El régimen de Nicolás Maduro y el presidente (e) Juan Guaidó iniciarán un nuevo diálogo en Barbados, presuntamente con la intención de discutir la posibilidad de “elecciones libres” en Venezuela. Los aliados de la democracia han reaccionado y critican fuertemente las nuevas negociaciones.
El país suramericano ha sido testigo de al menos seis intentos de diálogo, donde el chavismo incumple los acuerdos, viola derechos humanos y gana tiempo en el poder con la ayuda de quiénes auspician las negociaciones. Mientras Maduro diga que está dispuesto a dialogar, y la comunidad internacional le crea, retrasa cualquier posibilidad de sanciones en su contra.
Guaidó, que había negado cualquier negociación que no tuviera como objetivo primordial el cese de la usurpación, anunció que iniciará una nueva ronda de diálogos en Barbados y agradeció al gobierno de Noruega por los “buenos oficios”; sin embargo, los aliados más cercanos al Gobierno legítimo critican las conversaciones, pues se estaría hablando de supuestas “elecciones libres” antes del cese de la usurpación.
La reacción más contundente la asumió la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, quien mostró indignación a través de las redes sociales, pero horas después borró el tuit en relación con el tema.
“Es increíble después del informe de Michelle Bachelet, por demás tardío; legitimen así a un dictador, por qué no convocan a toda la oposición?, dónde están las voces de María Corina Machado y Antonio Ledezma?”, cuestionó la vicepresidenta.
Ramírez manifestó su molestia porque en las negociaciones no está incluida la líder de Vente Venezuela y el exalcalde de Caracas, hoy en el exilio. Además la vicepresidenta ya ha manifestado su rechazo a las “reuniones inútiles” entre el régimen y la oposición.
“Lo que debemos lograr es que dejen de estar distrayendo a la oposición y al pueblo venezolano con reuniones inútiles, con tantas reuniones de contacto que no están dando beneficio sino a Nicolás Maduro”, manifestó en junio la vicepresidenta de Colombia.
“Me parece que es totalmente claro que cada día que pasa es un dia a favor de Maduro”, expresó.
Y es que el Gobierno de Iván Duque ha sido un fuerte aliado del presidente legítimo Juan Guaidó, pero a su vez ha sido un duro crítico ante las negociaciones sin salida.
El Gobierno de Estados Unidos, también ha sabido manifestar su opinión a través de su asesor de seguridad nacional, Jhon Bolton, quien aseguró a través de su cuenta en Twitter que en Venezuela “no puede haber diálogo de buena fe con Maduro”.
No puede haber diálogo de buena fe con Maduro: Boltonhttps://t.co/CmTS52WzqM Por @SabrinaMartinR #2Jul
— PanAm Post Español (@PanAmPost_es) July 2, 2019
“La comunidad internacional debe unirse para responsabilizar al ilegítimo régimen de Maduro, incluida la agencia de contrainteligencia (DGCIM), patrocinada y entrenada por sus patrocinadores cubanos, por el uso continuo de la violencia, la represión y las tácticas de tortura en Venezuela”, señaló el funcionario norteamericano.
Estas acciones le demuestran a la comunidad internacional que no puede haber un diálogo de buena fe con Maduro, quien lo utilizará como una táctica estancada para retener el control.
«No hay una solución viable para Venezuela mientras Maduro permanezca en el poder», sentenció.
El pasado 25 de mayo, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence,también se refirió a un nuevo diálogo con Maduro y aseguró que “el tiempo ha llegado para que Nicolás Maduro se vaya del poder”. Remarcó que, a su juicio, “el tiempo para el diálogo se acabó”.
Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió un comunicado en el que se asegura que esfuerzos previos para negociar el fin del régimen de Maduro y la convocatoria a elecciones libres fracasaron “porque el régimen los ha utilizado para dividir a la oposición y ganar tiempo”.
La posición de John Bolton, el Departamento de Estado, Mike Pence y Marta Lucía Ramírez, se suma a la opinión de Luis Almagro, el secretario general de la OEA, quien se ha convertido en un portavoz fundamental de la causa democrática en Venezuela.
Gracias al respaldo del alto representante de la OEA, la comunidad internacional conoce las violaciones a derechos humanos en el país suramericano. Desde su organismo lideró una investigación exhaustiva sobre las torturas y asesinatos del régimen; el informe que se derivó de las indagaciones fue introducido ante la Corte Penal Internacional.
En una entrevista con Orlando Avendaño para el PanAm Post, Almagro señaló que “los diálogos en Noruega fortalecieron a Maduro y debilitaron a Guaidó”.
“Lo que yo no quiero es que un proceso como el de Noruega nos lleve a una situación como a la que nos llevaron los otros procesos de diálogo —en 2016, 2018…” —dijo el secretario general de la OEA.
“Después de cada uno de esos procesos se consolidó un statu quo, se fortaleció al madurismo, se debilitó a la oposición en ese momento. Y hoy vemos, después de Noruega, que la imagen del presidente encargado cayó mucho. La de Maduro subió y se consolidó, y se transformó de repente en un interlocutor legitimado para determinadas cosas (…) Yo siento que esto llega siempre en los momentos más débiles del madurismo”, sentenció Almagro en entrevista exclusiva.
Hasta la fecha, el régimen chavista ha utilizado todos los «diálogos» para perpetuarse en el poder, y la oposición venezolana sin querer —o queriendo— ha sido un factor fundamental para ello.
Desde Europa, la exeurodiputada Beatriz Becerra también se ha convertido en una voz clave en la lucha por la democracia en Venezuela. Tanto ella como Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, han condenado la dictadura de Nicolás Maduro, han reconocido a Guaidó como presidente (e) y han impulsado las sanciones contra el régimen. Gracias a sus esfuerzos, en enero la Unión Europea decidió sancionar a funcionarios del chavismo.
«¿Diálogo entre carceleros y encarcelados? ¿Entre torturadores y torturados? ¡Como si las fuerzas democráticas no hubieran agotado esa y todas las vías justas hace tiempo!”, —dijo Becerra en mayo en relación con el diálogo que se inició en Noruega hace dos meses y que hasta ahora no ha traído resultados.
En una entrevista para PanAm Post, Diego Arria, expresidente del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, diplomático, político y exembajador por Venezuela, señaló que en el marco de las nuevas negociaciones es necesario conocer la agenda clara del presidente legítimo.
“Yo creo que es momento de que el gobierno de Guaidó sea muy transparente con los venezolanos. La gente no conoce lo que está tras bastidores, es necesario que le explique al país qué es lo que se pretende hacer y quiénes son los representantes”, señaló.
“Es verdad que un diálogo es lo último que se debe abandonar, pero eso también depende de quiénes representan el interés legítimo de una nación sometida a una narcodictadura, o sea, si tienen el suficiente conocimiento, autoridad y legitimidad para que cualquier arreglo cuente con el respaldo nacional”, sentenció.
Diálogos infructuosos
El Venezuela existe el temor de que Guaidó esté dispuesto a negociar en condiciones deplorables o que acepte un acuerdo inaceptable, tal y como iba a hacerlo el pasado 30 de abril cuando se conoció la existencia de un diálogo con el chavismo, en el que el ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia se mantendría al mando del Poder Judicial a pesar de haber violado constantemente la Constitución.
En enero de 2017, la oposición venezolana aseguró que no participaría más en negociaciones si el régimen no cumplía con los compromisos adquiridos, entre ellos la liberación de presos políticos, la aceptación de ayuda humanitaria y la presentación de un calendario electoral. Sin embargo, la dictadura no cumplió, y pese a ello la MUD ha cedido, con esta nueva negociación, tres veces más.
Y es que para Venezuela ha sido un “dolor de cabeza” cada intento de diálogo con el chavismo. Los presos políticos son usados como “fichas de ajedrez”, liberan a algunos y apresan a otros; es un efecto de puerta giratoria.
Con los pasados intentos de negociación solo se multiplicaron los presos de consciencia, la crisis humanitaria se agravó y la oposición quedó expuesta ante el mundo. Mientras más cedía, más se fortalecía el chavismo. Entre diálogo y diálogo la oposición optó por un referendo revocatorio que no tuvo éxito, porque fue desmontado inconstitucionalmente por la dictadura. En vez de exigir a toda costa que se ejecutara, la MUD lo dejó pasar.
Lo mismo sucedió con una prometida marcha al palacio presidencial de Miraflores, una manifestación exigida por el pueblo para presionar aún más al régimen de Maduro. Sin embargo, la misma MUD decidió posponerla bajo la excusa de un nuevo intento de diálogo con la participación del Vaticano. La dictadura no cedió, el Vaticano se paró de la mesa y la dirigencia nuevamente fue humillada.
Con el paso de los meses, tras ese intento fallido de dialogar, la población venezolana salió a las calles descontenta, a la que se sumó una vez más la dirigencia opositora. Luego de cuatro meses de manifestaciones, la brutal represión dejó como consecuencia más de 150 venezolanos asesinados a manos de cuerpos policiales y colectivos paramilitares del oficialismo, entonces surgió la necesidad de otras alternativas más radicales. De allí la celebración de un plebiscito en el que, primero, se rechazaría la Constituyente; segundo, se daría una exigencia a los militares; y tercero, un mandato a la Asamblea Nacional con la conformación de un Gobierno de unidad nacional a través de la renovación de los poderes; y además, una “Hora Cero” que nunca llegó.
El mandato de la población nunca se ejecutó: la ilegítima Constituyente sigue vigente y los militares no cumplieron con el resultado del plebiscito. Han pasado 166 días desde la juramentación de Juan Guaidó, y Nicolás Maduro sigue en Miraflores.