La provincia de Buenos Aires vivió en los pasados días un fuerte temporal de viento, lluvia y granizo en el que se vieron afectadas varias de sus localidades. Como resultado, miles de personas quedaron sin servicio eléctrico y hubo importantes daños de infraestructura. En el conurbano bonaerense fueron dos las víctimas fatales, trabajadores de una obra en construcción ubicada en Lomas de Zamora. El actual Jefe de Gabinete expresó en el día de ayer “su “solidaridad” y la “vocación de servicio” de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y del gobierno nacional en su conjunto para solucionar los problemas causados por el temporal”.
Chivilcoy y la zona sur del Gran Buenos Aires fueron las localidades más afectadas por el temporal. En la primera, fue desplegado un fuerte operativo policial dirigido por el jefe de la policía bonaerense Hugo Matzkin y el intendente de la ciudad Aníbal Pitelli, quienes declararon que no se produjo ningún tipo de disturbios luego de la tormenta que arrasó con la ciudad. Télam anunció que “en coordinación con el titular de la cartera bonaerense, Alejandro Granados, Berni dispuso el envío de 300 gendarmes extras a Chivilcoy así como a Marcos Paz, ciudad también castigada por el temporal”.
En Córdoba también arrasó la tormenta, dejando un saldo de tres muertos y varias ciudades afectadas. Sin embargo, un día después el caos reinaba en la provincia por motivos muy diferentes. Una protesta policial por mejoras laborales y salariales gestó el escenario para la serie de saqueos y actos de violencia que se sucedieron durante la madrugada. En horas de la mañana, el gobernador cordobés solicitaba ayuda al gobierno nacional por todos los medios a su disposición. La respuesta del gobierno, en palabras del nuevo Jefe de Gabinete, fue que “el Estado Nacional no puede subrogar responsabilidades ajenas, (…) el conflicto en la Policía cordobesa obedece a una cuestión estrictamente salarial que compete en forma exclusiva y excluyente al gobierno de la provincia de Córdoba”.
Cristian Sanz, director del diario online mdz de Mendoza, se pregunta: ¿cómo explicar con ese mismo argumento la intervención de la Gendarmería en conflictos de menor escala? Y plantea la existencia de una contradicción en el relato del gobierno kirchnerista, que ayuda a las provincias alineadas con sus políticas en proporciones mucho mayores que la ayuda que puede brindar a aquellas que siguen su propio camino.
A mi modo de entenderlo, la situación no se trata de argumentos que sean o no válidos para delinear una política constante, sino de problemas que son tratados como una negociación entre los involucrados. Una negociación en la que cada político define sus prioridades y estrategias, buscando resultar ganador u obtener las mayores ventajas. En este contexto la ciudadanía, si bien es siempre protagonista en el discurso, en la realidad pasa a un segundo plano y se encuentra sola frente a los problemas.
Ese sistema de “tire y afloje” entre políticas y políticos, se desarrolla en una intrincada trama social. Argentina tiene una profunda marca vinculada a los saqueos, debido a la historia no muy lejana. En palabras de Sanz, “la “patología” de los saqueos está siempre latente en latitudes como la provincia de Buenos Aires, especialmente en la cercanía de las fiestas de fin de año”.
El conflicto en Córdoba despertó en la gente esa extraña sensación. Las redes sociales fueron hoy colmadas de opiniones positivas y negativas hacia ambos gobiernos; noticias sobre los sucesos; ironías e incluso denuncias. Las personas reclamaron, discutieron, defendiendo la idea de lo que considera un mejor modelo de país.
En este contexto, resulta interesante el planteo de sumar a la ciudadanía a la dinámica de negociación política. Cuando la existencia de un poder altruista se convierte en una exigencia difícil de cumplir, hacer uso de la presión basada en el poder común que reside en el pueblo parece ser una buena opción para recordar a la clase política cuáles son sus obligaciones más presentes.