Judío. Rusófono. Actor y comediante. Sin pasado político y sin experiencia en la administración pública. Así es Volodimir Zelenski, el flamante presidente electo de Ucrania que se presenta como pro-europeo y que arrasó el pasado domingo con el 73,2 % de los votos (publicados el lunes 22 de abril), que expresan la voluntad de más de 13 000 000 de ucranianos.
Zelenski, de 41 años, se convertirá en el presidente más joven de la historia del país, y también en el mandatario con mayor respaldo popular desde la disolución de la Unión Soviética.
Partidario de la despenalización de la marihuana, los juegos de azar y la prostitución, Zelenski es una bocanada de aire fresco en la política ucraniana, tan grisácea como corrupta. Los ucranianos han demostrado, a pesar de los vacíos del programa de Servidor del Pueblo (partido de Zelenski), que apuestan por una normalización democrática tras décadas de inestabilidad.
Los retos de Zelenski, no obstante, no son fáciles. Se presentó como la alternativa ante la corrupción que históricamente ha azotado a Ucrania, pero con una minoría en el Parlamento se verá obligado a negociar con sus opositores y, probablemente, a formar mayorías con las que sea capaz de gobernar. Solo el tiempo dirá si Zelenski tendrá éxito a la hora de evitar contagiarse de las conocidas mañas de los partidos tradicionales ucranianos.
La recuperación de Crimea, por su parte, no es una prioridad a inmediato o corto plazo. En cuanto a los territorios ucranianos dominados por separatistas pro-rusos, Zelenski ha manifestado su preferencia por la vía de la negociación diplomática y descarta la opción militar.
Volodimir Zelenski, que debe asumir oficialmente antes del 31 de mayo, ya recibió el llamado de felicitaciones de Donald Trump, Emmanuel Macron y Angela Merkel.