Emilio Pérsico, el flamante secretario de Economía Social de Alberto Fernández, fue acusado de fraude a la administración pública, abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público. Pérsico es el líder del movimiento Evita, creado para preservar el legado de Eva Duarte de Perón, la heroína social Dior.
Pérsico, con su facha de Santa Claus de vacaciones en el trópico, tenía montado un carrusel de la corrupción, con recursos de los contribuyentes argentinos, en el que ordenaba el gasto que iba dirigido a sus organizaciones sociales. Una dinámica transaccional corrupta del yo con yo.
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Sus, porque durante ochenta años esa ha sido la realidad argentina, unidades de negocio privadas con una fachada social, que se alimentan con los recursos de todos los contribuyentes argentinos. La privatización de las utilidades y la socialización de las pérdidas, ha sido la constante en la estructura criminal montada por el peronismo, heredada y perpetuada por el kirchnerismo.
La imputación a Pérsico, no estuvo precedida por la imputación o captura de sus más cercanos lavaperros. Pérsico pateaba el tiro de esquina y corría al área para dar el cabezazo y meter el gol, como describió un periodista, la actividad delincuencial del hampón, disfrazado de líder social pobre.
La relevancia de la imputación a Emilio Pérsico, es toda, porque se trata del primer capo del kirchnerismo que cae sin que cayera, previamente, su organización criminal, mostrando una faceta unipersonal dentro de las múltiples modalidades de saqueo, creadas por los grandes capos históricos del nacional socialismo obrero argentino.
En otros casos, se desmanteló el aparato delictivo, empezando de abajo hacia arriba en la pirámide criminal. A Alberto Fernández, por ejemplo, le imputaron, entre otros delitos, malversación de fondos públicos, violación de deberes de funcionario público y abuso de poder después de haber allanado las propiedades de sus calanchines, Héctor Martínez Sosa y María Cantero, la mano derecha de Fernández desde siempre, que aportaron muy valiosa información para lograr la imputación de su patrón.
Juan Zabaleta, el ministro de Desarrollo Social de la Nación de Alberto Fernández, fue imputado, también, por fraude al Estado nacional en la construcción de viviendas en la localidad bonaerense de Luján. A Zabaleta, también, le gustaba la yerba, o mejor, comprar yerba y por eso, seguramente, tendrá que responder por los 21 millones de dólares americanos de yerba que ordenó comprar.
Sin embargo, la noticia importante, fue la imputación del líder social que posa de pobre, Juan Grabois, como si dentro del organigrama del concierto para delinquir, Grabois estuviera por encima de un ministro de Estado. Es decir, Grabois sería un capo de capos.
Otros, Santiago Álvarez alias “Patucho” y Tomás Aguerre, miembros del grupo de fundamentalistas radicales, La Cámpora, se vendían como unos cándidos angelitos, víctimas de la opresión del Estado, pero tenían ingresos multimillonarios de oligarcas sociales por 70 millones de pesos argentinos (unos 70000 dólares)
Télam, la Pravda de la pampa, era usada como instrumento de propaganda del régimen kirchnerista y, también, era el centro de negocios múltiples, para poder pagar a los ‘camporeros’ por su agresiva actividad proselitista callejera.
La prostitución de los conceptos de lo social, de la democracia y de los derechos humanos, es una de las peores aberraciones que puede adoptar una sociedad, cómo consecuencia de una mezcolanza conceptual en la que creen que “democracia” es burocracia, clientelismo y gasto público desbordado, por lo tanto, acabar con esas prácticas corruptas, es propio de las dictaduras, dicen. La celebración del Día de la Memoria, en el 2024, demostró esa prostitución de los conceptos.
Los líderes sociales, aunque perdieron la cara por sus múltiples actos de corrupción, salen a las calles a promover golpes de Estado en nombre de lo que ellos entienden como democracia. También, creen que abortar es un derecho humano o que la protesta social se trata de salir a la calle a realizar actos satánicos de quemas de muñecos o realizar actos vandálicos de destrucción del mobiliario urbano o vandalizar la sede de los partidos políticos que no comparten las mismas ideas de la extrema izquierda asesina.
Lo social, es utilizado para justificar el saqueo del erario público, llegando a tal nivel de degeneración social que se naturaliza la corrupción para poder perpetuar los beneficios de una minoría mezquina que asalta la buena fe de los argentinos de bien, mediante el cobro de una supuesta deuda social.
Esa dinámica perversa, termina por naturalizar el terrorismo y mostrarlo como actos legítimos por tratarse de un enfrentamiento irregular de los miserables, en contra del Estado opresor. Se convierte en héroes a los asesinos y se fomenta la creación de falsas víctimas, otro de los focos inmensos de corrupción, construidos durante la hegemonía ultra kirchnerista.
Se entiende, entonces, la razón poderosa para querer aburrir al señor presidente Milei y que se vaya pronto. Ya se dieron cuenta que se les acabó su sistema de enriquecimiento ilícito a partir de la falsa victimización.
La condena de Cristina Fernández viuda de Kirchner, ha sido un catalizador para iniciar el proceso de ‘deskirchnerización’ de Argentina, el mismo proceso que tuvo que pasar en la Unión Soviética, cuando se conocieron los múltiples crímenes cometidos por Stalin, que empezó con la expulsión de su momia (la de Stalin) del mausoleo en la Plaza Roja de Moscú y siguió, borrando cualquier vestigio del legado de Stalin de la historia rusa.
Fue retirado el busto de Néstor Kirchner del Congreso de la República por tratarse de un inmerecido homenaje y ha sido retirado el nombre de Néstor Kirchner de varios edificios públicos, pero falta, aún, que renombren el Centro Cultural Kirchner, que solo sirvió para lavar cientos de millones de dólares en la restauración del Palacio de Correos y Telecomunicaciones de Buenos Aires.
En los museos se incluyó de manera abusiva, el nombre de Néstor Kirchner en la gloriosa historia argentina. En lo personal, me causó estupor ver la fecha de su nacimiento y muerte, como hitos de la historia argentina, al lado de Belgrano, Roca, San Martín y otros próceres, cómo si quisieran equiparar las gestas de los patriotas con las movidas turbias de la familia Kirchner.
Aunque estaban seguros que jamás se iban a ir y, por lo tanto, jamás se iba a conocer la verdad sobre la vorágine de saqueo y corrupción kirchnerista, ese culto exagerado a la personalidad de Néstor Kirchner, era un acto cobarde para cubrir su retirada, para cubrirse la retaguardia. Hasta Pérsico estaba confiado.