
EnglishEntre los muchos discursos que escuché el mes pasado durante Foro de la Libertad de Oslo hay uno en particular que me conmovió.
No solo por el potencial del contenido, o por lo emocional de la presentación, sino también por la noción de que sí hay esperanza en la ermitaña nación de Corea del Norte, victima, aún hoy día, de décadas de una interpretación extrema del pensamiento socialista.
La idea fue presentada por Yeonmi Park, una joven desertora de Corea del Norte, con un impresionante nivel de inglés y una entusiasta perspectiva acerca de uno de los más grandes desarrollos que ha surgido del país aislacionista: un pujante y cada vez más próspero mercado ilícito, al margen de las normativas totalitarias.
El mercado negro norcoreano no solo existe, dice Yeonmi, sino que además es vibrante y le da esperanzas a la gente.
“Todos saben que tienen que romper las reglas, al trabajar en estos mercados, para sobrevivir”, dijo a la audiencia en el Foro de la Libertad de Oslo. “Pero una vez que empiezas a negociar por tu cuenta, también comienzas a pensar por tu cuenta”.
La razón por la cual Yeonmi se expresa y comparte su historia con el mundo, es porque su padre fue arrestado, tras lo cual ella y su madre decidieron huir. Escaparon a través de China hacia Mongolia, para luego dirigirse hacia Corea del Sur en 2009.
En el discurso, Yeonmi describió su vida desde los primeros intercambios en el mercado negro de Corea del Norte, cuando de niña debía evadir las estrictas políticas del régimen de Kim Jong-il. Contó cómo aprendió acerca del amor a través de la película Titanic y cómo finalmente llegó a comprender la propaganda de Corea del Norte una vez que leyó Rebelión en la Granja, de George Orwell.
“Este libro me liberó de los dictadores emocionales en mi cabeza”, expresó Yeonmi. “Titanic abrió mis ojos para descubrir que las personas pueden vivir de manera diferente y que allí afuera hay algo más; el mercado negro me ofreció la oportunidad de exponerme al mundo exterior y Rebelión en la Granja me liberó del lavado cerebral”.
Esto, indicó, a pesar de que constantemente le dijeron que su vida solo tenía sentido si se la dedicaba a los grandes gobernantes.
“Nos enseñaban que morir por el régimen era lo más honorable que podíamos hacer”, explicó ella. “Corea del Norte merece libertad. Se merece más”.
Tengo también el placer de ser miembro de Young Voices Advocates, junto con Yeonmi. Tuve la posibilidad de hablar con ella en medio del brillo y el glamour de las actividades nocturnas y se mostró muy animada de estar junto a personas a las que les importaba el avance de la libertad humana.
“Amo lo que están haciendo todas las personas aquí. La libertad es algo bueno”, me dijo y no hay nada más inspirador que oír eso de alguien que ha tenido que vivir en probablemente el peor Estado del planeta hoy día.
Si Yeonmi cree que aún hay esperanza y que el mercado negro es la llave, entonces hay esperanza para el reino ermitaño. Por una libre y próspera Corea del Norte.
Traducido por Génesis Méndez. Editado por Adam Dubove