Por Daniel Birrell y Cecilia Fernández
El día 30 de octubre la presidenta Bachelet declaró en España que hay una campaña del terror en contra del proyecto de reforma educacional. Sus palabras: “dice que vamos a cerrar colegios” y “que los padres no van a poder elegir el colegio de sus hijos”. Ambas cosas son, a juicio de la mandataria, falsedades que se han difundido con objeto de generar temor.
El mismo día el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, explicó a una radio local que el debate se debe realizar “sobre la base de lo que efectivamente hemos presentado y hemos planteado, no sobre fantasmas, porque eso nunca nos va a llevar a la unidad”. La presidenta y su ministro denotan cierta ansiedad ante un debate que no tiene que ver —a su juicio— con el verdadero proyecto de reforma educacional.
Por otra parte los padres, apoderados, profesores y sostenedores de colegios particulares subvencionados —el núcleo de la discusión— el pasado fin de semana marcharon por la Alameda en Santiago, convocando alrededor de 100.00. personas, para manifestar su oposición a esta reforma. Es un fenómeno de proporciones inesperadas que seguramente ha despertado las alarmas en la Moneda.
En el esquema actual, la subvención “sigue al alumno”. Es decir, si los padres cambian de colegio el sostenedor pierde el subsidio. Y más del 53% de las familias han optado por los colegios particulares subvencionados.
La cobertura actual del sistema educacional chileno es prácticamente universal, como ocurre en países desarrollados
La cobertura actual del sistema educacional chileno es prácticamente universal, como ocurre en países desarrollados, teniendo índices de matrícula que representan esa realidad. La matrícula en Educación Básica alcanza al 99,7% de los niños entre 6 y 14 años. En el caso de la Educación Secundaria la cobertura de la matrícula es de 87,7%, de los adolescentes entre 15 y 18 años.
Entonces, si en lugar de una “campaña del terror” hubiese una base de realidad, sobrarían motivos para levantar la voz y hacerla valer en forma pública, aunque la presidenta se inquiete —y también para obtener rédito político, que es el negocio de la oposición.
Agregó el ministro: “lo que para nosotros como Nueva Mayoría es un principio intransable, es que la educación financiada por el Estado no puede admitir la segregación, y lo que está absolutamente comprobado es que expedientes como el copago, la segregación y el lucro incentivan la segregación”.
Es evidente y de todos conocido que los denominados “movimientos sociales” —y en particular el de los estudiantes— fueron la base inspiradora del reformista programa de la Nueva Mayoría. Sin embargo, nuevamente en palabras de la presidenta, “si uno une campaña, recursos y un mensaje para atemorizar a la población”, se trata de una campaña del terror.
Decenas de miles de personas que se oponen a esta reforma marcharon pacíficamente por la Alameda. Sra. presidenta, ¿de verdad cree que todas lo hicieron engañadas o pagadas?
La respuesta no se hizo esperar. Erika Muñoz, presidenta de la Confederación de Padres y Apoderados de Colegios Particulares Subvencionados (Confepa), declaró ayer: “la campaña del terror la estamos viviendo nosotros”. Hernán Herrera, presidente de Colegios Particulares de Chile A.G. (CONACEP), señaló que “nos sentimos atacados por la Presidenta.”
Un 70% de los establecimientos no cumplen con los nuevos requisitos que exige el proyecto de reforma, y podrían verse forzados a cerrar
¿Por qué los afectados temen y se sienten afrentados? Porque —a juicio de CONACEP— un 70% de los establecimientos no cumplen con los nuevos requisitos que exige el proyecto de reforma, y podrían verse forzados a cerrar. Entre otras provisiones, se congelará la creación de nuevos colegios subvencionados (lo que no parece compatible con el actual ordenamiento constitucional).
Adicionalmente se terminará con el copago, es decir, con el aporte de los padres a la educación de sus hijos, que —en teoría— deberá ser remplazado por el Estado. Por último, se forzará la venta del edificio a una nueva fundación sin fines de lucro o, en su defecto, al Estado, poniendo en riesgo la continuidad del orden de 3.000 establecimientos. Esta última también parece una medida inconstitucional, ya que altera contratos vigentes (por ejemplo de crédito) y lesiona el derecho de propiedad.
En palabras de Hayek, la acción del Estado busca desplazar a la iniciativa privada por oposición. Esta es la forma en que el Gobierno busca poner fin al “lucro en la educación” (a que dineros públicos vayan a parar a bolsillos privados). Se trata del eslogan del temido movimiento estudiantil que sirvió de base para alcanzar la Moneda.
¿Valdrá la pena señalar aquí cuál es el origen de los dineros fiscales? ¿La insignificante correlación entre calidad y lucro? ¿El uso legítimo de transferencias fiscales al sector privado? ¿El rol subsidiario del Estado consagrado en la Constitución?
Con respecto a la libertad de elección de los padres, el proyecto propone establecer una “plataforma informática” que supuestamente tomará en consideración las preferencias de los padres, en la cual el Ministerio asignará el colegio al que podrán asistir sus hijos.
Eliminándose el proceso de entrevistas entre padres y directivos del establecimiento; remplazando así un proceso esencialmente humano —el de la comunicación— que es además el fundamento de la verdadera libertad de elección. Un proceso entre apoderados y sostenedores se sustituirá por otro impersonal y unidireccional entre el apoderado y el Ministerio. Un solo ejemplo: Las escuelas para discapacitados, ¿no podrán concordar con los padres si ese alumno tiene una buena posibilidad de integración en el establecimiento?
La palabra segregar es odiosa porque esconde la posibilidad de discriminar en forma injusta. Etimológicamente significa “separar del rebaño”. El Gobierno supone entonces que las ovejas no pueden decidir por sí mismas y que son todas iguales. El ministro dejó de hablar de fin de la “selección”, tal vez porque ya tuvo que ceder ante algunos colegios públicos donde se seguirá eligiendo a las mejores ovejas. Perdón, a los mejores alumnos. Con su proyecto algunos apoderados serán más iguales que otros.
En la Granja Animal el lenguaje es poder. Instalar el nuevo eslogan del fin de la segregación —en remplazo del fin del lucro— podría ser una herramienta de cohesión política para la Nueva Mayoría (porque las señales de dispersión son alarmantes). Al efecto, el Ministro señaló que la inclusión “tiene todo que ver con la calidad”. ¡Segregación no, inclusión sí! ¡Por fin se expresan en lenguaje borrego! Para que podamos entender, para consolidar la unidad del rebaño.
El proyecto educacional de la Nueva Mayoría amenaza con imponer una sola alternativa posible para la inmensa mayoría de familias que no pueden costear un colegio privado
La segregación sería la causa de todos los males. Sería consecuencia del actual sistema de copago (capacidad económica) y de selección mutua (por parte de apoderados y del establecimiento), y se produce en el proceso de entrevistas previo a la matrícula. ¿Tiene algo de objetable?
Las familias más vulnerables podrían tener acceso a una mayor ayuda del Estado y así se contribuiría a incrementar la libertad de elección. Pero el segundo aspecto encierra otra cuestión, pues el proyecto no busca regular el proceso, sino su remplazo. En consecuencia se podría limitar —y eventualmente eliminar— la diversidad de proyectos educativos.
Un colegio con determinado perfil se sostiene solo si todos sus actores se alinean. La cohesión se inicia en el proceso de comunicación y selección informada entre la institución y los apoderados. El proyecto de ley contempla además limitar fuertemente la capacidad del establecimiento para expulsar a un alumno, reduciendo todavía más la posibilidad de forjar un sello en el proyecto educativo.
El Ministro propone, como antídoto y remedio, la inclusión. Etimológicamente significa “introducir una cosa en el interior de otra o encerrar dentro de sus límites”. El proyecto educacional de la Nueva Mayoría amenaza con imponer una sola alternativa posible para la inmensa mayoría de familias que no pueden costear un colegio privado.
¿Esperan así reducir el enorme abismo que se observa entre estos dos mundos y en todas las etapas de la vida? Con razón el ministro dijo, hace poco, que la idea era bajar de los patines a los alumnos que corren con ventaja (y no se refería a los colegios privados).
Desde siempre los totalitarismos, expertos en simplificar el lenguaje, han acusado a sus opositores de promover “campañas del terror” en base a mentiras. Porque ellos son poseedores de la verdad. Es peligroso y significativo que el ministro se queje de no haber logrado “la unidad” en torno a su proyecto. No es extraño que sean muchos, incluso exministros de educación de la Concertación, los que se han unido para gritar:
“Reforma educacional: ¡así no la quiero!”