Por Gian De Base*
Aunque la Guerra Fría haya terminado entre los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (actualmente Rusia), parece que la minúscula, miserable, socialista y totalitaria isla de Cuba continúa con su guerra “por otros medios”. Es así como en pleno siglo XXI, cuando se supone que el socialismo había sido descartado como sistema económico por ser empobrecedor, hambreador y asesino, (además de estar basado en mentiras, prejuicios, ignorancia sobre el mercado y datos manipulados por Karl Marx), vemos hoy a Manuel Andrés López Obrador – que debería ser verdadero nombre – insistiendo en el fracaso, aplicando la receta cubana del socialismo y, por ende, llevando a México al desastre.
Los más incrédulos dirán que “México no es Venezuela”, por chovinismo o por lo ignorancia, así como se afirmaba que “Venezuela no es Cuba”, o como algunos sostenían en los años setenta que “Chile no es Cuba”, mientras Salvador Allende y su gobierno de la Unidad Popular aplicaba a rajatabla la receta cubana; o como lo hiciera luego Fidel Castro imitando a la URSS y posteriormente Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales, Nicolás Maduro, y casos menos concidos en los que se aplica similar receta: El Salvador, Uruguay y ahora, México.
Pero, estimados incrédulos, hay hechos que son irrefutables y, a menos que “MALO” sea un gran prestidigitador, estos confirman que sigue el sendero del socialismo. Desde el inicio de su pésimo gobierno, no ha hecho nada relevante que signifique el aumento de la producción mexicana, la erradicación de la corrupción o la disminución de la violencia. Por el contrario, se ha dedicado a perseguir un enemigo invisible y creado por él mismo como lo es la “mafia de la gasolina” -así como lo hizo Hugo Chávez-.
Desde que “MALO” asumió la presidencia ha tomado una serie medidas que debería a alertar a cualquier analista político debido al rumbo que podría tomar México. Empezó con un ritual pagano de alabar a la pachamama para pedirle permiso de construir un tren inútil. Continuó con la militarización de PEMEX, cuando anunció la creación de una guardia a su servicio e interrumpió el suministro normal de combustible en el país, acción que tiene a gran parte de los mexicanos sin comida. Para culminar, decidió fijar precios “justos”, como ocurrió en Cuba y Venezuela. Esto traerá escasez, hambre y miseria.
El socialismo de “MALO” ha espantado las inversiones y mantiene a los mexicanos al filo de la crisis, error que derivará en una nueva emigración masiva. Esta vez no solamente hacia Estados Unidos (donde el presidente Donald Trump insiste en construir el muro), sino que los mexicanos mirarán al sur. En países como el Brasil del presidente Jair Bolsonaro, que aplica la receta de libre mercado de la Escuela de Chicago, habrá abundancia de oportunidades.
El ministro de Bolsonaro, Paulo Guedes, ha anunciado una serie de reformas económicas (las mismas que sacaran a Chile del colapso socialista de Allende) que implican la reducción y simplificación de impuestos, la apertura al mercado internacional bajando aranceles, facilitar el libre mercado interno con menos trabas, flexibilizar la ley laboral, la privatización de todos los servicios que otorga el Estado, y una de las reformas insignes chilenas: la privatización del sistema de pensiones, que es (como está demostrado por el economista José Piñera) el único sistema que cuida los ahorros de los ciudadanos.
Así que mientras “MALO” gira a la izquierda, al socialismo, al totalitarismo, a crearse enemigos ficticios para aumentar su poder, Bolsonaro (que ha declarado no ser experto en el tema de economía) prefiere dejar en manos de profesionales de la economía. Y, vale agregar, no cualesquiera profesionales. Allá donde se hayan aplicado las recetas de la Escuela Chicago, la economía ha surgido. Esto se evidencia en los gobiernos de Margaret Thatcher, de Ronald Reagan y actualmente de Donald Trump, que, asesorados o no por Chicago Boys, lograron aumentar la producción de sus países, disminuir el Estado y llevarlos de nuevos por el sendero del desarrollo y el progreso, cuando sus países se encontraban hundidos en la miseria de la economía keynesiana.
En conclusión, del socialismo de “MALO” solo se puede esperar la desgracia. Dentro de tres años, México ya será otro prototipo de dictadura socialista bananera, que responde a los intereses y designios del Foro de Sao Paulo (en otras palabras, el G2 cubano y el alto mando de la dictadura cubana, encabezado por Raúl Castro). El Partido MORENA de “MALO” es parte del Foro de Sao Paulo. Algunos son incapaces de verlo porque están cegados por los discursos populistas y las mentiras del típico caudillo hispano, aplaudirán a López Obrador y sus asesinatos, como lo han hecho con Fidel Castro, la dictadura de Maduro o lo hicieron con la Unión Soviética.
Por otro lado, Brasil se encuentra destinado a ganar la próxima década, en convertirse en la nueva promesa americana, como anteriormente lo fueron Argentina, Cuba, Uruguay, Venezuela y Chile, países que han sucumbido ante el estatismo, la mediocridad y el modelo cubano. Brasil demostrará que el libre mercado, acompañado con una república sólida (división de poderes, justicia, eliminación de la delincuencia) es la mejor forma de gobierno. México, por su parte, probará que perdonar narcotraficantes y delincuentes, solo lleva a la violencia, la anarquía y el fracaso.
Bolsonaro ha dejado en claro su rechazo profundo al Foro de Sao Paulo, al socialismo cubano y sus satélites. “MALO”, como buen peón cubano, se ha mostrado servil, invitando al tirano Maduro a su investidura. La izquierda latinoamericana funciona como apéndice del Partido Comunista Cubano, como décadas atrás seguían la línea de los soviéticos. América y la Europa ibérica se encuentran amenazadas por el imperialismo socialista dirigido desde Cuba, que patrocinó y patrocina el terrorismo de grupos como ETA en España, la CAM en Chile o las FARC en Colombia.
*Gian De Biase es politólogo.