twitter.
“Los republicanos hacen esto porque no creen que los demócratas tengamos las agallas para jugar duro como ellos. Y por mucho tiempo han tenido razón. Pero no permitamos que intimiden a la gente haciéndoles creer que su atropello es normal, al menos una reacción no lo es. Existe un proceso legal para la ampliación (de la Corte Suprema)”.
Republicans do this because they don’t believe Dems have the stones to play hardball like they do. And for a long time they’ve been correct. But do not let them bully the public into thinking their bulldozing is normal but a response isn’t. There is a legal process for expansion.
— Alexandria Ocasio-Cortez (@AOC) October 27, 2020
El peligroso silencio de Biden
Para el entonces candidato Joe Biden, la propuesta de ampliar el máximo tribunal era un tema incómodo que prefería evadir. Pero su silencio ha alimentado la preocupación. “Conocerán mi opinión sobre ampliar la Corte cuando las elecciones terminen (…) Es una pregunta importante, y no los culpo por hacerla. Pero saben, en el momento en que conteste esa pregunta, el titular de cada uno de sus artículos será la respuesta a esa pregunta”, dijo Biden durante la campaña ante la insistencia de la prensa, según declaraciones reseñadas por The Epoch Times.
Desde 1894, el número de magistrados del alto tribunal estadounidense se ha mantenido en nueve, aunque no está expresamente establecido en la Constitución. El presidente Franklin D. Roosevelt (1933 – 1945) intentó aumentar el número de jueces de la Corte cuando esta se pronunció en contra de algunas propuestas legislativas, pero su intento no tuvo éxito.
Ya bien argumentaba Montesquieu que “todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo; él va hasta que encuentra límites”.