La situación del Esequibo ha traído como consecuencia que los venezolanos tengan más claridad sobre la profundidad y el compromiso que tienen algunos “aliados internacionales” de la lucha por la libertad y la democracia. Sería un insulto para ellos si dijera que están desinformados y que no conocen la historia de Venezuela, pues asumo que una persona pública, en el ámbito político o periodístico, debe fundamentar sus posiciones con rigor y comprometidas con la verdad. Pero cuando el compromiso no es con la verdad sino con una ideología, queda en el aire la pregunta ¿Qué tipo de amigos son estos?
Cuando uno considera amigo a otra persona, uno procura su bien, básicamente. Uno le desea lo mejor y asume un compromiso de entender su situación para ser útil en su ayuda si es necesario. Lo contrario no lo podría considerar como un amigo o en todo caso, no es una amistad verdadera.
Veamos los argumentos de Guyana y Venezuela.
El argumento de Guyana es que Venezuela es una amenaza existencial. Necesitan ayuda de la comunidad internacional para proteger su pobre país del expansionismo venezolano que pretende “anexar más del 70% de su territorio”. Recordemos que la capital de Guyana es Georgetown, y luego de décadas de ser una república independiente del imperio británico, no han construido ni un solo puente que los conecte vía terrestre con la zona en reclamación. Como consecuencia, más del 80% de la población vive en la zona costera oriental, principalmente en la región Demerara-Mahaica, la región East Berbice-Corentyne, que corresponde a su territorio legítimo a la orilla oriental del Río Esequibo, y Essequibo Islands-West Demerara que son las islas entre la orilla occidental y oriental del Río Esequibo.
De la parte venezolana, el argumento es que el territorio de la Guayana Esequiba es venezolano desde que hacía parte del Imperio Español, y a diferencia de otros territorios perdidos o cedidos luego de la independencia, este territorio nunca se ha cedido ni perdido, por lo que se han establecido mecanismos de entendimiento diplomático para llegar a una solución pacífica. Recordemos que en las últimas décadas, el chavismo ha permitido la actividad económica de los guyaneses en el territorio en reclamación, a pesar del fuerte rechazo de la población venezolana. Ahora, el chavismo pretende revertir estas actividades ilegales, como está obligado a hacerlo como detentores del control del Estado venezolano.
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Siendo este el contexto, Guyana está procurando una guerra en la que se involucre los Estados Unidos a través del Comando Sur, para trasladar su enemistad con Venezuela a través de ellos y desestabilizar aún más al país vecino. Si esto llega a ocurrir, la dictadura se va a afianzar por un tiempo más en el poder y la posibilidad de una salida política con el liderazgo opositor de María Corina Machado demoraría en llegar. El éxodo aumentaría, la represión contra los opositores sería más cruel y Venezuela podría dar por perdido una gran parte de su territorio. Por lo tanto, este escenario no le conviene a la sociedad venezolana que quiere una realidad política de libertad y democracia que permita el desarrollo, la prosperidad y la creación de condiciones para que millones de venezolanos regresen al país.
Pero esto no les interesa a las élites colombianas, que desde la Revista Semana han alimentado una enemistad absolutamente innecesaria entre venezolanos y colombianos frente a la Guayana Esequiba. Han posicionado la narrativa de que Venezuela es expansionista y que por lo tanto tiene que ser neutralizada. Esto lo hacen simplemente porque el chavismo es aliado del gobierno de Gustavo Petro y le pueden sacar provecho político a la situación, sin importar que esto vaya en detrimento de la nación venezolana.
En Brasil, he visto voces conservadoras que alimentan la misma narrativa del expansionismo venezolano y su pretensión de “anexar Guyana”, banalizando la historia de Venezuela, con el propósito de atacar al gobierno de Lula que es aliado del chavismo, sin importarles que esta narrativa vaya en contra de los venezolanos.
La pretensión de estas voces que se dicen de derecha o conservadores, en el marco de la lógica que estructura sus narrativas, es que Venezuela sea más débil en el tiempo. Y lamentablemente llego a esa conclusión, porque asumo que ellos entienden la diferencia entre el Estado, el gobierno y la nación venezolana. Bajo esta misma lógica, si en un escenario imaginario, los paraguayos decidieran recuperar los territorios conquistados por Brasil ¿Los opositores a Lula defenderían a los paraguayos en su reclamo? ¿O lo que en realidad pasaría es que presionarían al gobierno para que defienda la integridad territorial como está obligado a hacerlo?
Hagamos el ejercicio imaginario con los políticos y periodistas colombianos que alimentan el discurso de que Venezuela se “anexa a Guyana”. Si mañana cae la dictadura de Nicaragua y llega al poder un gobierno democrático, y ejercen soberanía sobre el territorio en disputa con Colombia, en el que ya la CIJ falló a favor de Nicaragua, entonces ¿Veríamos desde la Revista Semana a estos mismos actores defendiendo la decisión de la CIJ, simplemente porque son opositores a Petro? ¿O exigirían a Petro que defienda la integridad del territorio colombiano?
La integración de los pueblos hispanos pasa por querer existir juntos procurando el bienestar del conjunto. Los venezolanos no queremos a Colombia o a Brasil en las manos de los comunistas. Queremos unos vecinos con gobiernos que les permitan desarrollarse libremente para que sean sociedades felices a nuestro alrededor. Petro no es Colombia, Lula no es Brasil, así como tampoco Maduro es Venezuela.
El chavismo está obligado a defender la integridad del territorio venezolano, porque ellos hoy detentan el poder, y por ello deben llegar hasta la orilla occidental del Río Esequibo para ejercer soberanía. Mientras eso ocurre, la oposición liderada por María Corina Machado debe establecer mecanismos de presión para producir un cambio político. El Estado venezolano necesita de un buen gobierno que tenga un servicio exterior efectivo, contundente y poderoso que proteja los intereses de la nación.
Los venezolanos necesitamos amigos verdaderos en el mundo que nos ayuden a conseguir nuestra Libertad. No hay argumento ni ideología que borre la historia del país, ni que justifique su desintegración ni su debilidad ante nada, ni nadie.