EnglishPuede parecer difícil de creer que el mismo país que despenalizó la marihuana [1] se enfrente ahora a una ley que pretende declarar la guerra a las bebidas alcohólicas, aunque las autoridades uruguayas hasta ahora han insistido en que está lejos de ser lo que una vez fue la prohibición en Estados Unidos.
Sin embargo, en su primer día como presidente (1 de marzo), Tabaré Vázquez anunció que iba a tomar medidas enérgicas contra el consumo excesivo de alcohol, y 25 días después convocó una primera reunión con la oposición, la Unión de Bebidas, Alcohólicos Anónimos, y el director de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani. El objetivo era claro y presuntamente “positivo”: limitar el consumo de alcohol de los uruguayos.
Esta no es la primera guerra de Vázquez contra las libertades personales. Durante su primer gobierno (2005-2010), Vázquez no sólo luchó contra el tabaco — lucha por la que en ese tiempo había una euforia mundial —; dejó bien claro que no apoyaría ninguna liberalización del aborto, y admitió públicamente que él estaba dispuesto a vetar un eventual proyecto de ley, en caso de que fuese aprobado en el Parlamento, lo cual hizo después. [2]
La voluntad de Vázquez (un oncólogo Católico) para cuidar de los uruguayos puede ir demasiado lejos: este ni siquiera es su primer intento de regular el alcohol. Un proyecto de ley, con idénticas intenciones, se envió al parlamento durante su primer período presidencial y fue rechazado, a pesar de tener mayoría de su partido (Frente Amplio) en ambas cámaras legislativas. Su obsesión no se desvaneció con el tiempo, como todos podemos ver hoy.
Según cifras oficiales, el 8% del consumo de alcohol de Uruguay es problemático, y se estima que el 5% de este está relacionado con menores de edad.
Mientras que algunos de sus senadores (entre ellos el expresidente José Mujica) y, sorprendentemente, su vicepresidente Raúl Sendic marchan en apoyo del gobierno de Nicolás Maduro, Vázquez tiene previsto aplicar límites a la publicidad de alcohol, así como crear más requerimientos para los distribuidores y nuevas sanciones para aquellos que ignoren la ley aún no nacida.
La próxima reunión se celebrará el 29 de abril y, en el ínterin, Vázquez sugirió que tengamos una “mente abierta” acerca de esta nueva resolución — cualquiera que sea — ya que él está convencido de que el alcohol es una droga de entrada a sustancias más fuertes.
“Los consumidores no serán perseguidos”, dijo Vázquez, “pero el alcohol no se venderá en todas las tiendas”. El solo hecho de que el presidente aclaró que no habrá persecuciones, me hace pensar lo contrario: es exactamente lo que sucedió con la prohibición de fumar hace nueve años. Los fumadores fueron repentinamente satanizados y vilipendiados.
Todas estas medidas del estado paternalista (tan típicas de nuestro presidente) no son coherentes con las declaraciones de ese candidato que alguna vez dijo que consideraría la despenalización de la cocaína. Ese fue Vázquez el año pasado, por si acaso.
Me parece olvidar que, para algunos, vale la pena defender las libertades sólo en época de elecciones, y las olvidan fácilmente una vez que el trono — cargo, me refería al cargo — es conquistado.
[1] La aplicación de la ley ha sido suspendida hasta nuevo aviso.
[2] El aborto fue despenalizado bajo pedido, en diciembre de 2011, durante la administración de José Mujica.