
El empobrecimiento de Venezuela se puede ver reflejado en el éxodo de más siete millones de sus habitantes, y también en la forma en que la clase política ejerce la administración del Gobierno. Por una parte, no hay dudas de que el chavismo ha robado el dinero público: tan solo Jorge Giordani denunció que se habían perdido 300.000 millones de dólares bajo las gestiones chavistas; y ahora una corte de los Estados Unidos califica al exinterinato de la oposición oficial como “administración materialmente idéntica”, comparándola con la de Maduro, en cuanto al uso poco transparente de los recursos públicos. Esto obviamente tiene consecuencias para la nación, y quienes tenemos que pagar, somos los venezolanos.
La pérdida de Citgo parece inminente. Citgo es el activo más valioso que tiene Venezuela en el extranjero, que esto suceda, es absoluta responsabilidad de quienes crearon esta situación desde la dictadura y de quienes en la oposición actuaron de manera deleznable.
Como protagonistas del mismo momento histórico, esta clase política deja a la sociedad venezolana del futuro en una situación de debilidad frente a las demás sociedades del continente. Venezuela puede perder sus activos internacionales y con ello tendrá menores posibilidades de recuperarse rápidamente de las consecuencias de la dictadura chavista. Al mismo tiempo, esta situación puede debilitar en cierto modo la credibilidad de los que luchan por la libertad del país, pues afuera los ven a todos como una sola oposición.
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Con el chavismo, Venezuela está más cerca de perder el Esequibo así como está perdiendo Citgo. No han podido unir al país, tienen el control de todos los medios de producción, no permiten la existencia de una clase media libre y tienen a los peores hombres, con las peores ideas, en los puestos más importantes del gobierno. A esto hay que sumarle el creciente control territorial que ejercen las narcoguerrillas a raíz de los acuerdos de paz con la izquierda del vecino país, la protección que el chavismo les ofrece, y el control de las zonas de explotación de recursos naturales de forma ilegal.
En resumen, el chavismo está creando con éxito las condiciones para que Venezuela sea un país débil y que no sea respetado por otras naciones. Mientras tanto, más gente huye de Venezuela y más xenofobia vemos creciendo en la región.
¿Cuál sería la lección que nos deja toda esta realidad con la que comenzamos el 2024?
Tenemos que tener en cuenta que solamente los venezolanos somos los interesados en recuperar a Venezuela. No hay chavistas interesados en que seamos un país fuerte, como tampoco hay falsos opositores que quieran salir del chavismo. Hay un grupo de políticos egocéntricos que están acomodados con este sistema y la pérdida de Citgo es un síntoma de esta peligrosa enfermedad.
Tampoco hay gobiernos interesados en que seamos un gran país: sólo hay gobiernos que les interesa exclusivamente sacar el mayor provecho a la situación venezolana para su interés propio. Con base en este realismo, lejos del romanticismo y de las ideologías, es que debemos sentar las bases de una nueva visión de Venezuela en el concierto de las naciones y el rol que tenemos como venezolanos en el desarrollo y la recuperación de nuestro país.