La voz del periodista Andrés Oppenheimer es una de las más sensatas, moderadas y pertinentes en los medios de habla hispana. No se le puede acusar de muchas cosas y siempre hay que prestarle atención —aunque no convenga lo que dice—.
En una columna publicada en El Nuevo Herald, el reconocido periodista argentino hace una importante advertencia. El título del texto es una pregunta: “¿Está Maduro a punto de consolidar su dictadura?”. Y, en el cuerpo, desarrolla: “Tras la decisión del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de invitar al dictador venezolano Nicolás Maduro a su toma de posesión el 1ro. de diciembre, no soy muy optimista sobre el futuro de los esfuerzos diplomáticos de América Latina para presionar por una restauración de la democracia en Venezuela”.
A Oppenheimer le inquieta que, de ser una de las puntas de lanza en la lucha internacional contra la dictadura chavista, México ha pasado a ser un aliado. Con ello se ve menguada la influencia de esfuerzos como el del Grupo de Lima. “Con el cambio de Gobierno en México, será muy difícil encontrar un consenso dentro del Grupo de Lima”, escribe.
Ciertamente, en su texto se menciona que países como Brasil, Colombia y Estados Unidos, que al final son quienes reciben el mayor impacto de la crisis humanitaria en Venezuela —por el éxodo y la seguridad nacional— pueden funcionar como actores independientes, dándole la espalda a la falta de consenso en la región.
No obstante, Oppenheimer insiste en que la última palabra la tiene, en cambio, la oposición venezolana. Dice que, aunque es muy probable que las calles vuelvan a someterse a la cólera de una sociedad hastiada, es la dirigencia la que debe hacer la propuesta.
“La oposición de Venezuela debería retomar las calles y recuperar el protagonismo político antes de la inauguración de Maduro el 10 de enero, para obligar a la comunidad internacional a aumentar su presión sobre Venezuela”, escribe.
“De lo contrario, Maduro podría obtener un segundo viento, a pesar del colapso económico de Venezuela. Maduro no solo será tratado como un líder legítimo por parte de China, Rusia y Turquía, sino que también recibirá cierto reconocimiento de parte de México y el Gobierno de izquierda de España“.
Al final, Andrés Oppenheimer concluye que, ante el respaldo que recibirá el régimen chavista de importantes naciones del mundo como España y México (que aún, y a diferencia de Rusia, Turquía y China, gozan de legitimidad), es muy probable que el movimiento internacional para aislar a Nicolás Maduro pierda fuerza.
“La atención mundial girará hacia otro lado, y Venezuela seguirá en camino a convertirse en una dictadura consolidada que ya no provocará la indignación internacional, como Cuba”, asevera.
Oppenheimer tiene un punto fundamental, que es el daño que le hace la complicidad de Gobiernos legítimos e importantes como España y México a los esfuerzos para aislar y presionar a Maduro hasta que ceda. Sin embargo, no menciona que jamás mermará el impacto que significa la continuidad de la dictadura en los demás países de la región y en Estados Unidos.
De hecho, mientras más se refuerce la dictadura, más se vuelve un problema regional su permanencia. El éxodo masivo —por el terrible impacto demográfico y económico— se ha vuelto intolerable para los países de América que reciben a los refugiados. Asimismo, es probable que, con el fin de reforzar su anillo de aliados, Maduro continúa estableciendo vínculos con grupos enemigos de Occidente. Y allí se verá cuánta paciencia tiene Estados Unidos.