Los baños de hombres del Parlamento de Gales estarán desde ahora repletos de tampones y toallas sanitarias. La instancia, bajo el dominio del Partido Laborista, por contar con 30 de los 60 diputados que conforman el hemiciclo, aprobó la colocación de productos para la menstruación en defensa de los funcionarios transgéneros.
La medida que ordena la distribución tampones en el parlamento junto a los urinarios del personal del centro legislativo de Gales en Cardiff, acompañados de un cartel donde se notifica que “los productos se proporcionan de forma gratuita para todos aquellos que los necesitan, tras la negociación en su nombre por parte del Sindicato de la Comisión Senedd”, se suma a los instalación de baños y duchas neutrales de género.
Millonario financiamiento progre
“Es impactante que Senedd no pueda entender la diferencia entre un hombre y una mujer”, cuestiona Tom Giffard, miembro del partido conservador galés”, publica Telegraph.
Otras voces, como la de Helen Joyce, directora de Sex Matters, conocido como un grupo de campaña que defiende el sexo biológico, tipifican la medida como “el desperdicio de dinero más grande”.
La razón parece estar de su lado, cuando desde 2018 se han destinado casi nueve millones de libras para financiar “la pobreza del período”, que según la ideología del gobierno galo liderado por el primer ministro laborista, Mark Drakeford, equivale a las ausencias en actividades deportivas, escolares y sociales por falta de recursos para comprar tampones o toallas sanitarias en el país que forma parte del Reino Unido, junto a Escocia, Inglaterra e Irlanda del Norte.
De hecho, el presupuesto de 920.000 libras esterlinas para este renglón en 2018 pasó en 2020 a 2,5 millones de libras para que las autoridades locales proporcionen productos gratuitos para el período en las Instituciones de Educación Superior (FEI).
Con un plan estratégico
En marzo de este año, el gobierno de Gales prevé desplegar una campaña de comunicación para consolidar el Plan de Acción Estratégico de Dignidad del Período (Period Dignity, en inglés) cuyo fin es “acabar con los estigmas y el tabúes relacionados con la menstruación” con los tampones en el parlamento.
Entre las metas de la campaña destacan “conversaciones más amplias sobre la menstruación independientemente de la edad o el género, aumentar el uso de productos reutilizables y minimizar el impacto ambiental de los productos para la menstruación”.
Sindicatos del sector público y privado serán convocados a los encuentros, porque la promesa de Gales es garantizar “acceso a apoyo adicional cuando se experimenten la perimenopausia y la menopausia, a través de una política integral”.
El plan es de largo aliento, considerando que para 2024 esperan contar con “una guía de buenas prácticas para la implementación de la práctica de la dignidad del período en el sector público y privado en Gales”.
Un primer ministro entre disputas
Con estas iniciativas, el primer ministro de Gales, Mark Drakeford, tiene previsto imponer que “la menstruación no es una experiencia específica del sexo femenino, porque hay personas que se identifican con géneros distintos a las mujeres, como hombres trans, intersexuales y personas no binarias que también menstrúan”.
Es la misma idea que usó su par escocés, Nicola Sturgeon, para ordenar la colocación de tampones y toallas sanitarias en los organismos estatales.
Drakeford quiere ir más lejos. Su plan es que en 2026 “los períodos se entiendan, acepten y normalicen en su totalidad, que nadie se avergüence de los períodos y pueda hablar abiertamente y con confianza ya sea que tenga períodos o no”, así está establecido en el documento compartido en la página oficial de su gobierno.
Eso no es todo. Su administración laborista gestiona negociaciones para asumir la responsabilidad de supervisar cómo las personas cambian de género e incluso, pretende gestionar en Cardiff, la capital de Gales, así como en Westminster, que es un municipio de Londres, el reconocimiento de personas no binarias en pasaportes y permisos de conducir.
Sin embargo, esta intención que cuenta con el respaldo del partido nacionalista Plaid Cymru, generará una disputa con los ministros conservadores en Londres, sobre todo porque ya se están preparando acciones legales contra Sturgeon, por una ley que reduce la edad para cambiar de sexo de los 18 a 16 años.
¿Qué pensará la Corona? La llegada del rey Carlos III podría bajar el tono a las diferencias considerando que hace tres décadas, cuando el monarca ostentaba el título príncipe protagonizó el “tampongate” confesó a su entonces amante y ahora esposa, Camila Parker, el deseo de reencarnar en la marca de tampones Tampax, para “vivir dentro” de ella. Era su fantasía antes de intimar el uno con el otro en 1989.