La última vez que traté la obra de Mises, escribí lo que difícilmente servía de primera aproximación a lo fundamental del autor para quien no lo hubiera leído. Gustó, es de admitir, a quienes conocían algo de su obra. Aunque me tome dos entregas, pretendo esta vez presentarlo adecuadamente a quien jamás hubiera leído a Mises. Me repetiré en algo porque no es la primera (ni será la última) que aborde el tema. Pero la obra de Mises es tan extensa y profunda como para que sea inevitable que cada vez que lo leemos descubramos aspectos importantes y totalmente nuevos que simplemente no habíamos notado antes, lo que hace esencialmente diferente cada nuevo intento resumirlo en pocas palabras.
Pensar la economía, como la sociedad y la historia requiere un fundamento teórico inmune a esas perversiones de lenguaje, la razón y el sentido común mismo. Para ello, es muy útil recurrir a lo que un economista austríaco que hubo de recorrer media Europa con los esbirros del nacionalsocialismo tras sus talones denominó praxeología.
Mises afirmó que “La praxeología tiene por objeto investigar la categoría de la acción humana. Todo lo que se precisa para deducir todos los teoremas praxeológicos es conocer la esencia de la acción humana. Es un conocimiento que poseemos por el simple hecho de ser hombres (…) Para comprender cabalmente esos teoremas no se requiere acudir a experimentación alguna. Es más, ningún conocimiento experimental, por amplio que fuera, haría comprensibles los datos a quien de antemano no supiera en qué consiste la actividad humana”.
Siguiendo la lógica del autor vemos que su praxeología se pudiera explicar a grandes rasgos en la siguiente forma:
- partimos de la acción humana como un axioma lógicamente irreductible;
- entendiendo al axioma de la acción es verdadero porque cualquier intento de refutarlo implica acción, lo que resulta una inevitable contradicción que invalida la posibilidad misma de refutarlo;
- la acción humana es la base de la praxeología de Mises. Su primera proposición es que todo ser humano es un agente que deliberadamente usa medios para alcanzar los fines que desea.
Esto es porque los hombres podemos imaginar siempre la posibilidad de mejorar la condición en la que nos encontremos, de nuestras muchas ensoñaciones tomaremos aquellas que nos atrevamos a considerar fines alcanzables, y pondremos manos a la obra. La naturaleza de la acción implica que:
- el hombre actúa;
- prefiere unos fines a otros;
- recurre a la acción para alcanzar sus fines;
- el tiempo influye en su acción.
Un empirismo muy ingenuo y mal entendido es el que sostiene que el conocimiento científico es única y exclusivamente el que se obtiene de hechos empíricos, observables y medibles. Eso y solo eso es conocimiento científico, todo lo demás, no solo no es conocimiento científico sino que simplemente no es conocimiento. Esa forma de entender el conocimiento terminará por afirmar de manera pueril que lo que no se conozca científicamente no existe. De ser así, la mente crearía la realidad material en lugar de descubrirla como nuevo conocimiento. Por lo demás, el mayor problema en un empirismo tan estrecho e ingenuo, es que aferrándose a esa peculiar –aunque ingenuamente extendida– definición de ciencia no se podría negar que gran parte de lo que estudia hoy la física teórica, y casi todo lo que estudian las ciencias sociales, simplemente no sería ciencia. Y tal vez no alcanzaría a “existir”.
La praxeología es un método para las ciencias sociales y la historia que no pretende darnos cosa que una capacidad razonable de interpretar la realidad mediante un método apriorístico deductivo. El axioma es la descripción autoevidente, e irreductible a partir de la cual se infieren lógicamente una serie de conclusiones o teoremas praxeológicos que permiten la teoría universal en la economía, como en cualquier ciencia social.
La praxeología comienza con la categoría a priori (naturaleza general) de la acción y posteriormente desarrolla las implicaciones completas de la misma. Esta ciencia busca el conocimiento válido (leyes universales) para todos los casos que correspondan al estudio de los actos humanos. Las declaraciones y proposiciones praxeológicas no provienen de la experiencia a posteriori de cada acto en particular, sino de la lógica deductiva que va de lo general a lo particular, antecediendo a cualquier comprensión de hechos históricos. Cuando se comprende su metodología, la praxeología resulta ser una herramienta clave para entender la acción humana. La praxeología desarrolla teoría pura, partiendo del que necesariamente en la economía aplicada y en la historia se tendrá siempre que interpretar la realidad a la luz de una teoría previa pues es imposible que los hechos den cuenta de sí mismos en ausencia de capacidad de interpretación teórica.
Aplicamos necesariamente el razonamiento apriorístico a problemas cuya complejidad y/o circunstancias particulares imposibilitan el empirismo. De los datos empíricos en sistemas demasiados complejos –como los órdenes espontáneos volitivos– podemos obtener indicios sobre la aplicabilidad de una teoría, pero no la confirmación o falsación de la teoría en sí. Por eso Mises explicó la imposibilidad de una economía socialista como problema de información. En términos simples, sin la información que únicamente transmite un sistema de precios es imposible la coordinación económica. El mero intento de adelantar una economía socialista implica destruir la única fuente de información que le permitiría funcionar. Por ello el socialismo jamás funcionó a largo plazo y jamás funcionará realmente. Mises no profundizó en lo que esto revela sobre los límites de la propia razón y la naturaleza de los procesos de orden espontáneo que estudia la economía porque compartía demasiado del viejo sueño iluminista de la razón.