EnglishEn 1995, el primer ministro de Quebec y líder del Partido Quebequés (PQ), Jacques Parizeau, declaró, en su discurso tras el referendo fallido de la provincia para la secesión, que la batalla se perdió debido al “voto étnico”.

Casi 20 años después, el partido se tomó ese mensaje a pecho, y desarrolló toda su campaña electoral del 2014 en base a la promesa de secularizar las instituciones de la provincia, erradicando el uso y exhibición de símbolos religiosos en la vida pública.
Mientras que la Carta de valores de Quebec (Charte des Valeurs Québécoises) es tildada de secular y neutral, sin duda su objetivo son las mujeres musulmanas que usan velos y vestimentas tradicionales, que constituyen menos del 2% de toda la población y en su mayoría residen en vecindarios de inmigrantes de Montreal.
“En esta elección, debemos elegir un gobierno que liderice a Quebec con integridad y una visión que creará trabajos y adoptará una carta de secularidad”, dijo Pauline Marois, la actual primera ministra de Quebec y líder del PQ en el debate de dos horas entre líderes del partido transmitido por Radio Canada el jueves pasado.
“Todos sabemos que el Partido Quebequés ha usado la Carta como un ardid electoral, eso no está en duda”, dijo la líder de Quebec Solidario, Françoise David, en el debate.
Sobre el asunto de cómo se implementaría la Carta, la primera ministra fue clara.
“Ya sea en los hospitales o en las escuelas, habrá un tiempo de transición para todas las mujeres involucradas”, dijo, sin siquiera ocultar que la ley se centra en mujeres de fé islámica.
Esta declaración revela lo que todo el mundo sabe que se prepara en Quebec en las elecciones de la provincia el 7 de abril: que esta elección fue provocada por el PQ cuando sus tropas están más movilizadas. En el momento exacto en que las rupturas en la sociedad de Quebec son más profundas que nunca, poner al Islam y la diversidad cultural en la mira les brinda un método seguro para seducir a la población y obtener la mayoría de los puestos en la Asamblea Nacional.
Dicho triunfo despejaría los obstáculos parlamentarios que hasta ahora tanto le había costado superar al gobierno minoritario de Pauline Marois. Al menos su partido será capaz de seducir a la población para que exija otro referendo nacional para la secesión, el cual, en este momento, es muy probable que pierda.

Esta estrategia de “divide y vencerás”, sin duda a largo plazo representará la perdición del PQ, entre otras cosas porque más de dos tercios de la población se opone a ella. Esta retirada al populismo, ha llevado a la negación total de la visión que sirvió de base para el movimiento de soberanía de Quebec décadas atrás.
El partido que mejor representa el ideal separatista se ha vuelto un partido nativista e intervencionista, en lugar de avanzar a una meta común para construir una sociedad libre y próspera.
Su meta en los años 70, en definitiva, era unir a los partidarios de la soberanía de Quebec. Pero en el siglo XXI se ha desviado, alienando a la población anglófona minoritaria, y marginando a la comunidad de negocios, que pide reformas económicas.
Las historias más recientes del PQ avivando las llamas del “fraude electoral masivo” que supuestamente implicaría el que muchos estudiantes anglófonos en Montreal voten en las próximas elecciones, solo solidifican la rabia del PQ en contra de los angloparlantes minoritarios en la provincia. Esta actitud en contra de minorías lingüísticas se ha presentado durante cierto tiempo, pero el creciente sentimiento en contra de las minorías religiosas y étnicas es perturbador.
En este sentido, el Partido Quebequés moderno busca aprender en Europa las lecciones políticas que debería aprender de sus propias figuras históricas. Toma apuntes políticos de Marine Le Pen de Francia y Geert Wilders de los Países Bajos, ambos políticos nativistas que han surgido debido a la retórica populista y tensiones étnicas, en lugar de hacerlo de su fundador René Lévesque, partidario ferviente y romántico de una sociedad quebequés de amplia base.

Al menos un antiguo legislador del PQ percibió claramente el mensaje y abandonó el partido para iniciar su propio movimiento político.
Jean-Martin Aussant, considerado como el verdadero ministro de economía en la práctica, no estaba satisfecho con el nivel de manejos políticos que vio en el partido, y lo abandonó para fundar Opción Nacional en el 2011. El partido se centraría en la independencia como la meta por excelencia, en lugar de buscar gobernar y atraer lentamente a los ciudadanos a la idea de darle a Quebec la autonomía definitiva.
Su idea era que los argumentos racionales, en lugar de temas sociales insignificantes, persuadirían a los electores a acudir a otro referendo. Esto les daría más información y estarían más dispuestos a aceptar la idea de una nación independiente de Quebec.
Sin duda, se puede decir que el PQ sigue la estrategia totalmente opuesta, en detrimento de la provincia.
En lugar de discutir la gran burocratización de los sectores de salud y educación del gobierno, la población común discute sobre los hiyabs y si es apopriado que lo usen cuidadoras de niños y maestras. En lugar de concentrarse en la deuda a punto de explotar y las enormes presiones que enfrentan los empleados que pagan impuestos, se centran en el tipo de ropa que deben usar los trabajadores sociales durante sus horas de trabajo.
¿Este es el Quebec que tanta gente quiere ver independiente? ¿Esto es lo que los ciudadanos de Quebec quieren ver como su tema insignia, el que en definitiva separará a la provincia de Canadá luego de más de 147 años de unión común? Esperemos que no.