Es increíble que durante décadas el bolívar venezolano estuviera entre las divisas más solidas del planeta. No como la libra esterlina o el dólar de los EE. UU., sino como el franco suizo. Sólido por su confiable respaldo pese al tamaño de la economía en que se emitía. Hasta una taquillera película de espías de los años 60 menciona al bolívar como divisa de conocedores para cobrar ganancias en Montecarlo.
La historia del dinero y la inflación en Venezuela
Adelanto la reseña de un futuro libro de gran importancia sobre el caso del bolívar venezolano. Su autor será el decano de la Escuela de Economía de la Universidad Monteávila y mi colega investigador en el Centro de Economía Política Juan de Mariana, Rafael Ávila Dos Santos. En el ciclo de conferencias con que el 10 de diciembre pasado cerramos el primer semestre de nuestra doble Diplomatura en Economía de la Escuela Austríaca, en alianza entre la Universidad Monteávila, el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad, CEDICE Libertad, y el Centro de Economía Política Juan de Mariana, nos presentó sus investigaciones sobre el tema.
Explica Ávila que la historia monetaria de Venezuela se divide en tres etapas, la primera es de Banca Libre y dinero anclado al patrón oro. Pese a prolongadas guerras civiles, inestabilidad fiscal, endeudamiento público inmanejable y otros males del caudillismo hispanoamericano del siglo XIX, la inflación neta fue prácticamente cero. El poder de compra del dinero que se usa permanece razonablemente estable, desde que antes de emitir moneda nacional se usaran las divisas del comercio global que prevalecían, hasta las primeras etapas del bolívar.
Cómo se destruye una moneda
El bolívar se inició como moneda emitida por el Estado venezolano sin banco central en la segunda mitad del siglo XIX. Patrón plata rápidamente sustituido por el patrón oro. Sin Banco Central que emitiera papel moneda de curso legal fue una divisa muy estable. A finales del siglo XIX y principios del XX concluyen las guerras civiles con una prolongada dictadura que poco atacó la propiedad privada, alcanzó el equilibrio fiscal y pagó el endeudamiento externo. La paz primero y el desarrollo de la industria petrolera después trajeron crecimiento económico, prosperidad y con ellas ansias de democracia. En ese contexto, nos explicó Ávila, una economía mayormente abierta, razonablemente competitiva con un crecimiento económico prolongado, el bolívar seguía siendo una de las divisas más solidas del planeta. Sufrió alguna devaluación en medio de grandes conmociones económicas globales, y períodos de control de cambio durante guerras mundiales. Nada ante lo que vendría.
Mientras el dinero era oro, el país estaba abierto al comercio internacional, y los billetes de banco los emitían bancos privados contra reservas de oro, sin prestamista de última instancia para amparar lo que emitieran sin respaldo inmediato, la inflación fue inexistente. Períodos de leve aumento general de precios y períodos de leve caída general de precios. Asombró al auditorio de venezolanos, conocedores de teoría económica, escuchar que en Venezuela se conoció y discutió como problema la deflación. Pero las cosas comienzan a complicarse con el monopolio del Banco Central.
El Banco Central y la inflación en Venezuela
El Banco Central de Venezuela se funda como monopolio privado con participación del Estado en los años 40 del siglo pasado, la segunda etapa que explica Ávila. Un Banco Central que monopoliza la emisión de billetes de curso legal y se obliga como prestamista de última instancia del crédito ampliado de toda la banca.
Con el 50 % de respaldo en oro se mantuvo la estabilidad del bolívar como divisa solida en un mundo de patrón divisa oro en que el máximo emisor venezolano tenía abundantes divisas y suficiente oro. Destacaré lo que muchas veces he conversado con él, una de las claves del asunto es que se trata de un período en que los ingresos del Estado son moneda local y la principal –que no la única como hoy– actividad exportadora de alta rentabilidad es la petrolera. Al Estado de entonces la devaluación lo desfavorecía fiscalmente. Al de hoy le es su mejor impuesto.
Aquello no duró mucho. Eventualmente el Estado, accionista minoritario, se reservó el nombramiento de la junta directiva y ordenó bajar del 50 % el respaldo en oro. Es la segunda parte de esa segunda etapa. Una tercera etapa en sí misma. Y signo de lo que vendría.
El socialismo y el bolívar
A mediados de la década del 70 del siglo XX se estatiza en Venezuela el Banco Central y la industria petrolera. En EE. UU. la administración Nixon ponía fin al anclaje del dólar al oro. La muerte del patrón oro en el mundo y el inicio de la economía socialista en Venezuela coinciden.
Las estadísticas muestran que el empobrecimiento y la descapitalización de Venezuela se inician al principio de ese período, con aparente prosperidad por un circunstancial boom petrolero que difirió los efectos mediante una típica burbuja de malinversiones. Podemos discutir teóricamente las causas, lo que no podemos discutir son los hechos. De mediados de los años 70 a hoy, hay en Venezuela una caída sostenida a largo plazo del producto bruto, el salario, la inversión privada, el capital por habitante y de cualquier cosa que mida estadísticamente la prosperidad. Y como señalan las investigaciones de Ávila, es justo en esa tercera etapa cuando se destruye indeteniblemente al bolívar sin remedio.
La Banca Libre funcionó mejor en más difíciles condiciones que un banco central privado independiente. Sin embargo, ambos mantuvieron al bolívar entre las divisas más solidas del globo por décadas. La definitiva estatización del Banco Central, que coincide con el ascendente socialismo venezolano, primero moderado y demócrata, luego radical y dictatorial, son el período de destrucción de la moneda en el marco de la destrucción material y moral en nuestra economía. Rara vez presento gráficas estadísticas en mi columna, pero no puedo omitir citar como conclusión la que nos presentó y me facilita gentilmente Rafael Ávila: