En la conferencia regional de Estudiantes por la Libertad, llevada a cabo en Bogotá Colombia, se realizó el panel de “guerra contra las drogas y el posconflicto”, donde Daniel Raisbeck, historiador y excandidato a la alcaldía de Bogotá, y Hernando Zuleta, director del Centro de Estudios de Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes, presentaron sus consideraciones al respecto de este tema.
La conclusión central de la ponencia: la legalización de las drogas es el camino para acabar con la violencia asociada al narcotráfico.
Los dos ponentes estuvieron de acuerdo en que la lucha contra las drogas ha sido infructuosa. Por su parte, Hernando Zuleta señaló que el problema hay que mirarlo de manera global. La disminución del cultivo de drogas en un país, se ve acompañado del aumento en otro lugar. Para él, el narcotráfico tiene que ser visto como un “sistema global”.
Señaló, además, que el problema no es el narcotráfico en sí mismo sino la violencia que se presenta en zonas con cultivos ilícitos. Por lo que dicha problemática se vería solucionada si se avanzara hacia la legalización. Por último, hizo énfasis en que la erradicación forzada no ha funcionado en ninguna parte del mundo. Y que una posible estrategia para intentar bajar el consumo de drogas debería estar enfocada a que los jóvenes aumenten su confianza y disminuyan su vulnerabilidad, de modo que sean capaces de resistir a las modas y las tendencias juveniles de consumo de drogas.
De otro lado, Daniel Raisbeck puso en duda la idea de que la legalización de las drogas inevitablemente conduce a un aumento del consumo. Para él es posible que el hecho de que sean prohibidas aumente la atracción de los jóvenes, en tanto que es común que en la juventud las personas vayan en busca de lo prohibido.
También enfatizó en la idea de que la legalización de las drogas a quien más perjudica es a los narcotraficantes. Son ellos los que se benefician con los altos precios que se generan gracias a la prohibición. Finalmente, concluyó su ponencia afirmando que el acuerdo Santos-FARC hubiera sido la oportunidad perfecta para poner sobre la mesa el debate de la legalización, porque si algo contribuiría a la paz del país sería precisamente dar ese paso.