El miércoles 19 de julio Donald Trump exhibió en una sala de cine de su propiedad, en el club de golf de Bedminster, New Jersey, la película Sonido de libertad (Sound of freedom), que a la fecha ya ha recaudado más de 100 millones de dólares en taquillas, y al final dijo que era una película conmovedora, colosal, para combatir el tráfico de menores para explotación sexual.
De hecho, este filme se está convirtiendo en un movimiento internacional que ha despertado a los padres de familia y a muchas autoridades en torno a lo real de la esclavitud moderna, en pleno siglo XXI, y está superando en taquilla a otras películas en cartelera, como Indiana Jones, y Misión Imposible, de Tom Cruise, consentidas por Hollywood.
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Poco después, el presidente 45 de los Estados Unidos, este viernes 21 de julio, en el marco de la “Agenda 47”, dentro de sus propuestas para la presidencia en 2024, consideró que, de llegar de nuevo a la Casa Blanca, facilitaría el camino para imponer pena de muerte a los traficantes de menores.
Una decisión que tomó tras cobrar consciencia de la gravedad de este crimen, luego de ver Sonido de libertad y de haber conversado cuatro horas con Eduardo Verástegui, y Tim Ballard, quienes tienen mucha data fresca y seria. Trump también la tiene, pero haber visto el filme, basado en casos reales donde Ballard es el protagonista que libera niños de las garras de los pedófilos, dio un paso más.
Sin embargo, las reacciones no se hicieron esperar con el anuncio de Trump sobre promover la pena de muerte a traficantes de niños. MAGA (Make America Great Again) es un movimiento profundamente cristiano, indudablemente, y algunas personas, y no sólo en Estados Unidos, sino en México y en otros países del continente, consideraron que, siendo cristianas, y pro vida, no podrían apoyar esa drástica medida, porque uno de los mandamientos es “no matarás”.
Sin embargo, ese anuncio tendría un efecto bastante disuasivo paredes adentro del país que tiene un mayor consumo de sexo con menores de edad y pornografía infantil en el mundo -Estados Unidos-, y salvar la vida de los niños justifica que las penas sean endurecidas, ante gente que no tiene escrúpulo alguno en violar pequeños indefensos, explotarlos sexualmente 10 o más veces en un día, e incluso matarlos y comercializar sus órganos.
Para Verástegui ha habido consecuencias, como él mismo lo ha expuesto: amenazas, críticas, difamaciones, ataques que podrían atribuirse a la industria de la pedofilia, que no tolera ver expuestos sus intereses y metodologías perversas.
La verdad es que en la administración Biden, las cosas no han podido sino empeorar mucho en cuanto a tráfico de niños, un mal que va de la mano de la migración ilegal e irresponsable, que ha alcanzado cifras desorbitadas con los demócratas. Los traficantes, “polleros”, a menudo parte de los cárteles de la droga, aprovechan los poros abiertos fronterizos y la supuesta benevolencia de “fronteras abiertas” para introducir menores que han sido arrancados de sus hogares.
Ante esto, Trump dijo: “Cuando vuelva a la Casa Blanca -prometió-, pondré fin inmediatamente a la pesadilla fronteriza de Biden que los traficantes utilizan para explotar a mujeres y niños vulnerables”.
Y añadió: “Instaré al Congreso a que garantice que cualquiera que sea sorprendido traficando con niños a través de nuestra frontera reciba inmediatamente la pena de muerte”.
Verástegui ya ha trabajado en la Casa Blanca con Trump, encabezando el programa “Prosperidad Hispana”, enfocado en construir y facilitar el bienestar de más de 50 millones de hispanos en Estados Unidos.
Pero eso fue en 2020, y ahora, a mediados de 2023, y cuando están en puerta las elecciones presidenciales de México en 2024, en junio, y luego las homólogas de Estados Unidos, en noviembre, Trump dijo que Verástegui podría ser el próximo presidente mexicano. Así que el cineasta y activista católico cuenta ya con un gran respaldo desde el país vecino del norte.
Hay que pensar que son 75 millones de ciudadanos los que integran MAGA, los que votaron efectivamente por Trump en 2020. No es poca cosa, porque en México López Obrador ganó con el voto de 30 millones de personas.
Por cierto, mientras Trump se conmueve tras el mensaje de Sonido de libertad, y no se queda cruzado de brazos, sino que traduce la gravedad del tráfico en soluciones concretas, López Obrador, quien sí es presidente en funciones, no mueve un dedo, siendo que México es el país número uno en proveer, por desgracia, niños para pornografía y pedofilia a Estados Unidos.
Una sociedad sana simplemente no puede dejar pasar el crimen del robo de niños y quedarse callada. Muestra de salud cívica y espiritual es que haya gente como Verástegui o Trump, que toman cartas en el asunto de inmediato. Lástima que López Obrador sólo se dedique a criticar a Xóchitl Gálvez, la “puntera” de la “oposición”, una marxista abortista, amiga del supremacismo LGBT+ y del feminismo, que ha calcado la misma agenda de Morena.
Por esto se necesita que Verástegui sí se lance a la presidencia en México. Porque si la prioridad no es salvar a nuestros hijos -de la ideología de género, de la ideología trans, del adoctrinamiento woke, como de los pedófilos organizados y sus traficantes proveedores- ¿entonces cuál sería la prioridad? Por ahí podemos empezar.