English“Un fracaso”, así consideró a la guerra contra las drogas el representante boliviano ante la OEA en la Asamblea General extraordinaria que versó acerca de política de drogas. La manifestación del diplomático irrumpió entre una seguidilla de declaraciones crípticas y tibias sobre el tema.
Sin embargo, como reza el refrán, “del dicho al hecho hay un gran trecho”, y más si consideramos que tales aseveraciones vienen de parte de los diplomáticos, una especie que calcula de manera milimétrica cada palabra y cada efecto deseado.
A pesar de lo que insinuaba el diplomático boliviano, Bolivia está lejos de reformar radicalmente su política de drogas. Ninguno de los candidatos que se presentarán en la contienda presidencial del próximo 12 de octubre tiene entre sus planes despenalizar —mucho menos legalizar— el consumo o la comercialización de drogas. Al menos eso es lo que insinúan las propuestas de los candidatos de la controvertida elección presidencial.

Bolivia es uno de los mayores productores de la hoja de coca, que se usa para producir la cocaína, aunque también en Bolivia mascar la hoja es una antigua costumbre. Su producción es la tercera a nivel mundial, con 25.300 hectáreas sembradas, sólo superada por Perú y Colombia, según consigna un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito.
Incluso en la Constitución reformada en 2008 por el presidente Evo Morales, se designó constitucionalmente a la Erythroxylum coca como patrimonio cultural:
El Estado protege a la coca originaria y ancestral como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia, y como factor de cohesión social; en su estado natural no es estupefaciente. La revalorización, producción, comercialización e industrialización se regirá mediante la ley.
Un informe del diario boliviano La Opinión presentó las posturas de los candidatos.
¿Que dicen los candidatos sobre las drogas?
Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que propone a Morales para un tercer mandato, insiste en medidas que pueden sonar atractivas al oído pero que a la hora de implementarlas todo apunta al fracaso del obsoleto enfoque represivo.
“Reducción de la oferta: fortalecer las medidas de control e interdicción, mayor control en zonas fronterizas. Interdicción y represión al microtráfico, en zonas vulnerables cercanas a unidades educativas. Desarticulación de organizaciones de narcotráfico con la aprehensión de sus miembros”, plantea el programa del MAS.
Además, en cuanto al consumo, propone la reducción de la mediante la implementación de “estrategias y programas de prevención del consumo de drogas y alcohol en el ámbito de la comunicación social, educativa y familiar”.
Si la sanción de leyes y planes gubernamentales para eliminar el tráfico de drogas han sido inefectivos, ¿por qué nuevas leyes y planes gubernamentales tendrán éxito esta vez?
Frente a esta propuesta la pregunta es: ¿Cuáles serán los incentivos para que los cocaleros no desvíen su producción hacia los narcotraficantes que ofrecen un negocio mucho más redituable que el del mercado legal de la coca?
El Partido Verde Bolivia, que llevará a Fernando Vargas Mosúa como candidato a presidente, tiene una idea para eso: Una indemnización de US$10.000 por hectárea que motive a los productores de coca a destinar sus tierras a otros cultivos. Pero sin tomar en cuenta que la buena voluntad no alcanza, algunos cocaleros podrán verse tentados de aceptar “dinero fácil” y otros con una visión más largoplacista continuarán abasteciendo el mercado ilegal a través de la coca en excedente.
Julio Alvarado, candidato a diputado del Partido Democráta Cristiano, lleva adelante promesas grandilocuentes: “Vamos a acabar con el crimen organizado”, escribe. Para ello propone que el Estado asuma un monopolio de comercialización de las hojas de coca que generalmente son destinadas al narcotráfico.
“Vamos a nacionalizar la coca excedentaria. La vamos a industrializar, convertir en abono orgánico o en último caso la vamos a quemar, pero no va a ir al narcotráfico. Les vamos a quitar la materia prima, vamos a controlar las fronteras para que los precursores no vayan o se desvíen al narcotráfico, vamos a frenar la producción de cocaína”, dice.
Otro ejercicio de voluntarismo. Si la sanción de leyes y planes gubernamentales para eliminar el tráfico de drogas han sido inefectivos, ¿por qué nuevas leyes y planes gubernamentales tendrán éxito esta vez?
Por su parte, Carlos Hugo Laruta, vocero de Unidad Democrática, que postula a la presidencia al empresario Samuel Doria Medina, tampoco aporta ninguna novedad.
“Necesitamos aplicar una estrategia antidroga desde la producción hasta el consumo, capaz de ofrecer soluciones globales a un problema complejo, generando alternativas a la plantación de la coca, persiguiendo la transformación y el tráfico de la droga, dotando a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) de más medios y atribuciones, creando un sistema de justicia antidroga rápido y reforzando la Fiscalía y la judicatura antidroga”, dice Laruta.
Finalmente, la propuesta del Movimiento Sin Miedo, cuyo candidato es Juan Manuel Granado, también recurre a los incentivos económicos para desbaratar el narcotráfico: “Esta complementariedad económica se basará en cultivos, cítricos, cacao, café y otros, que son rentables, pero que no reemplazará la hoja de coca, cuyos proyectos contemplen su inversión y promoción, la capacitación para los agricultores en su cultivo y la implementación de sus respectivas industrias complementarias para garantizar la venta de toda la producción en mercados de todo el país y precios justos”.
El futuro regional acerca de las drogas
Desde Bolivia, la perspectiva a futuro respecto de la política de drogas no es auspiciosa. Sin embargo, ¿Quién iba a pensar que en 15 años atrás que los políticos comenzarían a reconocer la necesidad de un cambio?
Probablemente sea la ansiedad de que se ponga fin a un experimento tan dañino lo que motive a una visión tan pesimista. Más vale quedarse con la conclusión del escritor y periodista Álvaro Vargas Llosa:
Los Gobiernos latinoamericanos que aún se resisten a aceptar las lecciones de la realidad tendrán que ir moviéndose de sus posturas inmovilistas, porque todo apunta a que ellas serán superadas por la realidad. En esto, los reformistas son claramente quienes tienen el “momentum” de su parte. La bolita de nieve ya echó a rodar y más temprano que tarde será enorme. Mejor es sumarse a ella o esquivarla que esperar a que a uno la aplaste.