En el último mes, el presidente Joe Biden invocó la Ley de Producción de Defensa en un intento de solucionar la escasez de leche de fórmula. En un comunicado, la Casa Blanca destacó los siguiente:
“El presidente está exigiendo a los proveedores que dirijan los recursos necesarios a los fabricantes de leche de fórmula infantil antes que a cualquier otro cliente que pueda haber pedido ese bien. Ordenar a las empresas que prioricen y asignen la producción de los principales insumos de la fórmula infantil ayudará a aumentar la producción y a agilizar las cadenas de suministro”.
En otras palabras, el gobierno está llevando a cabo lo que el economista Don Lavoie denominó planificación económica no integral. Está imponiendo normas que obliguen a las empresas a operar de una manera que los burócratas creen que resolverá rápidamente esta crisis. Pero la planificación parece haber fracasado. Desde que Biden invocó la DPA, el número de locales desabastecidos ha aumentado hasta el 70 %, según ABC news.
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Aunque a algunos les sorprenda que el gobierno de EE. UU. pueda mandar tan rápidamente sobre la industria, no debería sorprendernos en absoluto. De hecho, una comprensión básica de la intervención gubernamental muestra que este tipo de resultado es aparentemente inevitable.
Una red de intervenciones
Se han publicado varios artículos que explican el origen de esta escasez de fórmulas infantiles. El propio Jon Miltimore de la Fundación para la Educación Económica (FEE) elaboró un gran artículo sobre el tema. Pero, para ser breve, Abbott, uno de los mayores productores de leche de fórmula del país, la FDA le cerró una planta cerrada debido a problemas de seguridad.
Pero, ¿cómo es posible que el cierre de una planta en todo el país provoque esto? Bueno, la producción de fórmulas infantiles es una de las industrias más reguladas de Estados Unidos. Por ello, es muy difícil penetrar el mercado, por lo que unas pocas empresas dominan la industria. Así, cuando una tiene problemas, el suministro nacional se ve gravemente afectado.
Una de las regulaciones más perjudiciales está relacionada con los programas WIC y SNAP, cuyo objetivo es proporcionar una fórmula subvencionada por los contribuyentes a los consumidores con ingresos más bajos.
Como se informó en Time, el Congreso, en un supuesto intento de limitar el costo de este programa, hizo que cada estado seleccionara una empresa para tener la fórmula que se puede comprar con WIC y SNAP en 1989. Dado que hasta dos tercios de la fórmula se compra con WIC y SNAP, los ganadores de estas licitaciones son capaces de aplastar a la competencia.
Además, hasta hace poco, la FDA prohibía la importación de fórmulas que incluyera ingredientes en una orden no prescrita por los burócratas estadounidenses. Este límite a las importaciones restringe aún más la competencia sobre una base no relacionada con la salud.
Por su parte, Fortune destaca una investigación que demuestra que, a pesar de que las marcas europeas cumplen en general las normas de seguridad, la FDA sigue restringiendo estas importaciones debido a instrucciones confusas.
El economista Alex Tabarrok subraya que los controles de precios también pueden influir en la escasez.
La analista de medidas políticas, Gabriella Beaumont-Smith, examina las restricciones comerciales a las fórmulas para bebés, que incluyen aranceles de hasta el 17,5 %.
En resumen, la industria está enredada en una red de intervención que está matando la competencia.
Es esta abundancia de regulaciones lo que hace que el uso de la Ley de Producción de Defensa por parte de Biden sea tan poco sorprendente.
En 1950, el economista Ludwig von Mises dio una conferencia titulada “La política de la carretera del medio conduce al socialismo”. En esta conferencia, Mises expuso una teoría ahora conocida por muchos como “la dinámica del intervencionismo”.
Mises utiliza un ejemplo de la industria láctea para mostrar cómo la intervención se desarrolla dinámicamente. Imaginemos que el gobierno decide que el precio de la leche es demasiado alto para que los pobres puedan pagarla. Para remediar el problema, el gobierno aprueba un control de precios. Por ejemplo, “la leche no puede costar más de 2 dólares/galón”.
Pero surge otro problema. Con este precio más bajo, los productores lácteos ya no pueden vender su leche a un precio lo suficientemente alto como para obtener ganancias. En su lugar, sería mejor que abandonaran el sector. Pero si los productores de leche se retiran, habrá menos leche para comprar. Si el gobierno quiere que la leche siga siendo asequible y accesible, tendrá que rescatar a la industria láctea. Una forma de hacerlo es establecer un control de los precios de la comida para las vacas.
Pero entonces los productores de alimento para el ganado tendrán pérdidas. Así que habrá que volver a intervenir.
La intervención engendra intervención.
Esta dinámica es exactamente lo que está ocurriendo dentro de la industria de las fórmulas. Las regulaciones de la FDA han hecho imposible en la industria actual que surja una competencia suficiente.
Esta falta de competencia, combinada con los cierres de la FDA, exacerba la posibilidad de que se produzcan desabastecimientos como éste. La escasez lleva al poder ejecutivo a utilizar la Ley de Producción de Defensa para controlar las industrias que proveen de importaciones a la industria de fórmulas.
Una vez más, la intervención engendra intervención.
Soluciones de mercado
Algunos pueden aceptar el argumento, pero sostienen que ahora que tenemos una crisis, tenemos que utilizar cosas como la Ley de Producción de Defensa para ponerle fin a la crisis.
No estoy de acuerdo.
Los burócratas del gobierno no tienen los conocimientos ni los incentivos suficientes para elaborar reglamentos que realmente ayuden. La Ley de Producción de Defensa no ayudará, porque el gobierno no planifica eficazmente la economía.
¿Necesitas una prueba? La planta de fórmula de Abbot fue cerrada en febrero. Los políticos y burócratas de Washington tuvieron de febrero a mayo para crear y llevar a cabo un plan que evitara esta crisis. No lo consiguieron.
En lugar de resolver el problema utilizando los mismos medios que lo crearon, los planificadores centrales harían bien en dejar a un lado sus hojas de cálculo de Excel y dejar que el mercado resuelva los problemas.
Permitir que los consumidores les den su dinero y les proporcionen ganancias a las empresas que mejor resuelvan sus necesidades es la forma de alimentar a los bebés.
Es hora de depurar la red de intervenciones.
Este artículo fue publicado inicialmente en FEE.org
Peter Jacobsen es profesor Asistente de Economía en la Universidad de Ottawa y Profesor Gwartney de Educación Económica e Investigación en el Instituto Gwartney.