La ignorancia y el resentimiento superaron los límites en Chile. La conmemoración del aniversario de las protestas antigubernamentales, que desataron una crisis política e institucional, terminó este domingo con acciones vandálicas de proporciones inimaginables. La jornada dejó dos iglesias quemadas en el centro de la capital chilena.
El país que se jactaba de tener los mejores índices de desarrollo de Latinoamérica decidió incinerarse. Los manifestantes que hace un año protestaron contra el aumento de las tarifas del Metro de Santiago quemando 80 estaciones del que era el mejor sistema de transporte masivo de la región, este domingo saciaron su ira viendo arder la casa de Dios.
La iglesia San Francisco de Borja, usada regularmente por el cuerpo policial de Carabineros para ceremonias institucionales, fue el primer santuario prendido en fuego. Horas más tarde, el “reclamo social” se manifestó quemando la iglesia de la Asunción, una de las más antiguas de la capital, según informó la agencia EFE.
“Que caiga, que caiga”, gritaban algunos encapuchados mientras veían el templo arder, para luego celebrar la caída de la cúpula de la iglesia, un abominable episodio, más digno de una escena apocalíptica que de una protesta por reivindicaciones sociales.
#EFETV | Dos iglesias quemadas y varios saqueos tras multitudinaria marcha en Chile. https://t.co/OB1MCfybaA pic.twitter.com/uyHD6nb5ub
— EFE Noticias (@EFEnoticias) October 19, 2020
Pero esta no es una práctica nueva en Chile. A finales de octubre del año pasado, el vandalismo también llegó a los templos sin discriminar religión. Tanto iglesias católicas como evangélicas fueron destruidas y prendidas en fuego. La catedral de Valparaíso fue la más afectada en esa arremetida. En la Araucanía, esta insólita modalidad de protesta se había convertido ya en el pan de cada día.
Víspera del plebiscito
La manifestación que se inició de manera pacífica no tardó en tornarse violenta. Encapuchados saquearon comercios, supermercados y atacaron algunas comisarías de la periferia.
Esta protesta ocurre a una semana del plebiscito en el que 14,5 millones de chilenos podrán decidir si cambian o no la Constitución, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. El referendo se convocó tras un amplio acuerdo político alcanzado tras semanas de violentas protestas. Para los partidarios del “Sí”, la Constitución es el origen de todos los males que aquejan al país.
La mano negra de la izquierda latinoamericana
Si bien en la sociedad chilena existen desigualdades que movieron a muchos manifestantes a expresar un descontento auténtico, la izquierda latinoamericana aprovechó la coyuntura para –literalmente– incendiar el país más estable de la región.
Los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela aparecen como los mayores instigadores de la violencia en el país austral, que el año pasado cobró la vida de 23 personas y dejó más de 4,5 millones de dólares en pérdidas, todo con el único objetivo de promover una Constitución de inspiración socialista.
Un estudio realizado por la empresa de informática chilena ConnetaLabs AI, determinó que entre el 20 de octubre y el 5 de noviembre de 2019, entre las 2 000 cuentas de Twitter que más influencia ejercieron para incitar a las protestas en Chile destacaban las que operaban desde Venezuela. Una de las primeras era la cuenta del propio Nicolás Maduro, así como otras de referentes de su régimen y medios financiados por el Estado venezolano como Telesur.