Ese intercambio de médicos con demás países, que no es sino tráfico de esclavos. Y el más grande —y elogiado, respetado— del mundo. Así funciona el sistema internacional de médicos cubanos, esos programas de misiones en los que distribuyen a los galenos por el mundo.
Y ha tenido que venir un hombre como Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, a denunciar unas condiciones de esclavitud que existen, pero de las que nadie habla. El jefe de Estado dijo hace poco que el programa de cooperación «Más Médicos», que contaba con más de 8.000 doctores en Brasil, debía ser modificado. Bolsonaro aseguró que el acuerdo inicial era irrazonable; y pidió que se aplicaran pruebas de capacidad, que se les diera un salario completo a los cubanos y se les permitiera vivir con sus familiares en Brasil. Cuba, evidentemente, no cedió.
“El Ministerio de Salud Pública de Cuba ha tomado la decisión de no continuar en el programa ‘Más médicos’ en Brasil”, anunció el pasado 14 de noviembre el régimen dictatorial de Cuba.
Luego, Bolsonaro reaccionó: “Actualmente Cuba se queda con la mayor parte del salario de los médicos cubanos y restringe la libertad de estos profesionales y sus familiares. Se están retirando de Más Médicos por no aceptar revisar esta situación que viola los derechos humanos. ¡Lamentable!”.
El presidente tiene razón. Hay que decirlo. Y sí: ha sido él, el «autoritario Bolsonaro», el «odiado», el «ultra», el que hable abiertamente y vuelva a exponer la red de tráfico de esclavos del régimen dictatorial de Raúl Castro en Cuba.
La izquierda, mientras, siempre cándida y demasiado meapilas, ha preferido voltear los ojos. Ver a otro lado. Ignorar. O, peor: engullirse la propaganda. Y ejemplo de ello ha sido el reconocido periodista y escritor en The New Yorker, Jon Lee Anderson, quien luego de conocerse la noticia de Más Médicos escribió con sorna: “Gran avance: se reporta que hay 8.500 trabajadores de salud cubanos en Brasil; eso es una gran cantidad de ingresos perdidos para Cuba y mucha gente para recuperar y acomodar en casa. Sin mencionar los efectos en las áreas urbanas y rurales pobres de Brasil, donde la mayoría está trabajando”. Ni una mención al manejo esclavista detrás.
Para volver todo más desabrido, está el reciente reportaje que publicó el prestigioso medio brasileño Folha de Sao Paulo. En la nota, publicada el 22 de noviembre, el diario revela correos diplomáticos que dan cuenta del mercantilismo detrás del programa de cooperación.
“Según los documentos oficiales, fueron los funcionarios cubanos quienes propusieron en el 2012 la exportación de médicos a Brasil para prestar servicio en zonas remotas. Durante las negociaciones, el Gobierno brasileño propuso la creación del programa Más Médicos como marco legal para la actuación de los médicos extranjeros en el país. Los correos indican que la parte cubana inicialmente pedía USD $8.000 por cada médico, aunque finalmente aceptó la propuesta de Brasil de rebajarlo a USD $4.000. Los documentos también indican que el Gobierno brasileño estaba al tanto de que los médicos cubanos solo recibirían USD $1.000”, se lee en una síntesis que hace El Nuevo Herald de la nota del Folha de Sao Paulo.
Las negociaciones se hicieron entre el régimen de Raúl Castro (con Fidel vivo) y la presidenta Dilma Rousseff. En ese momento ambos gobiernos “triangularon el acuerdo a través de la Organización Paramericana de la Salud para presentarlo como un esquema de ‘cooperación'”. Ello, ante la inminencia de que el Congreso de Brasil no respaldara el abusivo acuerdo.
La primera oferta del régimen castrista contemplaba lo siguiente: USD $ 7 mil para la dictadura y $ 1.000 para el médico. De ello el régimen cubano administraría $ 700. Es decir: solo el 3,75% de su trabajo para el galeno. Eso, también, bajo la condición de que a ningún médico se le hiciera prueba de equivalencia y su control estuviera totalmente en manos de la dictadura de la isla.
Rousseff no aceptó y ofreció $ 4.000. El régimen intentó regatear pero terminó aceptando recibir los 4 mil dólares americanos por cada médico.
“Según los telegramas, Cuba cobra a Venezuela y Catar una cantidad similar a la que cobraba a Brasil por Más Médicos. Solo en Venezuela la isla tiene más de 21.700 profesionales. El Gobierno cubano ha declarado que la exportación de servicios profesionales es su principal fuente de ingresos y mantiene actualmente a unos 55.000 doctores en 67 países”, se lee en El Nuevo Herald.
Cuba lo negó
Natural. El régimen dictatorial dijo que no. Una vocera de la cancillería cubana salió en una transmisión desde un canal de YouTube del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba a tratar de desmentir al Folha de Sao Paulo y aseguró que: “La solicitud de que médicos cubanos prestaran servicio en Brasil de forma masiva y extendida por todo el país, partió de la imposibilidad de cubrir las plazas disponibles en municipios adheridos al Programa, con médicos con registro en Brasil, con médicos brasileños con registro en el exterior y con médicos de otros países”.
Pero la realidad se impone
“Cuando Raymond García, médico cubano de 32 años, supo que su país se retiraba del programa Más Médicos de Brasil no lo dudó ni un segundo: ‘A Cuba no vuelvo más'”.
El cubano habló a The Associated Press. Les dijo: “No tengo opción. Allá la vida está muy limitada. Hay educación y salud gratuita, sí; pero, ¿qué más? No quiero volver para pasar pobreza ni castigar a mi hijo y mi mujer. Ellos no se lo merecen”.
También otro médico, Adrián Estrada Barber, cuyo testimonio fue publicado por el Folha de Sao Paulo, desertó.
“Estrada Barber trabajó para el programa Más Médicos por tres años. Durante esos años, dijo al Folha, se sintió explotado en el programa, y piensa que muchos de sus colegas van a dejar Más Médicos y tratar de quedarse en Brasil”, se lee en el diario brasileño.
El médico apoya cada una de las demandas del presidente brasileño Jair Bolsonaro. También lamenta que se haya terminado el programa, pero atribuye la responsabilidad a lo que él llama: “Una estrategia política de Cuba”.
“Creo que todos los cubanos se sienten explotados. Nosotros dejamos Cuba para ganar algo de dinero para poder continuar nuestros estudios. El salario era un dinero excelente para nosotros porque era mucho más de lo que podíamos ganar en Cuba”, dijo al Folha.
Otro que también desertó fue el médico Alioski Ramírez, de 36 años, que decidió quedarse en Brasil. Pero tomó la decisión hace un tiempo, cuando impás con el régimen de Cuba lo obligó a abandonar el programa.
“Ramírez, oriundo de Moa, una ciudad montañosa en la provincia cubana Holguí, dijo que su salida fue forzada por el propio Gobierno cubano: bajo sospecha de que había entrado en la justicia brasileña para ejercer la medicina de forma independiente, el Gobierno de la isla le ordenó que hiciera sus valijas y regresara inmediatamente”, se lee en El Nuevo Herald.
Según cuenta Ramírez, al llegar a Cuba le iban a suspender la licencia. Entonces, tendría que cortar cañas de azúcar. Apartarse de su labor. “Ellos me simplificaron las cosas. Decidí quedarme”, dice.