EnglishLa tragedia de todos los venezolanos que durante los últimos dos años tomaron la decisión de salir, con la intención de estudiar en el exterior, es una situación difícil de explicar a quienes viven en países donde las libertades personales, políticas y culturales se ejercen sin restricciones.
La realidad es que miles de jóvenes que están en distintas partes del mundo tuvieron que organizarse y alzar sus voces a través de las redes sociales para pedir auxilio, debido a los retrasos de la Comisión Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), en la asignación de divisas para poder pagar sus estudios y mantenerse en el exterior.
La situación no es nueva, pero desde finales de 2014 tuvieron que organizarse y difundir sus mensajes de auxilio por distintas vías, con la intención de presionar a las autoridades venezolanas para que les permita gestionar el cambio de bolívares por dólares para saldar sus deudas con las universidades extranjeras y vivir adecuadamente en los países que escogieron para su mejoramiento profesional.
Para que todos lo puedan entender: la radicalización de un control de cambio, que se ha prolongado durante más de una década en Venezuela, impide que cualquier venezolano que desee estudiar fuera de su país, pueda acceder libremente a la compra de dólares para financiar su educación.
En este punto, la aprobación de los recursos queda completamente a discrecionalidad de las autoridades gubernamentales, quienes a través del organismo que mantiene el control de cambio desde hace al menos 4.459 días, decide cuál venezolano puede o no adquirir divisas.
El conflicto surgió cuando muchas de estas personas se quedaron fuera del país suramericano, sin dinero para financiar su s estudios y al borde de la indigencia. Así ha sido desde hace por lo menos un año y medio, cuando comenzaron a retrasar los procesos de asignación o simplemente las negaron. Los afectados buscaron apoyo de prominentes figuras del acontecer venezolano, como el escritor Leonardo Padrón, para su llamada de auxilio.
Las penurias de los estudiantes venezolanos en el exterior fueron registradas también en un documental de 12 mintuos, “A la deriva”, que puede observarse en Youtube.
“Estuve hasta dos días sin comer. Llegué a deberle al instituto hasta 4.000 euros, que no es cualquier cosa en Suiza. Cada vez que me llegaba una notificación de cobro me desesperaba. Inicialmente vivía con una señora, pero después quedé en la calle y llegué a deberle a ella hasta 2.000 euros, porque no tenía con qué pagarle”, relató Irving, un joven de 28 años, graduado de ingeniero en Sistemas en la Universidad Santa María, en Venezuela, que se fue a Suiza con la intención de aprender alemán y hacer una especialización.
“Mi intención siempre fue estudiar y volver a Venezuela, pero en este momento no tengo ni siquiera el dinero para comprar un boleto de regreso y tampoco he podido iniciar mis estudios. Porque antes de iniciar la carrera universitaria tenía que aprender el alemán. Llegué a Suiza en 2013 y desde entonces he pasado de todo. Ahora, desde enero, tengo un trabajo como repartidor de periódicos, desde las 3 de la madrugada hasta las 6. Camino 20 kilómetros diariamente y eso me da para pagar la habitación, un pequeño mercado y cumplir el convenio de pago al que llegué con el instituto”, asegura el estudiante.
¿Qué ha pasado?
Algunos todavía no han atrevido a alzar sus voces. Otros simplemente prefirieron pasar la página y enfocarse en salir adelante con sus vidas, sin esperar una respuesta de las autoridades venezolanas. Se trata de más de 25.000 jóvenes, en más de 20 países del mundo, cuyas historias ahora se hacen públicas, pero que hasta hace nada eran dramas anónimos de familias que debían hacer los sacrificios más impensables, solo por mantenerlos en el exterior. En principio la intención de muchos fue solo estudiar, pero otros salieron del país en busca de un poco de seguridad.
Según el defensor del Pueblo, Tarek William Saab, su despacho ha intercedido ante el Cencoex por 300 casos que han sido expuestos por familiares. Como si se tratara de hacerles un favor, dice que lo ha hecho “por aquellas personas que están terminando sus carreras, los que tienen muy buenas notas o los que están haciendo estudios de postgrado”.
El funcionario se negó a ofrecer mayores detalles al Panam Post sobre la situación actual. “Lo que yo iba a declarar sobre el tema ya lo declaré. No voy a volver a declarar sobre eso. No soy autoridad del Cencoex. Solamente te puedo decir que ya van 300 casos. Ya lo que iba a decir lo dije. Si quieres toma alguna declaración que haya hecho en CNN, en Últimas Noticias y es lo único que te puedo decir. No tengo al respecto nada que declarar nuevo. Porque yo no soy autoridad del Cencoex”, dijo a través de la línea telefónica.
Saab se negó a ahondar sobre sus declaraciones recientes, en las que aseguró que 60% de los estudiantes venezolanos que se graduaron entre 2013 y 2014 no habían regresado a su país. “60% de los graduados, en vez de retribuirle al Estado el subsidio, no vienen, no regresan (a Venezuela). Se quedan. El país lo está debatiendo. La gente que está aquí lo está debatiendo, los 30 millones que están aquí lo están debatiendo, a raíz de lo que yo dije, porque nadie se había atrevido a decir eso”, señaló.
Una de las estudiantes afectadas por toda esta situación quiso salir al paso y responder directamente a los señalamientos del Defensor del Pueblo.
“Al señor Tarek William solo quiero decirle que muchos de nosotros salimos del país buscando seguridad. Esa es una lucha por supervivencia, que él no sabe qué es eso porque tiene guardaespaldas. Yo no solo es que no quiero volver, es que no pudo volver porque se me ocurrió exigir mi derecho, se me ocurrió el grave delito de querer prepararme en el exterior y eso me hace, según ellos, una apátrida Es tan sencillo juzgar y señalar a un estudiante, pero resulta que los casos de lavado de dinero en Andorra y los de corrupción no los investiga nadie, ¿verdad señor Saab?”, declaró Yanaí Avendaño, quien está en Texas, Estados Unidos desde agosto de 2014.
Explicaciones caso por caso
La noticia le ha dado la vuelta al mundo. El tener que explicar a las autoridades de cada universidad o cada instituto al que esos estudiantes han acudido cuál es el problema de fondo, que no es una negativa a pagar o que no es que no cuentan con los recursos, sino que el gobierno venezolano no les da la oportunidad de cambiar bolívares por dólares libremente.
“En la universidad donde yo estudio tienen una persona especialmente asignada para los casos de los venezolanos, porque antes ya había pasado que se tardaban en liquidar los recursos, pero al final, pagaban. Ahora simplemente nos lo niegan y quedamos nosotros con la deuda, porque en la universidad nos permiten continuar los estudios, pero ¿con qué lo pagamos?, dijo Avendaño, quien se fue a Texas a estudiar inglés junto a su esposo, con la intención de hacer un máster en Derechos Humanos después que perfeccionara el idioma.
Algo similar vivió Eloisa. Ella se fue en enero de 2014 a Australia. Estando allá solo recibió la aprobación de los recursos para financiar el primer trimestre de sus estudios. Después, comenzó su calvario al quedar en la calle y sin la posibilidad de volver a su país.
Hubo días que no había comida y otros que me tocó perder la pena y salir a pedir. Así estuve por lo menos dos meses, hasta que comencé a cuidar niños”
“Hoy ya puedo hablar de esto sin romper a llorar. Yo me fui con un poco de ahorros, sin pensar que me iba a quedar botada. Una noche me tocó dormir en la calle, hasta que una compañera del curso me dio alojamiento, pero fue por pocos días. Hubo días que no había comida y otros que me tocó perder la pena y simplemente salir a pedir. Así estuve por lo menos dos meses, saltando de un lugar a otro, hasta que perdí las esperanzas y comencé a cuidar niños. Todo esto sin decirle a mi familia las penurias que estaba pasando, porque no los quería preocupar”, contó la chica de 27 años.
Para el Defensor del Pueblo venezolano, estos estudiantes que ahora mismo no saben ni siquiera cómo volver a su país natal, están obligados a hacerlo, solo para “retribuir a la patria”, el supuesto subsidio que reciben, pues para los casos e educación y salud, la tasa oficial de cambio es de 6,30 bolívares por cada dólar.
Sin embargo, hay que aclarar que no se trata de un subsidio, pues cada persona utiliza recursos propios para costear sus estudios y que no es responsabilidad de ninguno de ellos que en Venezuela existan tres tipos de cambio oficiales, al que casi ningún venezolano tiene acceso. “Claro que es un subsidio, y así lo han reconocido los padres que han venido a mi despacho, porque el Estado venezolano les da dólares preferenciales a 6,30 que solo son para alimentos y medicinas”, sentenció el funcionario.
Editado por Pedro García Otero.