Las estadísticas señalan un gran cambio en la economía de Venezuela hacia mediados de la década de 1970. El PIB per cápita pasó de la tendencia de largo plazo al alza que tuvo de principios del siglo XX a entonces. A la caída sostenida que presenta hasta nuestros días. Pasábamos de una economía mercantilista de protecciones y privilegios a una economía socialista en que el Estado controlaría empresas y sectores estratégicos.
Socialismo moderado, con un amplio sector privado protegido de la competencia externa en una economía que intentaba la planificación central.
El paso clave del mercantilismo al socialismo se dio con la Ley Orgánica Que Reserva Al Estado La Industria y El Comercio De Los Hidrocarburos, del 21 de agosto de 1975.
En la curva de PIB per cápita vemos la paz, relativa apertura, estabilidad de la legalidad y equilibrio fiscal que ocasionan el crecimiento económico –y una desconocida prosperidad– que en una sociedad caudillista garantizaron la prolongada dictadura gomecista. Y el auge agregado a eso por el crecimiento exponencial del sector petrolero. Las viejas regulaciones dejaron espacio a sectores económicos poco desarrollados –que crecieron sin protección arancelaria y con moneda fuerte– mientras las nuevas se concentraban en privilegios relacionados al petróleo.
Crecimiento que se mantiene tanto en el esfuerzo post gomecista de una transición democrática ordenada, como con los gobiernos civiles y militares que siguen al golpe de Estado que le pone fin en 1945. Para ralentizar aquél crecimiento se requirió adoptar después de 1958 el proteccionismo, con la sustitución de importaciones. Revertirlo únicamente fue posible adoptando el socialismo moderado desde mediados de los ´70.
Y bajo el socialismo moderado venezolano fracasaron las tres combinaciones de política monetaria y fiscal típicas del consenso keynesiano intervencionista:
1-Tipo de cambio fijo y libre convertibilidad: En el período 1974-1978, con una tasa de cambio fija anclada a un dólar ya fluctuante, el BCV operaba en algunos sentidos implícitamente como Caja de Conversión –que en definición del economista Alexander Guerrero: “puede alterar el tipo de cambio […] Cuando la moneda de reserva sufre variaciones importantes […] respaldar billetes y monedas […] depósitos de los bancos en el banco central, es necesario incluir […] en la garantía de convertibilidad” describe perfectamente al BCV de entonces–.
Ese BCV, sin renunciar a una política monetaria activa. Desarrolló una política monetaria expansiva en un período de altos precios petroleros que transformaría en demanda agregada interna el excedente externo. Incluso en una economía global recesiva. El resultado fue una gigantesca deuda externa. Subsidiar o ver quebrar las industrias a tal aliento creadas. Y el colapso del tipo de cambio fijo.2- Controles al flujo de capital, control de cambios, devaluación: En el período 1979-1983 se procura -mantener la política monetaria expansiva y el tipo de cambio fijo a través de estímulos al sector externo (política de precios reales competitivos) recurriendo incluso a liberar precios internos controlados y ajustar al alza los que permanecieron regulados. Con tasa de interés “de mercado” fluctuante se incrementó la tasa encareciendo el crédito sin restringir la política fiscal expansiva. Se pretendía que el gasto público creciente debía introducir nueva “demanda efectiva” al tiempo que la temporal política monetaria restrictiva evitaría una inflación descontrolada.
Se transfieren reservas de divisas de las empresas estatales que monopolizan el sector externo al BCV. Se permitió a la banca local recibir depósitos en divisas y se estableció un encaje de 40% a las operaciones activas en moneda nacional realizadas por los bancos en el exterior. Se retomó la política monetaria expansiva con tales controles administrativos a los flujos especulativos de capital. Y el 28 de febrero de 1983 se hace inevitable la devaluación. Y se aplica un control de cambios que no detiene la inflación ni evita los efectos recesivos de los anteriores excesos inflacionarios.
3- Experimento de mercado: Entre 1989 y 1993 los socialistas moderados intentan lo que ven como una salida desesperada para los problemas de una economía socialista ineficiente, con un amplio sector privado sin capacidad competitiva externa. Aproximarse a una economía de mercado libre mediante la privatización, desregulación y apertura:
A tal efecto liberan tasas de interés activas y pasivas. Eliminan gran parte de los controles administrativos. Y ponen fin al control de cambios. Con políticas monetarias restrictivas mantienen políticas fiscales expansivas. Privatizan algunas empresas estratégicas del sector socialista de la economía (con privilegios y bajo nuevos entes reguladores) retomando parte del viejo modelo mercantilista, mejor insertado en la economía global. Mejoran los servicios privatizados y se descubren capacidades competitivas inadvertidas. Pero se usa la devaluación para estimular las exportaciones no tradicionales, aspirando compensar los bajos precios petroleros.
La política monetaria restrictiva, con una devaluación que intenta subsidiar el crecimiento de importaciones no tradicionales (en un país en que más de la mitad del ingreso de divisas lo producía una única empresa gubernamental: el monopolio petrolero gubernamental PDVSA que únicamente logrará asumir inversiones mediante asociaciones con capitales foráneos) y una política fiscal expansiva en medio de reformas internas y externas orientadas a una moderada desregulación orientada a la economía de mercado, casi lo logra. Pero también fracasó.
Aunque la desregulación presentó resultados notables, el experimento terminó con alta inflación y rápido retorno a los controles en el siguiente período de gobierno. Este último responderá, dentro del acuerdo keynesiano a su crisis fiscal inicial con una moderada apertura de mercado inclusiva de la eliminación del control de cambios y la libre convertibilidad, dentro un nuevo sistema de bandas cambiarias administradas, para retomar finalmente al control de los flujos de capital por la vía del control de cambios. Tras lo que finalmente llegaríamos al socialismo revolucionario. Y a la miseria por abundancia de socialismo.