EnglishJohn Kerry, en su papel como Secretario de Estado de EE.UU., ha hecho del combate contra el cambio climático su máxima prioridad. Desde el principio ha sido una misión condenada al fracaso, y deberíamos estar agradecidos de ver fallar a Kerry.
Las razones de esta lucha tienen mayor relación con la política y las realidades del gobierno que con razones científicas e ideológicas.
“Si no actuamos dramática y rápidamente, la ciencia nos dice que el clima y nuestra forma de vida están en peligro”, declaró Kerry en marzo después del lanzamiento del último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). “Negar la ciencia es negligencia”.
La administración del presidente Barack Obama se unió al espíritu de la cruzada de Kerry cuando la Agencia de Protección Ambiental (EPA) emitió una guía de emisiones de 645 páginas sobre “la contaminación de carbono”, principalmente dirigida a regular las plantas eléctricas que funcionan con carbón al punto de eliminarlas.
“Una vez implementados estos límites, las emisiones del sector energético de Estados Unidos se reducirán hasta en un 30% para 2030″, escribió el martes el secretario Kerry en una editorial del Financial Times, solicitando a los líderes del mundo a hacer lo mismo para ayudar a eliminar el flagelo de “la contaminación de carbono”.
Desde 2013, cuando tomó las riendas del Departamento de Estado, Kerry lanzó una cruzada para instar a la acción gubernamental a favor de la lucha contra el cambio climático. En Yakarta, Indonesia, durante su primer discurso importante de políticas realizado en el exterior, Kerry dedicó los 45 minutos de su conferencia a la “importancia de abordar el cambio climático, particularmente sobre las implicaciones de seguridad nacional y las oportunidades económicas”.
A pesar de que el tema fue dejado de lado temporalmente debido al conflicto bélico de Siria y la posible intervención militar de EE.UU. en ese país durante la última parte de 2013, Kerry reorientó su energía hacia intervenir en la trayectoria del clima del mundo a principios de 2014. Le dio tal importancia al tema que incluso llegó a afirmar que el cambio climático representa “peligro inminente” para los ciudadanos.
“Es posible que no veas al Cambio Climático como una amenaza inmediata para tu trabajo, tu comunidad o tu familia”, dijo Kerry en un reciente discurso de graduación en su alma mater, la Universidad de Boston, “pero tengo que decirte que sí lo es”.
Si bien nadie puede dudar de la sinceridad de Kerry, su causa es peligrosa y errónea. Las exageraciones no están respaldadas por la ciencia y, sobre todo, pueden inspirar fácilmente políticas irracionales y peligrosas a corto plazo.
Primero, evocar imágenes de pueblos inundados, ciudades desiertas, escasez de agua y cultivos y más guerras y conflictos “que saltan hacia nosotros como una escena de una película en 3D”, como denuncia Kerry, no tiene ningún fundamento en los hechos. El cambio climático puede ser un fenómeno real, pero su representación en la política y los medios de comunicación carece de rigor científico.
El último informe del IPCC predice que cualquiera de estos efectos sería a largo plazo, siempre y cuando todos los demás factores ambientales se mantengan constantes, y lo más probable es que tomen cientos de años en aparecer. El aumento esperado de la temperatura para los próximos 100 años es de entre dos y once grados Fahrenheit, según la Academia Nacional de Ciencias. Eso significa un promedio de un grado por década en el peor de los casos. La mayoría de los científicos involucrados en el último informe del IPCC de 2013 coinciden en que este escenario es improbable.
Considerando la naturaleza del calentamiento global, el IPCC ha sostenido que el uso de energía por los seres humanos es una de sus principales causas, pero no la única. Los científicos están seguros de que la humanidad aumenta la emisión de dióxido de carbono en la atmósfera, pero no están seguros de la cantidad exacta.
Kerry convenientemente pasa por alto este dato al vender ante audiencias de todo el mundo un plan contra el cambio climático que se basa en la afirmación de que el ser humano es el contaminante principal del planeta.
Mirando al pasado, entre 1880 y 2012 la temperatura de la tierra aumentó 0,85 grados centígrados. Es altamente probable que el incremento medio anual del nivel del mar haya sido de 1,7 milímetros durante el mismo período de tiempo. Para que ocurra una inundación o catástrofe natural como la que predice Kerry, los cambios que se han dado en el planeta durante varios cientos de años tendrían que suceder en unos meses. Esto no va a suceder.
Por lo tanto, decir que el cambio climático es una amenaza inmediata hoy día es incorrecto y no tiene ningún basamento científico.
En segundo lugar, este enfoque se basa en los límites. Límites impuestos por el gobierno y aplicados por el gobierno. Se utilizarán recursos financieros para castigar a los que no siguen los mandatos aprobados por la EPA. Al centrar la atención en soluciones legislativas, en lugar de soluciones empresariales o de mercado, Kerry y sus amigos reguladores en Washington, D.C., están interviniendo activamente para determinar a los ganadores y perdedores.
Para muchos ciudadanos preocupados por el medio ambiente estas palabras y acciones son bienvenidas, pero pueden hacer más mal que bien.
En palabras del economista y activista ambiental danés Bjørn Lomborg, “el alarmismo [ambiental] está llevando a costosas e ineficientes no-soluciones”.
Las empresas están muy conscientes del peligro que tales regulaciones impondrán a su existencia. Mientras que cualquier plan para reducir temperaturas superficiales globales es noble, sigue sin probarse que la regulación de estas industrias reducirá ese factor.
Lomborg calcula que la propuesta climática de la Unión Europea, que cuesta $250 millardos de dólares por cada año hasta el próximo siglo, probablemente reducirá la temperatura en la mísera cantidad de 0,05 grados Celsius.
Hay que recordar que la temperatura no es un objetivo de inflación, de presupuesto, o incluso de trabajos “salvados o creados”. Se trata simplemente de una medición afectada por una gran cantidad de factores, el menor de los cuales es un gobierno en particular.
Así que aunque puede que haya cierto nivel de ingenuidad sobre el papel que el ser humano juega en la transformación de nuestro planeta entre quienes se oponen a las políticas climáticas, existe un autoengaño aun mayor entre aquellos que realmente creen que el gobierno puede imponer la bajada de las temperaturas del planeta.
No es una cuestión de sopesar los costos a corto y largo plazo. Miles de millones de dólares que podrían dirigirse a programas alimenticios en los países empobrecidos, o a superar enfermedades mortales que causan constantemente la muerte a millones de niños, se canalizarán a reducir el uso de energía por parte de los humanos, mucha de la cual es necesaria para expandir el crecimiento y la prosperidad.
John Kerry y sus aliados pueden creer que su causa es noble, pero necesariamente abandonarán muchos otros asuntos urgentes que pueden ser fácilmente tratados por los diplomáticos.
Se dice que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.