Kiev es la joya de la corona. La pieza que le falta a Vladímir Putin para concretar la toma de Ucrania y, aunque ha insistido en que no planea anexarla, necesita ganar esta batalla para declararse victorioso en su trasnochado sueño de restaurar la Unión Soviética. Hay que recordar que también insistía en que no ordenaría la invasión. Poco le servirá bloquear los puertos y aislar los territorios prorrusos si la capital permanece como hasta ahora: indomable.
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Los días y las horas pasan y Kiev combate y resiste. Pronto –el 24 de marzo– cumplirá un mes desafiando la ofensiva de Rusia que nunca imaginó este escenario que comenzó a dibujarse con el fracaso de la toma del aeropuerto de Hostomel, donde tenían previsto armar un puente aéreo con aviones Ilyushin con al menos 100 soldados cada uno.
Ese plan no funcionó. Las defensas ucranianas derribaron el primer avión que intentaba aterrizar en el lugar y, a partir de ahí, a las tropas rusas les tocó retirarse. Hasta ahora, les ha costado volver y nadie sabe, ni siquiera Moscú, si lo conseguirán.
Todo le ha salido mal a Rusia en Kiev y sus alrededores. Incluso el convoy de la muerte con 60 kilómetros de parafernalia bélica quedó empantanado en el barro y con jóvenes conscriptos entregándose al enemigo.
“Rusia carece de las fuerzas necesarias para la contrainsurgencia y para ocupar una ciudad de seis millones de habitantes (tres en el casco central y otros tres en la periferia), y las va a necesitar”, asegura una fuente citada por Gustavo Sierra, corresponsal de guerra de Infoabe.
Putin dispuesto a todo
El asalto a Kiev luce costoso en vidas y equipos. Tendría que intervenir decididamente la aviación y estar dispuesta a convertir en escombros una ciudad que es entrañable para la historia rusa.
El Kremlin está dispuesto. Refuerza sus frentes con tropas frescas y más experimentadas del distrito militar oriental de Rusia, la flota del Pacífico, Armenia y combatientes de empresas militares privadas, sirios y otros mercenarios. Sus blancos son los edificios residenciales desde hace una semana, según la agencia DW.
Siguen los bombardeos contra Kiev
Rusia no consigue tomar Kiev debido a la resistencia de los ucranianos.
Las fuerzas rusas intensifican por eso los bombardeos y también atacan zonas residenciales de la capital ucraniana. /ps-ir pic.twitter.com/7vjvoQT3rN
— DW Español (@dw_espanol) March 18, 2022
Pero ninguno garantiza el triunfo. Los sirios solo luchan en el desierto. El terreno de Ucrania es totalmente diferente y con temperaturas bajo cero. Ninguna de sus experiencias de combate se trasladará. “No están familiarizados con el terreno y no tienen un fuerte vínculo o compromiso con la causa”, opina Jack Watling, especialista militar del Royal United Services.
Un terreno complicado
La topografía y el terreno de la ciudad están del lado de Zelenski. La urbe es extensa y está dividida por ríos, no solo por el poderoso Dniéper que divide a Kiev, sino también por sus afluentes.
A lo largo de esas zonas hay contención con fortificaciones porque “el área no es adecuada para el movimiento de tropas a gran escala”, asegura el general y vicealcalde de la capital, Andriy Kryschenko, en una entrevista con BBC.
Ahí maniobran con astucia porque además Kiev es una ciudad industrial, con talleres y fábricas que ahora producen insumos para la guerra como bloques de hormigón, sacos de arena y una variedad de obstáculos antitanque de rudo aspecto.
Europa y Estados Unidos apoyan a Kiev. Bruselas aprobó un paquete de ayuda de 1000 millones de euros. Las repúblicas bálticas y los países escandinavos cedieron las baterías antiaéreas compradas a Washington, mientras que el presidente Joe Biden anunció ayer un aporte adicional de 800 millones de dólares que se suman a los 350 millones del mes pasado. El paquete incluye misiles antitanque Javelin y misiles antiaéreos Stinger.
Otros factores
La baja moral de las fuerzas rusas, la corrupción y el mal liderazgo también son factores que inciden en este aparente fracaso de las tropas de Putin para asaltar Kiev. Sus uniformados en terreno tienen prohibido recoger a la camada de cadáveres de sus filas. Sus vidas tienen un valor para el Kremlin que se reduce al compromiso con la causa y el desempeño para luchar.
Aunque los rusos atacan Ucrania con cerca de 200.000 soldados, Zelenski tiene 200.000 en sus fuerzas armadas y otros 100.000 en la policía, así como milicias entrenadas que no incluyen a los voluntarios habilitados. Con esos números tan pares, los invasores necesitan una proporción de tres a uno con respecto a los defensores, que serían cerca de un millón de soldados.
Según los reportes ucranianos ya hay 14200 rusos muertos en combate. Es imposibles verificar el dato, sin embargo, existe una regla general de que por cada cadáver hay tres heridos, si suponemos que el número de soldados rusos muertos es de unos 10000, habría unos 30000 heridos. Si en efecto es así, es probable que los rusos hayan perdido 40000 hombres de su fuerza de combate en las primeras tres semanas de la guerra. Eso es casi una quinta parte del contingente inicial.
Quizá el número es mayor. Las deserciones no están incluidas, pero ocurren, considerando que quienes se mantienen en armas sobreviven con alimentos caducados. Lo irónico es que el hombre responsable de abastecerlos es Yevgeny Prigozhin, conocido como el “chef de Putin”. Con estrechos vínculos con la inteligencia militar rusa, este exconvicto de la época soviética es quien maneja 90 % del negocio de suministro de alimentos al ejército ruso.
Todo tiene una explicación. “Putin lanzó una guerra sin inteligencia. No miró hacia el otro lado de la pared, y no le preguntó a nadie qué había al otro lado. O si lo hizo, esa persona tuvo miedo de decirle la verdad, que Ucrania iba a pelear”, afirma el periodista británico Juan Sweeney en New Lines Magazine. Y lo ha hecho durante casi un mes, al punto que Zelensky comienza a sonar como nominado al Premio Nobel de la Paz por defender su nación.