
El Gobierno de coalición, tanto el ala socialista como Podemos, parece decidido a volver a subir el salario mínimo en este 2021. Queda por decidir en qué cuantía: el grupo de Nadia Calviño apuesta por un incremento más bien moderado, mientras que los de Yolanda Díaz presionan por un alza más sustancial, que nos acerque a cumplir con el compromiso de final de legislatura, 1200 euros mensuales en catorce pagas, esto es, 1400 en doce pagas.
Tanto unos como otros, sin embargo, están colocando el carro delante de los bueyes. Antes de tomar cualquier decisión deberían evaluarse cuáles han sido los efectos de las dos subidas anteriores: ningún departamento del Ejecutivo ha realizado este elemental ejercicio de política pública responsable.
Los únicos que se han dignado a hacerlo han sido los investigadores del Banco de España, y los resultados no fueron nada esperanzadores ni en el fondo ni en las formas: no lo fueron en el fondo porque descubrimos que la subida del SMI en 2019 (queda pendiente de análisis la de 2020) le costó a nuestra economía hasta 170.000 empleos; no lo fue en las formas porque la institución y los investigadores que desarrollaron este trabajo fueron objeto de ataques sin cuartel por buena parte de nuestra casta política y periodística, dado el intolerable pecado que suponía haber alcanzado conclusiones “inconvenientes” para el relato gubernamental.
Toda una señal de que a este Ejecutivo, especialmente al sector de Podemos pero en el fondo también al socialista, la evaluación de las políticas públicas les importa más bien poco porque al final pesa más lo político que lo económico.
¿Para qué evaluar si, aun cuando se levantara acta de que subir el salario mínimo tiene resultados desastrosos, la consigna seguiría siendo la de subirlo? Pero la propia polémica dentro del Ejecutivo, entre los socialistas y los de Podemos, debería servirnos para comprender que incrementar el SMI sí tiene damnificados y que ellos mismos son conscientes de que los tiene. ¿Por qué si no los socialistas estarían tratando de renegociar a la baja el incremento del SMI que exige Podemos? ¿O por qué Podemos sólo se atreve a colocar el SMI en 1200 euros mensuales a final de esta legislatura? Si no nos halláramos ya en esa zona de peligro donde los efectos negativos del SMI amenazan con superar abultadamente cualesquiera efectos positivos, ¿alguien se cree que los de Podemos serían tan contenidos en sus promesas?
En lugar de colocar en el horizonte un SMI de 1200 euros lo ubicarían en 1500, 1600 o incluso 2000 (tampoco hace falta exagerar con cifras más elevadas y poco realistas). Que no lo hagan indica que ellos mismos son conscientes de que no tenemos mucho más margen. Pero si no lo tenemos, ¿qué sentido tiene continuar subiéndolo, mucho o poco, sin haber evaluado antes si ya nos hemos pasado de la raya o si vamos a pasarnos en breve? Ningún sentido económico, pero sí todo un sinsentido político.
Juan Ramón Rallo es director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.