Juan David Zuleta*
Cuando alguien habla del Centro Democrático, lo primero que viene al pensamiento es la figura del expresidente Álvaro Uribe Vélez, de lejos el más grande estadista y líder que haya tenido Colombia en su historia reciente. Se piensa en figuras como Fernando Londoño Hoyos, políticos como Óscar Iván Zuluaga o juristas como Rafael Nieto Loaiza.
Pero si alguien hace referencia a las juventudes del Centro Democrático, o a los nuevos líderes del partido de gobierno, el panorama cambia, aparecen en la memoria de los colombianos personas como Natalia Bedoya, reconocida por sus fotos sensuales, Josias Fiesco, opinador por deporte y conocido -al igual que Bedoya- por hacer plagios de columnas de opinión.
También aparece Miguel Polo Polo, quien aunque no se puede comparar con las dos estrellas del CD mencionadas anteriormente, sí tiene el mismo ego enorme que le permite inventarse un nuevo movimiento político: el “polismo”.
Cuando en debates llevan a Natalia Bedoya, me preocupo por la imagen que le queda al colombiano de a pie sobre mi partido. Esto mismo lo he conversado con otros contertulios que ven con horror cómo un joven como Fiesco se graduó de opinador profesional aprendiendo de memoria fragmentos de discursos del expresidente Uribe. Causa enorme sorpresa, y vergüenza, el “relevo generacional” que tendría lugar en la colectividad.
Bedoya y Fiesco, tan célebres como criticados por plagiar columnas de opinión, se pavonean por todas partes demostrando que para hacer política en Colombia se requiere “una neurona”, una cara bonita y un discurso copiado.
Cualquier colombiano que haya escuchado los debates de Natalia Bedoya, sus apariciones cortas en radio o en redes sociales, queda por lo menos con la duda de qué tanto pudo aportar esta mujer como asesora jurídica al viceministro del Interior. Puede que me equivoque en lo que digo y sea bastante talentosa, pero no es claro para quienes vemos sus intervenciones que estemos hablando de una mujer elocuente o intelectual.
Y es que no basta con decir que estudiaron en tal o cual universidad, como hace Bedoya, sino tener alguna capacidad para construir de manera inteligente un argumento que dé cuenta de tantos estudios que dice tener (un pregrado en Derecho y una especialización).
Mal estamos si el Centro Democrático no escoge mejor sus jóvenes figuras, pues lejos de la admiración, causan malestar y pena ajena. Un partido serio no puede impulsar figuras de este tipo. Seguro estoy -las conozco personalmente- de que en las juventudes del CD hay mujeres bastante inteligentes y con argumentos, que no intentan ganar fama exhibiendo su figura voluptuosa, son esas las personalidades que la colectividad debe apoyar.
Jóvenes serios, estudiosos, con contenido. No repetidores de discursos o plagiadores de columnas. Eso es lo que necesita el Centro Democrático. Y la izquierda lo ha hecho mucho mejor que nosotros, no tienen Natalias Bedoyas o Fiescos como figuras líderes, han encumbrado gente que se ve creíble, que aunque por supuesto está equivocada, es evidente que ha leído un libro, que tiene teoría para contestar.
Tal vez cometa una ligereza nombrando a Polo Polo en esta columna. Dejo claro que no es, en mi opinión, igual que Fiesco o Bedoya. El joven no ha sido sorprendido nunca plagiando algún texto, se salva de lo que parece costumbre en las jóvenes estrellas del CD.
También es claro que este muchacho, aunque tal vez tenga menos títulos que los dos mencionados, se esfuerza en buscar una teoría y tener algo de fondo para decir. El error que quiero señalar respecto al cartagenero y que sí parece general entre esta nueva generación, increíblemente encumbrada por los líderes del partido, es el ego tan desmedido que incluso le permite hablar del “polismo”.
Le recuerdo al joven que no sucedió que un día el expresidente Uribe decidiera crear el “uribismo”, sino que su popularidad y nivel de movilización detrás de unas consignas claras fue tan sorprendente, que periodistas y opinión pública empezaron a referirse al uribismo. Que uno mismo intente ponerse esos títulos solo da risa.
Sé que muchos colombianos miembros del Centro Democrático se sentirán identificados con este texto, no es justo que cuando se diga que se hace parte del partido la gente lo asocie a uno con Bedoya. Mi intención no es criticar a uno u otro, cada quién verá cómo se comporta y cuál es su estrategia para conseguir un puesto en política, yo esperaría que esta nota haga reflexionar a los jóvenes sobre conductas que claramente están mal, como plagiar columnas. Pero mi intención fundamental al escribir esto es llamar la atención al partido.
El Centro Democrático no puede controlar quién se declara uribista o seguidor del partido, pero sí debe revisar bien a quienes apoya como nuevas figuras y a quienes encumbra como líderes de la colectividad.
*Juan David Zuleta es abogado con maestría en marketing político.