La última vez que tuve la oportunidad de compartir con el Comandante Huber. Fue hace unos meses en un conversatorio en esta ciudad. Comenzamos entre cubanos a argumentar sobre los obstáculos de la lucha por la democracia, los problemas que todos conocemos, el incierto futuro de Cuba. La conversación se matizó de pesimismo y los comentarios parecían catarsis, como es hasta cierto punto lógico en una lucha tan larga que ha costado dolor y sufrimiento a muchos.
Fue entonces cuando intervino el Comandante Huber que había estado en humilde silencio durante todo el tiempo. En su tono pausado y certero, con la autoridad de quien ha padecido y no ha claudicado, nos habló de esperanza. Con la gracia de los sencillos de corazón, de esos que te muestran el error sin decirte que estás equivocado, nos hizo ver lo inútil de la autocompasión, el fin de un régimen que está condenado al fracaso porque va contra la persona y el triunfo que vendrá porque se propone lo bueno.
Sin triunfalismos, ni evasiones, contando con lo difícil de nuestra realidad nos habló de la verdad y de las razones para la acción y para la esperanza.
Nos dio una lección a todos.
Me siento profundamente honrada, es un honor para mí y para mi familia el haber sido llamada para compartir con ustedes la despedida al Comandante Huber Matos. Lamento hondamente no poder hacerlo de manera personal.
El comandante que tuvo el valor y la entereza de señalar el error ahí, cuando lo vio, aun sabiendo que le iba la vida en ello. De los primeros en advertir de la amenaza del comunismo, del engaño al pueblo y de la traición a las ideas de libertad y democracia de muchos que lucharon antes de 1959. Un hombre que padeció sin doblegarse y por no doblegarse 20 años de cárcel. Para luego salir al exilio con el dolor del desterrado, el mismo de Heredia y de Martí, el mismo de muchos de los que sufrieron grandes condenas políticas y que están hoy aquí, o que ya nos han abandonado, el mismo de muchos de los prisioneros de la Primavera de Cuba. Pero salió para seguir luchando desde el exilio por la libertad de su patria.
A mi padre siempre le escuché hablar con respeto y admiración del Comandante Huber Matos. Han partido ya ambos al encuentro con el Señor de la Historia, desde allí seguirán velando por todos los cubanos.
Caballero cálido y transparente. Es en verdad Huber el entrañable comandante y no los otros, no esos a los que les han escrito canciones y que mancharon de sangre nuestra nación y el continente todo.
Debemos dar gracias a Dios por Huber Matos, porque la causa de la libertad cuenta para siempre con su figura, sus ideas y su lucha. Solo los que no aman se preservan del dolor de la despedida y del duelo, dolor que acompañará a su familia, a sus amigos y a todos los que le admiramos. Pero celebremos su vida y demos gracias a Dios porque la lucha de los cubanos por la libertad, la felicidad y la paz tiene la sonrisa esperanzadora del Comandante Huber Matos.
Muchas gracias a todos.
Miami, Domingo, marzo 2 de 2014, en el funeral del Comandante Huber Matos.
Este mensaje por Rosa María Payá fue publicado por primera vez en RosaMariaPaya.org.