Por Ángel Manuel García Carmona
No son pocos los conservadores morales europeos y americanos que ponen su foco en la mitad centro-oriental del continente europeo, precisamente, en países como Polonia, dado el carácter anti-progresista de sus sociologías y el tipo de gobiernos que tienen.
La negativa a promover el totalitarismo de género y reconocer la tergiversación semántica del matrimonio entre personas del mismo sexo, cierta afirmación de valores católicos y la negativa a acoger refugiados (musulmanes) justifican esos aprobados.
El hecho de que un partido como Ley y Justicia (PiS), liderado por Jaroslaw Kaczysnki, sea el más votado así como el que gobierna el país (con mayoría absoluta bicameral) es una de las razones por las que algunos dicen envidiar también a la patria natal de San Juan Pablo II.
Ahora bien, como en muchas otras circunstancias de la vida cotidiana, conviene leer la letra pequeña si queremos interesarnos en los asuntos socio-políticos de este país. Resulta que este partido no es tan de derechas como se aparenta.
Apuesta por una férrea intervención del Estado en la economía
Pese a lo que muchos se pueden imaginar, el PiS no es partidario de liberalizar la economía polaca en cierta medida. El problema no es que no recelen tanto del Estado como para pedir su abolición, sino que están convencidos de que debe de intervenir en el mercado.
Abogan por drásticas subas de impuestos (sobre las rentas medias y altas, sobre los bienes de consumo, sobre las grandes compañías y sobre los carburantes), aumento del salario mínimo así como por restricciones sobre los horarios comerciales y el sector farmacéutico.
De hecho, mientras que, según la edición de 2018 del Índice de Libertad Humana del Cato Institute, Polonia aprueba “por los pelos” en cuanto a dimensiones del gobierno, The Heritage Foundation advierte de peores puntuaciones en libertad para contribuyentes y empresas.
Su programa político tiene cierto componente nacionalista
En el PiS son más partidarios del dictador socialista Jozef Pilsudski que de Roman Dmowski, un actor clave en el movimiento de liberación de la nación polaca (en la consecución de su independencia, lo cual se consiguió en el año 1918).
También es cierto que mientras que el gobierno polaco no es partidario de cerrarle la puerta a los hermanos eslavos de Ucrania, al contrario de lo que reivindica el nacionalista Ruch Narodowy (que a pesar de ser proteccionista, es menos hostil hacia el libre mercado que Kaczynski). No obstante, el PiS apuesta por medidas con un considerable nacionalismo económico, apreciado en medidas como la “repolonización bancaria” (evitar que haya alta proporción de acciones en manos de extranjeros).
Insuficiencia de coraje frente a la “progrez” y el globalismo
Aunque no se reivindique una despenalización total del aborto ni se permita el avance de la ingeniería social de género (a diferencia de la coalición opositora de centro izquierda compuesta por la Plataforma Cívica y Moderna), no se hace lo que se debe.
Quienes ostentan una mayoría absoluta bicameral no hacen nada distinto a poner palos sobre las ruedas a una reforma legislativa pro-vida que busca eliminar el supuesto eugenésico (se pliegan a minoritarias “marionetas de Soros” en contra de la sociedad polaca).
Además, son reticentes a abandonar la Convención de Estambul, un Convenio del Consejo de Europa a poderse interpretar como un acuerdo para adaptar las legislaciones nacionales a las pretensiones del homosexualismo y el feminismo.
Pero nada de eso es lo único. Aunque no apoyan el centralismo eurosoviético de Emmanuel Macron y Guy Verhofstadt ni quieren adoptar la “moneda única” (euro), son partidarios de permanecer en la OTAN y de formar parte del hipotético “ejército europeo”.
Así pues, se puede decir que distan bastante de los estándares de un conservadurismo respetuoso con el libre mercado, la dignidad humana, el orden espontáneo y el principio de subsidiariedad (una enseñanza clave de la Doctrina Social de la Iglesia).
Si son los más votados por los polacos (no izquierdistas y ganan en los voivodatos más religiosos y conservadores -entre estos, Pequeña Polonia, Subcarpacia y Lublin-), el “voto útil” está entre una de las razones.
A diferencia de lo que ocurre en el plano de asociaciones y movimientos de la sociedad polaca, las facciones del plano partidista más escoradas hacia el libertarismo conservador no son sólidas ni estables (no funcionan muy bien, a pesar de tener brillantes integrantes).
A su vez, huelga decir que la sociología polaca dista aún de esos principios antiestatistas característicos de la mayoría social de la Dixie norteamericana (con Estados como Texas a la cabeza), también parte de la Hispanidad.
Quienes abrazan con más fuerza el libre mercado son los polacos más jóvenes. Por ello, es fácil que muchos no tengan tanto recelo (en lo económico) para votar al PiS mientras que otros lo ven como la opción útil para frenar al “progreglobalismo sorista”.
Una vez dicho todo esto, si bien Polonia tiene una sociología envidiable (aparte de lo de la resistencia anticomunista), hay que decir que su partido de gobierno presenta corrupción moral partitocrática y bebe de males de la Revolución Francesa como el nacionalismo y el socialismo.
Ángel Manuel García Carmona es socio fundador del Club de los Viernes. Lo puedes seguir en @GarciaCarmonaAM