Me veo en el deber, jurídico y moral, de denunciar el golpe de estado anticonstitucional que se está perpetrando, por el propio Gobierno de España.
Hoy en día, los enemigos o adversarios, no son extranjeros, sino que anidan en el propio poder político, en el Consejo de Ministros.
Y hasta que los españoles no lo tengamos claro, no reaccionaremos en consecuencia.
- Lea también: Pedro Sánchez y sus socios separatistas atacan al poder judicial español sin escrúpulos
- Lea también: Miles de personas protestan en Madrid contra la amnistía a los independentistas catalanes
Se está perpetrando, ante nuestras propias narices, un golpe de Estado, no solo mediante la “ley” de amnistía –el papel lo aguanta todo-, sino mediante la acumulación de los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, en manos del felón.
El único que resiste, por ahora, es el poder judicial, como gato panza arriba, pero todo se andará, si no lo evitamos.
Nunca tan pocos habían hecho tanto daño a todos…, empezando por las Instituciones, que han okupado con personas abyectas y mediocres.
Siento decirlo, pero así lo veo, en conciencia.
La Constitución consagra como principios básicos para ocupar cargos públicos los de igualdad, mérito y capacidad, pero en la práctica, lo que más se valora es ser amigo del jefe, ser un traidor, un corrupto y un inútil.
Véase el caso del presidente de Correos, que después de arruinar la empresa pública, dejándola con más de mil millones de euros de pérdidas, se le “premia” con otro alto cargo.
La fiscalía general nunca ha sido tan del gobierno como ahora, y nadie duda de que, al final, el fiscal general del PSOE, o la teniente fiscal, no apreciarán delito terrorista alguno en el prófugo Puigdemont.
Y ello a pesar de que la Junta de Fiscales de Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, por amplísima mayoría, haya dicho exactamente lo contrario.
Nunca tan pocos habían hecho tanto daño a todos, pero nunca tan pocos pueden enderezar la situación, y me refiero al Tribunal Supremo.
Único Tribunal que es realmente Supremo, porque el Tribunal Constitucional, de clara composición política, es otra cosa…
Y los muy dignos magistrados y jueces, desde el primero al último en el escalafón, que deben seguir aplicando la Constitución y las Leyes, aunque les vaya su futuro profesional en ello.
En ellos confío, con la ayuda de Dios, y en el apoyo que todos los españoles bien nacidos, debemos darles.
Que se sientan comprendidos y apoyados, frente a los inmisericordes ataques que reciben todos los días, desde el BOE y todos los medios comprados por el régimen sanchista, empezando por “Lo País”, ese panfleto nauseabundo, que muchos llaman ya “El Putrefacto”.
La guerra será larga y cruenta, pero las únicas batallas que se pierden, son las que no se libran.
Dios con nosotros.