Decía Cicerón, 70 años antes de Cristo, en su acusación contra Verres:
“Los pueblos que ya no tienen solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales: se rehabilita en todos sus derechos a los condenados, se libera a los presidiarios, se hace regresar a los exiliados, se invalida las sentencias judiciales. Cuando esto sucede, no hay nadie que no comprenda que eso es el colapso total de tal Estado; donde esto acontece, nadie hay que confíe en esperanza alguna de salvación”.
Y este es el caso de la España actual, en las postrimerías del año 2023.
Pedro Sánchez, y toda su cohorte de trepas, chupatintas, pelotas, enchufados, mangantes en general, y los delincuentes, tanto en España como prófugos de la justicia, separatistas y filoetarras, es decir, lo peor de cada casa, han pactado todo lo descrito por Marco Tulio Cicerón, hace casi 2.100 años.
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Pero, palabras que son de rabiosa actualidad, por desgracia para todo español bien nacido.
¿Qué nos está pasando, y cómo hemos llegado a esto…?
Son años en los que los altos cargos del Estado, que deberían velar por el Estado, y no por el gobierno de turno, no han osado levantar la voz, ni oponerse a los desmanes del político de turno, más preocupados por su medro personal, que por el interés general.
Los partidos han llenado el Congreso y el Senado con los más tontos de cada partida política, en términos generales, y con honrosas excepciones, pero, eso sí, más sumisos que un perro de caza a la voz de su amo.
Decía José Antonio Primo de Rivera, hace noventa años, que para qué necesitábamos varios cientos de diputados, cuando todos votaban lo que les decía el jefe de la bancada correspondiente.
¿Recuerda usted el nombre y los méritos –o deméritos-, de uno o varios de los diputados de su provincia…?
Lo dudo mucho, la verdad.
Yo tampoco.
Estos políticos con mando en plaza, y no les llamo dirigentes porque no lo son, se han dedicado a cercenar las facultades del poder judicial, impidiendo hacer nombramientos al CGPJ, para provocar situaciones de atasco, y malestar ciudadano por el “mal funcionamiento” de la justicia.
Todo ello hasta darle el hachazo final al poder judicial.
Es decir, el ejecutivo controla al legislativo, pues ellos y sus impresentables aliados tienen mayoría en el Congreso, y ahora van a suprimir, en la práctica, el poder judicial, con lo cual van a conseguir la cuadratura del círculo…
Un auténtico Estado de Derecho no puede existir ni funcionar sin una auténtica separación de poderes, por mucho que Montesquieu esté muerto y enterrado, como decía Alfonso Guerra.
Lo cierto es que desde que el PSOE accedió al poder, a finales de 1982, han trabajado activamente por suprimir el Poder Judicial, único que podía limitar su concepción patrimonial del Estado.
Y defender los derechos e intereses legítimos de cualquier ciudadano necesitado de la tutela judicial.
Desde la reforma de 1985 de la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, hasta la ocupación de una buena parte de la carrera por las vías espurias del tercer y el cuarto turno, aunque no dejo de reconocer que también se han incorporado personas valiosas, pero más de la mano del PP que del PSOE, que ha buscado la fidelidad perruna de sus elegidos.
Y estamos donde estamos, por desgracia para nosotros, pero, sobre todo, para nuestros hijos y nietos.
¿Qué España, o ex España van a heredar, que no podrán recibir ni a beneficio de inventario…?